El desear lo suficiente a alguien, no basta para que se resuelvan nuestros problemas. Ha de haber una implicación con ellos. Es como cuando decimos: que dios te bendiga y ya creemos que hemos cumplido con todas nuestras responsabilidades. Cuando uno se tiene que empalizar con los problemas, entrar dentro de ellos, y ver qué se puede hacer con ellos.
Agredir y hacer daño a la naturaleza, cambiando su diseño original para un beneficio, hacer propaganda, por sagrado que nos parezca, va a hacer que el resultado sea lo contrario del que se persigue. Como te puedo hablar de respeto a la vida, de respeto a ti, si te agredo y te hago daño por capricho y mi propio beneficio egoísta. ¿Sirve de algo la publicidad, cuando somos libres, plenamente conscientes de lo que hacemos? La publicidad la usan los que quieren que seamos obedientes y manipulables, para sus propios intereses egoístas.
No se olvida, sino que lo comprendemos y nos hacemos libres de eso que nos oprime y nos hace feos.
Nunca sabemos lo que nos pueda deparar la vida, nuestro destino, hemos de ser humildes y sencillos para encarar la realidad tal cual es. Uno ha de hacer todo lo necesario para resolver los problemas, pero llegado un momento en que tal vez no podamos con ellos, entonces es cuando uno ha de ir más allá de esos problemas, de manera que nada –ni la salud, ni las relaciones, ni la economía, ni el paso del tiempo- va afectar mi vida para destrozarla en la amargura y el sufrimiento.
Lo más antiguo y decadente que hay para una mujer, es ser feminista, es creerse muy importante y atractiva, y todo lo que eso provoca. Pues, la hace entrar en conflicto, rabiosa y fea, llena de odio y amargura, por no entender la realidad de lo que cada cual somos.
El amor es sin miedo. Amor y miedo no pueden ser, ni ir juntos. El miedo nos divide, el amor es sin división. En el amor uno no tiene miedo de perderse, de no llegar. Porque cuando hay amor tampoco hay el futuro psicológico que dice: yo podría ser de esta o de otra manera, cuando venga, lo que quiero que venga, haré esto o aquello. Y proyectar en el futuro nos causa miedo a que no venga y no se realice.
Eso es una solución. Pero, los problemas que tenías en casa de tus padres van a ir contigo, aunque sean en otra dimensión, parezcan diferentes. Porque, todos los problemas nacen en nosotros y hagamos lo que hagamos, vayamos donde vayamos, allí los llevaremos con nosotros.
Cuando somos sinceros, limpios, no corruptos, es cuando podemos hablar de felicidad. Y si somos felices, entonces hagamos lo que hagamos será un gozo, la dicha del vivir.
La felicidad no se puede comprar en un supermercado, ni invocar ni pedir, ni llega por método o práctica alguna. La felicidad, si somos afortunados, sensibles, puede que cuando no sabemos nada de ella, llegue como cuando nos damos cuenta que la luna brilla en la oscuridad sin habernos dado cuenta.
¿Por qué nos ponemos metas a donde queremos llegar? El mundo está lleno de desgraciados, mutilados, muertos, porque querían llegar a la meta? No sé si han visto alguna vez a un corredor -no importa que fuera mujer o no- de una gran carrera, en los últimos quinientos metros, perder el control del cuerpo durante unos metros y caer al suelo sin poderse levantar.
Las metas, nos hacen brutales y crueles por querer conseguirlas. Si vemos las metas que se ponen los políticos, los poderosos, nos daremos cuenta los desastres, la violencia y las guerras que generan, ¿por qué queremos hacer nosotros lo mismo? Eso no quiere decir que seamos indiferentes e indolentes a todo lo que sucede e ir a la deriva como un madero por el río. Si no que habiendo visto todo lo que conlleva proyectar en el futuro, algo para conseguirlo, que nos lleva al desorden y la confusión, lo descartamos sencilla y naturalmente. Y si descartamos lo negativo lo que quede será lo positivo, el orden.
El mundo es corrupto, inmoral, y no le importa falsear la realidad, mentir, para que todo vaya como siempre. Por eso, uno ha de estar al margen de la mundanalidad. Y estar al margen de las maneras mundanas –insensibles, indolentes, indiferentes-, es no ser obediente ni tener miedo a cuestionar las mentiras, las corrupciones, las falsedades.
Ser libre es no depender de nadie psicológicamente-¿Pero por qué dependemos de alguien, del amigo, la amiga, del esposo, etc., si no se puede fiar de ellos -al igual como de nosotros-? Si nos conociéramos de verdad, seríamos totalmente libres, sabríamos darle el real y verdadero sentido a las relaciones, de la amistad.
¿Y todo eso es lo más importante -el darse un beso-? ¿Por qué es que somos tan superficiales, tan banales, si eso de lo físico es meramente animal? Esa parte animal simple está ahí y no hay que reprimirla ni violentarla, hay que comprenderla y vivir con ella sin generar conflicto.
Tanto la riqueza como la pobreza nos dejan en los mismos problemas de celos, de envidias, de defensa y ataque. Uno ha de tener lo básico, alimento, ropa, refugio, y todo lo demás –o de menos- nos va a generar toda clase de problemas: divisiones, conflictos, enfrentamientos, etc.
Hemos de ser serios, consecuentes con la realidad de cómo funciona la vida, cómo funcionamos psicológicamente. De lo contrario viene el desorden, la confusión, las frustraciones, los lloros, el sufrimiento y la amargura. Pues no podemos pedirle a la vida lo que no nos puede dar.