Tanto la libertad, como el cuestionar, han de ser en todas direcciones. Mientras haya represión, empuje para alentar y acelerar, o deseo de cambio, habrá conflicto con su desorden, su crueldad y violencia, que llevará a la guerra.
El problema de la libertad, es que uno puede decir lo que quiera por absurdo que sea. Y eso mismo, hacia Jiddu Krishnamurti, cuando quería, porque le convenía: decía todo lo contrario de lo que había dicho ayer. Por lo que era contradictorio y absurdo. Pero, la libertad permite actuar contradictoriamente, aunque sea absurdo.
Por eso, uno que no entiende ni comprende la libertad, ese comportamiento no convencional, que está más allá de conceptos e ideas, le parece absurdo.
Pero, la libertad los hace buenos a los mamones, ya sean Buda, Jesús o Jiddu Krishnamurti.
‘El más poderoso de un grupo se convierte en una sociedad más e impone sus creencias retorcidas e ideas, su doble moral sobre los demás’. Ahí estamos todos empantanados. Por eso, todos somos iguales psicológicamente en lo esencial.
La libertad o es total y absoluta para todos, o no lo es. Aunque en esa libertad tengamos que perder.
El mal siempre está ahí con nosotros. Porque, el mal es la división interna, que hace que seamos indiferentes a lo que les suceda a los demás. Incluso si me entero que a alguien le ha salido bien algo, tengo celos de él, ira, odio. Así que, mientras estemos divididos internamente seguiremos siendo indolentes, capaces de hacer daño, ya sea con los chismes, robando, siendo corruptos, con agresividad o con violencia.
Al estar divididos nos vemos vulgares y feos, somos irritables y gruñones. Y así cuando nos relacionamos, soy yo contra los otros. No puedo tener una relación adecuada, capaz de generar belleza, armonía, dicha. Entonces, si es que somos afortunados, es cuando hemos de investigar la división, hasta lo profundo de la raíza de ese problema. Y entonces, es cuando descubriremos que la división, es el resultado del miedo. Tengo miedo de perder lo que tengo, el trabajo, mi posición social, miedo de no ser nada, miedo de mi vecino, de mi compañera o compañero, de la esposa o la pareja, miedo también a caer enfermo, a que se repita un dolor desagradable y que me hizo un gran daño.
Y ese miedo nos resta la energía necesaria para responder a cada reto. Al tener miedo estoy inatento a todo lo que hago, quiero que las cosas suceden como yo quiero, desafío a la física y a la química, pero como no las puedo derrotar me generan rabia y malos modos, haciéndome feo y ridículo. Pero, no sé qué hacer ante tanto conflicto que hay en mí, ya que no quiero tenerlo, pero persiste como siempre. ¿Qué haremos, entonces para liberarnos de ese miedo y su conflicto que lo acompaña? Solamente hemos de estar atentos a ese miedo, ver todo lo que genera, todo lo que sucede, sin querer huir, cambiarlo o rechazarlo, solamente mirarlo atentamente con toda nuestra energía, amándolo. Y entonces, al no querer nada de él, cesa la división y nos cuenta su secreto.
La experiencia si es directa, total y absoluta, es la misma nada, donde sólo hay percepción, conciencia.
Todo es cuestión de ver. Si vemos la falsedad de las cosas, de lo que nos dicen, etc., entonces estamos libres de todo eso.
Los sueños son la continuidad de lo que nos sucede durante el día. Es decir, al no concluir completamente algo que hemos vivido, mientras dormimos, cuando la mente tiene más quietud, es cuando el inconsciente, todo lo que hemos sido –que es la memoria de la humanidad-, se expone, para así intentar solucionar ese problema inconcluso, no resuelto. Por lo que, si durante el día estuviéramos completamente atentos a todo lo que sucede, respondiendo totalmente a todo lo que nos llega, ¿por qué habríamos de tener sueños? Por eso, se dice: ‘Quien tiene hambre sueña con bollos’.
Los sueños, nos mediatizan la mente –nos quitan la frescura del vacío-, de manera que cuando nos despertamos estamos sorprendidos o defraudados, según hayan sido los sueños.
¿Pero el amor es dependencia, esclavitud, una adicción? El amor es libertad, lo total, con respecto de lo conocido. Libertad incluso de esto que estoy diciendo, porque en el amor todo es y todo puede no ser. Ese es su misterio: o lo pone todo fácil o no puede realizarse. Porque el amor es la vida misma, por eso sólo falta comprender: si comprendemos a uno, también comprendemos al otro.
¿Decir: actuemos con libertad es bastante para ser libres? ¿O habrá que entender, comprender qué es la esclavitud, lo que no es la libertad? La libertad es ver y comprender que la realidad es como es, tal cual es, y no se puede cambiar. Por eso, la libertad no es opción, es asunción de lo que es, la realidad, nos guste o no. Por eso, la libertad que es amor, es indescriptible, no sirven las palabras, es algo que se tiene que vivir íntimamente en uno.
¿Por qué e inadecuado para este grupo? Lo puedes explicar, Wim. Te va a ser complicado, pero inténtalo. No es nada personal, solamente es un ejercicio de investigación.
Por supuesto, detrás de cada experiencia, que es responder a un reto cualquiera, va a quedar el recuerdo de ella. Eso no se puede evitar, si no habría que ser descerebrados o dementes.
Lo que nos interesa, lo único importante, es que para que sea una verdadera experiencia, no una repetición del pasado, no ha de operar ni el pensamiento psicológico, ni el ‘yo’ –que son los mismo-.
No, erradicado no, Boris. Pues, el ‘yo’ no se puede aniquilar ni eliminar. Se tiene que comprender e ir más allá de ese ‘yo’, del tú’, de lo ‘mío’. Es lo mismo que sucede con la violencia, que no se puede eliminar tampoco –y la violencia es la consecuencia del ‘yo’, del ‘tú’, de lo ‘mío’, etc.-.