Torni Segarra

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La vida tiene problemas, por eso cuando menos generemos tanto mejor para todos. La vida es relación con el frío, la calor, los ruidos, el silencio, los vecinos, etc., pero no por eso hemos de exponernos al frío o la calor innecesariamente, igualmente sucede con las personas. Todo esto de que estamos hablando, está íntimamente relacionado con la necesidad. Uno tiene sed, ha de beber, lo mismo que si tiene hambre, ha de comer. Pero, siempre sabiendo que para comer ha de sacrificar a los animales, los frutos, etc. Y así en todo. Por eso, una vida de austeridad es precisa para que la vida tenga sentido y un significado verdadero.
 
El maestro si es bueno, quiere decir que es libre. Y una persona libre su comportamiento parece el de un loco.
 
Ewan MacDonal, presidente de la sección de Medicina Laboral de la UE.
Ayer leí tu entrevista en el diario La Vanguardia de Barcelona.
Gracias por las informaciones y comentarios.
Eres un gran vendedor, por eso tienes el cargo que has conseguido de tanta importancia por el sueldo y el poder que te da. Las generalizaciones son superficiales, son populistas, como les gusta actuar a los políticos. Como responsable de la salud de la Unión Europea, deberías de procurar que los ciudadanos tuvieran salud, desde el mismo momento de nacer.
Pero, para tener salud es preciso primero que nos cuiden, que nos respeten, que nos eduquen en buenos hábitos y costumbres. ¿Por qué promueven, por ejemplo el vino, las bebidas alcohólicas? El alcohol mata lentamente, y también rápidamente, al conducir un coche o motocicletas, bajo sus efectos.
Pero, lo que sí es algo de espanto son los recortes en la sanidad, en los servicios, sociales, en los recortes salariales, de desempleo, etc. ¿Sabe que la depresión abre la puerta a toda clase de problemas, que pueden desencadenar una enfermedad, o algunos actos delictivos, violentos?
¿Cuánto dinero ganas al mes, Ewan? Pues, según lo que ganes, según el dinero y las propiedades que tengas, eso va a determinar la clase de medicina que vas a promover, a desarrollar, a practicar. Pues, para curar uno ha de ser sensible al dolor. Y uno no pude ser sensible, si vive en la seguridad, con las cuentas corrientes abultadas.
¿Qué vas a hacer, seguirás con tu medicina convencional, dominada por los grandes laboratorios, por las generalizaciones y vaguedades, por la repetición, por el hágase ya? Para entender la vida, uno tiene que entender la muerte. Pues son las dos caras de la misma moneda. Y si no entendemos la vida, ni la mente, todo es la repetición, el miedo, la división. Es decir, el imperio del desorden, de la confusión y el caos, aunque a la mayoría les parezca todo tan natural y avanzado. Y es que tal vez, vosotros los que vivís como lo hacéis: con buenos empleos y sus buenos sueldos, con toda la influencia de que disponéis, deberías de probar el sabor amargo de lo que es no tener trabajo ni dinero ni influencia ni poder.
 
Es decir, cuando nos ponemos en la cama de noche para dormir, es cuando entramos en otra dimensión, que nada tiene que ver como cuando estamos despiertos, activos. La cama es uno de los lugares donde somos más vulnerables en todos los ámbitos. Antes la noche cuando vivíamos en la selva era el momento más peligroso, porque estabas inmóvil, indefenso, en manos de destino, de todos los peligros: fieras, los enemigos, el frío, la lluvia, el viento. Y en oscuridad, no se puede ir de aquí para allá porque, tropiezas y te puedes fracturar un hueso.
Así que la noche, de una manera o de otra, sigue siendo el momento de mayor vulnerabilidad.
 
Todo el problema está en el ver. Si pudiéramos ver todo el abismo que es la división, la violencia y el horror que provoca, tal vez, podríamos ir más allá de todo ese caos y confusión.
 
La vida sin sensibilidad, se convierte como la de un robot con su indolencia. Pero, la vida para que sea sagrada tiene que ver las posibilidad de ir más allá del sufrimiento, dolor. Y eso pasa por comprenderlo cada uno por si mismo, yendo a través de ese dolor.
 
Esto puede tener varias interpretaciones. Porque si uno no tiene miedo a la muerte, es que ya no teme a nada. Por tanto, si no hay miedo a nada, que importancia tiene morir despierto, semidormido, o dormido totalmente. Y cuando una persona a cierta edad se da cuenta que su cuerpo ya no responde como lo hacía tan natural y suficientemente, sabe y se da cuenta que el cuerpo es un cáscara, un vehículo que ha de acabar. Por lo que uno se desidentifica con el cuerpo.
Los prodigios, no tienen ningún valor. Lo realmente importante es estar libre de conflicto.
 
Puede que haya otra explicación más atrevida: que cuando el hombre erecta en la cama sin ser él el que lo provoca, puede que haya alguna mujer que le está enviando vibraciones sexuales femeninas.
 
Según lo veo Jiddu Krishnamurti, lo que decía era que quería liberarse y liberar a las personas. Y para ello es preciso estar fuera del conflicto de la dualidad, del tiempo, etc. Y como buen descendiente de la cultura budista, que era por su ascendencia cultural-religiosa, no veía favorable la especulación. Como en realidad así lo es, pues a la hora de especular como está ahí el infinito, las propuestas y contrapropuestas, son una pérdida de tiempo, o una distracción y entretenimiento.
 
Si él consideraba la inconsciencia -el estar dormido-, como una estupidez. Entonces, él no entendía la realidad, el cosmos, pues todos los seres vivientes parece ser que duermen, dormimos.
 
Y solos también. Porque, el baño siempre ha sido un lugar de acicalamiento. Y todo acicalamiento, por lo menos en los que tienen la capacidad sexual activa, lleva consigo implícita la sexualidad, el sexo.
 
Y es que somos cultura, lo que se repite y repite es lo que va conformando una manera de ser culturalmente diferente a como se era antes en las costumbres y en los modos. Aunque, básicamente, el sexo siempre impone su ley que es el deseo de satisfacerlo de una manera o de otra. Todo ser viviente ha de hacer lo necesario para sentirlo, practicarlo o pensarlo.
 
No lo creas, Pablo. Porque, alguien que no sea un dictador brutal, se deja llevar al ser vulnerable. Aunque, cuando llega la anarquía mental, para que no se manifieste externamente, uno la ha de descartar.