Torni Segarra

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Cada uno es como es: bello, lleno de vida. El problema es de los otros que desafortunadamente no lo pueden ver.
 
¿Por qué no te enteras que lo que tú quieres es fascismo del año 1950, que ya está muerto? Es como si yo te obligo a que te cortes el pelo, porque yo digo que lo llevas largo y eso no es bueno ni correcto, pero resulta que yo llevo mi pelo más largo que tú, ¿verdad que parece una locura? Pues esa es tu locura nacionalista centralista española.
 
Ser infieles a la pareja, ser infiel, ¿no es el resultado, la consecuencia de una infelicidad? Una persona que no necesita algo más para ser feliz, ¿puede ser infiel a su pareja? Si uno está satisfecho, está lleno, completo, ¿por qué habría de buscar algo que lo colme y satisfaga si no tiene ninguna necesidad ni falla?
Ahora bien, ¿podemos realmente estar siempre satisfechos, o nuestro destino campo personas imperfectas que sonsos, es la insatisfacción?
 
El problema está cuando uno dice que está enamorado, pero no lo está de nadie. Pues las personas tenemos la capacidad de mentir e inventar lo que más nos conviene. Por tanto, entre varias personas elegimos la que más nos interesa y conviene. Que es lo mismo que hace el que se enamora, pero creyéndose bobaliconamente que sólo es amor.
 
¿Es una ilusión o una realidad creer que somos completamente independientes? Si observamos a la naturaleza, nos daremos cuenta que nada puede ser una cosa por sí sola, como nos pasa a nosotros. Para tener un hijo, si no está la colaboración de la pareja no puede llegar ese hijo que queremos. El árbol sin los nutrientes del suelo, sin la colaboración de las abejas para polinizarlo, sin la colaboración de los pájaros que lo libran de insectos y parásitos, etc., no podría crecer, ni sobrevivir. Y eso mismo pasa con nosotros, que dependemos de tantas personas –carniceros, agricultores, mecánicos, abogados, médicos, funcionarios, empleados de supermercado o de las tiendas-, que lo encontramos tan natural y cotidiano que no nos damos cuenta ni le damos importancia.
 
Por tanto, el problema está en ver, descubrir, observar todo lo que sucede. Pero, ¿tenemos tiempo para observar, inquirir, para estar con lo que sea para comprenderlo, entenderlo de primera mano? Me temo que no, ya que van tan deprisa que no tienen tiempo para observar los árboles, los pájaros, las nubes, las personas que entran y salen en una estación de trenes o autobuses, en el aeropuerto. Y eso mismo nos pasa internamente, no nos gusta vernos tal cual somos, queremos estar ocupados para bloquear la mente y así no encararnos con lo que realmente somos.
Por todo eso, es que miramos sin ver realmente lo que vemos, lo que es en realidad. Y pedimos ayuda al que dicen que sabe, al filósofo, al psicólogo, al maestro o psiquiatra. Pero lo que ellos digan no tiene ningún valor, pues cada cual ha de ver los problemas y las soluciones él mismo de primera mano.
 
No huyamos de la realidad, Javier, charlatanes somos todos. Tú sabes que las cosas las podemos comprender y explicar, informar, muy sencillamente con pocas palabras. Pero entonces, ¿qué haríamos durante todo el tiempo que invertimos en charlar, decir chismes, etc.? Ese es el problema. Por eso es que el problema primero es interno, ya que hay que resolver nuestro problema interno, que es nuestra vida, para que pueda llegar el orden que va a afectar a todo lo que hagamos, ya sea en el laboratorio, en la cátedra, en la oficina, en el hogar.
 
¿Pueden los jueces ser absolutamente neutrales? No. Porque son humanos. Y todos los humanos somos parciales, partidarios de algo. Por tanto, todos los jueces han de ser observados y vistos de la misma manera, ya sea que favorezcan a mi contrario o me desfavorezcan a mí. Es duro de tragar, ya se sabe, como la vida misma.
 
Después de ver lo que ha sucedido y está sucediendo en Palestina, durante setenta años -un genocidio contra los árabes-, eso quiere decir que en política –si las circunstancias confluyen favorablemente para que algo sea- todo puede suceder.
 
De un hombre de negocios, que se ha hecho rico como ellos saben, robando, ¿nos podemos fiar? No, porque pasan las veinticuatro horas del día pensando en el dinero, las ganancias, las estrategias de oferta y la demanda, como un vulgar avaro. Sin importarles las necesidades de los demás, ya sean materiales o humanas, psicológicas o espirituales.
 
Lo que nos destruye es la vida misma, porque hemos de morir. Lo único que puede cambia es el momento cuando nos llega ls muerte, que es un capricho de la vida.
 
Todos actuamos de la misma manera, ante un reto que nos desborda y supera. ¿Por qué creer que alguien es diferente a los otros, si ante un terremoto, la muerte de alguien querido, una infidelidad no esperada, todos hacemos lo mismo? No hay diferencia ni división entre los seres humanos. Es una ilusión infantil, superficial, creer que alguien está tocado por una gracia que le puede hacer especial, diferente de los demás ante los acontecimientos de la vida.
 
Las ilusiones, inventar lo que me gustaría que fuera, nos puede destrozar. Porque eso quiere decir que la lucidez, la percepción de lo que es la vida, nuestras vidas, la hemos perdido.
 
Mientras exista el odio al otro, se dirán toda clase de tonterías. Porque el odio saca el animal que todavía somos. Y por eso, es que usan esas palabras tan ofensiva, y mal educadas, porque están borrachos de aburrimiento, se han hecho viejos y no soportan nada ni a nadie, ni tan siquiera a ustedes mismos. Los problemas que tienen nunca los van a solucionar, porque son fanáticos, lo quieren todo. No saben lo que es el amor. Y por eso siempre lo quieren todo. Pero todo nunca se puede tener, si no es que no queremos nada. Y en esa nada, en el no ser nada –ni judío ni cristiano, ni europeo ni africano, ni creyente o no-, es donde puede germinar ese amor que no tienen. Y ese amor es la inteligencia operando, que nos dirá que las cosas absurdas, como ser un tirano, dictador, feroz y salvaje, nos trae la ruina de la contienda, el enfrentamiento, la violencia y las matatuzas en masa que son las  guerras.