En la vida, si es que somos para vivirla, ella nos salvaguardará hasta el día de la muerte. Pero, cuando uno ha de morir, ya sea que tenga unos días, unos meses o años, ya sea que tenga cien años, la vida nos mata implacablemente. Por lo que es un misterio el que nosotros estemos vivos, habiendo pasado por todos los peligros, enfermedades, etc. Y los misterios sólo se pueden vivir, no intentar comprender.
Pero, eso que ha hecho posible lo ‘Aparente y transitorio: un juicio, un sueño, una hipótesis, una posibilidad’, no sabremos nunca dónde tuvo el origen. Porque, todo es infinito hacia lo macro y hacia lo micro. Y entonces, sólo queda vivir eso que estamos viviendo, porque no podemos llegar a eso que decimos el origen, el principio de todo. Y por supuesto, tampoco podemos llegar al fin. Por eso, la vida es eterna, sin principio ni fin.
He encontrado interesante tu escrito, ‘Un bien por fin económico’, que se publicó ayer en el diario La Vanguardia de Barcelona. Gracias.
Creo que el agua tiene una mala tradición. Pues, en los lugares que la había abundantemente era gratuita –o casi gratuita- y la derrochaban, así creando todas las costumbres que van en contra ella: riego de manta –inundar todo un campo-, no detener el agua que entraba en los depósitos que se perdía por el desagüe, la obsesión de los jardines ingleses, nórdicos, las piscinas, no darle la importancia ni realmente el valor que tiene. Y como esos lugares donde hay abundancia de agua eran los más prósperos y ricos, marcaban la moda y la tendencia.
Para saber lo que tienen que hacer los pobres, cuando tengan un poco de dinero, es muy sencillo: sólo hay que ver cómo viven los ricos, pues ellos harán lo mismo. Por eso, ahora que todos tienen acceso al agua, ya sea potable o de manantiales, de trasvases, etc., todos ya pueden hacer más o menos lo mismo. Pero, el agua es un bien limitado, como todo lo que existe, como nos lo ha dicho el aire que respiramos, que parecía invencible, pero no: lo hemos ensuciado, contaminado.
Y como siempre, el problema y su solución pasa por cada uno, lo que uno hace con el agua, cómo la consume, el respeto que tenga hacia ella. Porque, las leyes y las normas tienen un cierto valor. Pero, lo que realmente nos cambia, es lo que tenemos dentro. Pues, siempre lo interno se impone a lo externo. Lo interno, al ser tan fuerte y poderoso, siempre encuentra la manera de manifestarse. Por eso es tan importante la educación.
Pero, para educar a una persona no sólo bastan las palabras –pues éstas en sí tienen muy poco valor real para describir lo que se está diciendo, describiendo-, tiene que haber un gran interés, una pasión que las llene de vida. Y eso sólo puede ser si esas palabras, van acompañadas por los hechos. Así que las personas mayores, los maestros, los profesores, cada persona ha de ser un maestro que enseñe cómo tratar el agua.
Para ello, uno tiene que tener un comportamiento de excelencia con el trato con las personas y con todo lo que es la vida. Pero, uno para llegar hasta ahí, primero se tiene que comprender, ver por qué esos impulsos de vanidad, de imitación. Y se dará cuenta que todo ello nace del deseo de placer, que mediante la vanidad, queremos llenar ese vacío existencial consumiendo, derrochando. Pero eso vacío no se puede llenar, solamente lo podemos comprender, viviendo con él, sin hacer un problema. Pues ese vacío existencial es la sombra de la muerte, que también la llevamos con nosotros.
"El que comete un mal y tiene temor de que se sepa, posee todavía una semilla de bueno dentro de su maldad, pero el que hace un bien y está ansioso de que se enteren, tiene todavía una raíz de mal en su bondad."
Porque las dos actitudes huyen del hecho, se dividen. Y donde hay división, hay conflicto, desorden, lo inadecuado, todo ello generador del mal.
Si esperas a que el pueblo gobierne adecuadamente, creo que no lo veremos. Fíjate tú lo espabilado que estás, ¿cómo van a estar los otros -los millones y millones que no se enteran de nada- tan espabilados como tú? Eso es una idea que, como todos los ideales, son como los que rechazamos -dios, el paraíso, el cielo, los santos-. Porque eso, Enghelbertb, no son hechos. Y nosotros nos hemos de atener a los hechos, para que haya orden. Y el orden solo puede ser cuando se encara la realidad tal cual es no como me gustaría que fuera.
No. Edward, no la he visto –esa película-. ¿Son esas mujeres, su historia, que mataron por ser republicanas, que estaban cosiendo la bandera republicana?
Y los terroristas fanáticos e integristas religiosos –financiados por las monarquías más crueles y dictatoriales árabes- también están masacrando a su propio pueblo que vive en Damasco, donde lanzan misiles y hacen explotar coches bombas, con sus miles de muertos. No pierdas el rumbo, el vasto e inmenso panorama de la realidad, Enghelbertb.
Obama, Bush hijo, Blair, y otros, ganaron por unos cientos o miles de votos. Y no pasó anda. ¿Qué hubiera pasado si el candidato de la oposición hubiera ganado como ha ganado el nuevo presidente?
Gracias por la aportación. Pero, hay que añadir que lo que se dice y describe no es lo real. Lo real está más allá de las palabras, las imágenes, sean bellas o feas, que sólo uno ha de descubrir. Por eso, lo que se narra, no es lo narrado.
Eso lo sabemos todos. Y lo falsean todo. Es que los más grandes ladrones, corruptos, ya sean reyes y príncipes, aristócratas, papas, banqueros, empresarios, políticos, altos funcionarios, etc., van todos por la calle y no devuelven el dinero que han robado y seguirán robando toda su vida. Porque, su sistema en el que viven, su manera de vivir, está sustentada en la corrupción y el robo, se asienta en el robo, la mentira, la corrupción. La pregunta es: ¿Por qué los toleran, los aceptan y aguantan? Porque en realidad, cada uno es como esos mismos ladrones corruptos en miniatura.
Por eso, la libertad, que es amor, es lo más peligroso que hay. Porque, uno vive a vida o muerte. Cuando uno actúa con libertad puede actuar unidireccionalmente, pero por tener libertad, también puede llegar un momento que no sabe qué hacer. Pero como va en una corriente de un río embravecido, no puede hacer nada y se deja llevar por lo que va saliendo. Sabe que en ese juego le va la vida, pero no puede jugar a otro, porque está completamente entregado a esa libertad, que necesita como el aire que respira. Lo que digan los otros no va hacer ninguna mella para disuadirlo de que deje de ser libre y viva superficial, convencionalmente. Porque siempre lo interior, que es más fuerte, se impone a lo exterior, a lo externo, lo corriente y considerado normal y bueno.
Lo que más mala fama le da a la libertad, es que en un momento puedes pasar de ser una víctima a un verdugo, y al revés, en este juego infinito que es la vida.