Todos los caminos son buenos, o pueden serlos. Todo depende qué hagamos allí. Un camino, corrupto, que nos degenera, ¿para qué queremos estar en él, ir por él? Es el apego, el vicio de la costumbre y la repetición, lo que nos esclaviza a todas las miserias.
Por eso, el mejor camino es el del desapego, el de la liberación, de lo que nos esclaviza, sea lo que sea. Si algo nos esclaviza nada tiene valor, pues el desastre está con la esclavitud.
Una cosa es ver si se puede ir más allá del conflicto. Y otra cosa es promoverlo y revolcarte con él.
Eso que queda tras la muerte, ese ‘todo lo que es’, a nosotros ya no nos concierne, porque ya no estamos.
El verdadero maestro es también el discípulo. Porque todo lo que el maestro transmite, también lo genera el discípulo.
¿No hemos notado, que según hacia quien nos dirigimos va a ser nuestra respuesta, según sea más evolucionado o no, tanto psicológica como espiritualmente? Lo que quiere decir que ambos, el discípulo y el maestro, se interactúan y condicionan mutuamente. Es como en un equipo de fútbol: cada cual tiene su papel e importancia, ya sea el que mete los goles, como el que evita que se los marquen a su equipo. La superficialidad y la ignorancia, pone el énfasis en uno, o unos, infravalorando a los demás. Ese paradigma, corrupto e inmoral, es el mismo que el que sostiene a las monarquías y sus reyes, a los políticos, etc. Siempre con su pirámide incuestionable e indiscutible del poder, donde el que manda está en la misma cúspide, por el miedo a que se vaya a pique. Lo que quiere decir que ellos saben que viven en la mentira.
Cuando se trasciende la dualidad hay unidad. Y hagamos lo que hagamos, no nos importa porque ese hacer está más allá del bien y del mal, del concepto de lo bueno de lo malo, el miedo. Es luego, cuando el pensamiento lo recuerda y dice; ‘Eso que hice estaba bien, o estaba mal’. Pero, eso ya no tiene ningún valor, eso es la charla de la mente.
Ya estamos con la dualidad de dentro y fuera. Cuando sólo hay una acción unitaria, total, no divisiva ni fragmentaria. ¿Por qué repetimos y hacemos caso a cualquier intelectual, maestro o gurú, por renombre y cartel que tengan? Ellos, cuando promueven y generan división son superficiales, viven en la confusión de la vanidad de las cátedras, títulos, sus artículos, los halagos que les hacen. Pero, como sus seguidores son como ellos, la confusión, el desorden, la corrupción, es vista como normal, sólo ven la apariencia, el ego desarrollado del maestro por encima de los otros egos pequeños que son sus seguidores.
Ya sea la mejor medicina que haya, por milagrosa que se diga que es, no nos va a librar de la miseria humana, la enfermedad, la vejez y su degeneración, la muerte.
Pero, si somos indiferentes a todo lo que sucede, tampoco la verdad puede llegar.
El punto está en ser completamente igualitarios y respetuoso con todos, Porque, cada cual actúa según los retos que le llegan. Entonces, si sólo respondemos a unos retos y a otros no, ¿dónde estamos, en la corrupción, no? Tú, Arlene, tienes tus motivos para escribir, otro tiene los suyos. Los dos creéis que los motivos son importantes. Por tanto, el problema es solamente de respeto. Primero empezando por no molestar a los otros. Y luego por no responder a las provocaciones. ¿Parece demasiado decir? Pero eso es la realidad, si es que queremos que no haya conflictos entre nosotros.
El problema de comer carne o no comerla, eso es cosa de la moralidad de cada cual. La moralidad, aunque la mayoría sabemos lo que es, cada cual la acepta y al vive de una manera. Hay quienes matar a un animal cualquiera, un hormiga, un insecto, un pequeño pájaro que cruza la carretera cuando vamos en coche, no les conmueve de manera para hacer algo al respecto.
Dejar de comer carne, para no sacrificar animales, es porque uno ha llegado a sentir una conmoción al saber que, por su causa, se han de criar animales parar matarlos y alimentarnos con ellos. Y esa conmoción, es fruto de la compasión.
Esa pregunta: ‘¿De la nada puede surgir una realidad? ¿De dónde surgió el mundo que conocemos? Estoy rodeado de cosas que ha creado el pensamiento y son reales y las puedo tocar’.
¿Tú, Humberto, cómo sabes si las cosas son reales o no? Como nunca lo sabremos, va a ser algo vano especular sobre ello. Lo que sí que sabemos, es que si vamos hablando solos por la calle, nos van a tomar como locos y nadie nos va a dar trabajo ni a confiar en nosotros. Es decir, ese hecho que podemos decir que es una ilusión, se convierte en una realidad porque nos está causando unos problemas. Y sino habláramos a solas por la calle, esos problemas no serían. Eso mismo, puedes verlo, de una manera más grave: puedes matar a alguien y decir que todo es una ilusión, pero cuando vayas a la cárcel, al juicio y te condenen a varias decenas de años a no salir de allí, ¿seguirás diciendo que es una ilusión? Ese es realmente el problema. Podríamos decir como dicen los cristianos y otros: que nos falta fe para llevar adelante eso que creemos. Pero finalmente, está el conflicto –que también debería de ser otra ilusión-, ¿se vive mejor en conflicto o sin ellos?
Creo que todavía no has captado la manera cómo funcionan las personas, tú misma Arlene. Eso que tú describes sobre la reacción de JK sobre el dolor que tenían ante los ojos. Al día siguiente, ante otro reto parecido, tal vez decía y hacía todo lo contrario. Porque cada reto siempre es lo nuevo.
O sea, que lo que digan los demás, como ya está muerto, no tiene ningún valor. Porque el reto es siempre ahora. Y un reto y su inmediatez en el ahora, su respuesta no tiene ninguna referencia con el pasado. ¿Quién sabe cómo vamos a reaccionar y responder ante un reto traumático, que nos golpea?
El pájaro cantador mañanero, hoy no ha cantado llenando todo el espacio con su finura y poder. Ha llovido está noche hasta cerca de la madrugada, por lo que los pájaros estaban silenciosos. Pero, ha habido un momento en que parecía que el cielo se iba a aclarar, en que el pájaro que parecía ser el dueño de todo el lugar, ha empezado su fresco y encantador canto. Ha estado unos minutos con su sonoro y ligero cantar, llenándolo todo de manera que parecía que estaba en todas partes, por todo el lugar. En esos minutos, que parecían todo el tiempo sin medida, el energético canto de pronto cesó, dando paso otra vez a la lluvia y a lo oscuridad de las nubes.