En la inacción hay acción total.
Todo pasa porque nosotros somos conscientes de lo que está pasando. Sólo los dementes no son conscientes de nada de lo que sucede.
Si hay una necesidad, ya hay un motivo. Y el amor es sin motivo alguno, sin deseo.
Sergio y los otros que piensan igual que él, si hubiera un estallido violento, que tú promueves, alientas y participas, y un proyectil cayera donde vive tu mujer, tus hijos, tus nietos, tu nuera o el marido de tu hija, y los matara, y dejara sin piernas y ciegos a dos niños, tus nietos, ¿qué sentirías? ¿Más odio aún, para seguir siendo un cruel y sanguinario guerrero, para hacer lo mismo con los que dices que son tus enemigos? El diente por diente y el ojo por ojo, es el fracaso de los locos, que viven con las armas bajo la almohada, siempre dispuestos para matar.
El que quiere matar y asesinar, siempre encontrará el motivo para hacerlo. Pero el que no quiere matar, siempre encontrará la energía para no hacerlo.
¿No es mejor tener la sensibilidad desarrollada para darse cuenta que la violencia y la guerra es la locura que ustedes exhiben, siempre queriendo dominar, agredir, imponer con crueldad y violencia, proclamando las guerras como la solución? Sus ideas y teorías son tan estúpidas como lo son todas. Lo importante son los hechos. Y los hechos son: o se vive como un carnicero enloquecido, con muros, con ejércitos, con espías y sus maneras crueles, o se vive de manera para que toda esa locura no llegue. Y para que no llegue esa locura de la violencia y la guerra, hay que ser compasivo, tener amor. Que es lo que no tienen en absoluto, pues son fanáticos por esas ideas estúpidas que les llevan a la violencia y a la guerra.
¿Lo verán? Para verlo han de morir a la idea de su país, a la idea de su raza, religión, a la familia y a la tribu, para ser un ser humano completo, total, holístico, libre de apegos, que ve toda la vida como una totalidad, sin fronteras físicas ni psicológicas.
Para ser fuerte hay que tener libertad para poder ver. Ya que en ese ver en primera persona lo que es la realidad, no lo que yo quiero que sea, es cuando podemos encarar el reto que nos llega completamente, sin que la energía no nos llegue fragmentada, sino en su totalidad.
Los inmorales y corruptos, ahora que pueden por la crisis económica, se han hecho aún más. Su descaro y falta de humanismo parece que sea un atributo y derecho de ellos, apoyados por los políticos, etc., y todos los que mandan, ya sea los que se ven como los que no. Solamente nos queda en no caer en esa locura cruel, fruto de su insensibilidad y su desgracia.
El problema para algunos es que no pueden hacer sexo sin abrirse y entregarse completamente al otro, pero ese otro que se encuentra no es adecuado porque se asustan de ver a alguien completamente desnudo, y como consecuencia a su vez, verse ellos también.
En la vida, la víctima pasa a verdugo, y al revés el verdugo pasa a víctima, de un instante a otro, en un juego que no tiene fin. Por eso, a la hora de culpar y cargar las culpas a los demás, hemos de ver nuestra parte también. Y eso, nos hace humildes, llenos de compasión y amor.
¿No te parece, Jesús, que lo que hay que legislar de urgencia es que el cuarenta por ciento de los ricos corruptos e inmorales, que defraudan a Hacienda, no lo sigan haciendo? Legislar de urgencia para hacerles un bloqueo a todos los paraísos fiscales, que es donde guardan el dinero robado, que hay por todo el mundo en el que se impliquen la ONU, la OTAN, etc. ¿Lo harán? No lo harán, porque todos los que mandan comen del mismo pesebre. Pero si quisiéramos de verdad, esa corrupción no existiría. Por lo menos en nosotros no. Y si uno no tiene nada que ver con esa inmoralidad, entonces el problema de mi conciencia no existe. Soy libre de esa maldad que genera las muertes por hambre de las personas que van a morir ahora, en este preciso momento, por su extrema debilidad, de todo el dolor y el sufrimiento, de los que son desahuciados, de los millones que no tienen trabajo, mientras nosotros derrochamos y despilfarramos de todo, mientras vivimos tan tontamente.
No puedo leer todos los comentarios, son demasiados para mí. Pero al leer los primeros, creo que toda la irritabilidad llega con el miedo. Miedo de verme ante alguien que no me comprende, que no es lo bastante rápido ni inteligente, miedo a perder el tiempo, miedo a lo feo y desagradable que es para mí escala de valores, miedo de lo que me podría hacer: daño, robar, insultar, despreciarme.
La pregunta: ¿Puede desaparecer ese miedo, que es irritabilidad? No puede. Lo diré con estas palabras: cuando me doy cuenta que estoy inatento es cuando vuelvo a estar atento. Pero añado: si es que puedo volverme atento en ese instante en que estoy irritado.
Gracias por el tiempo y tu información, José Manuel. La cuestión de todo lo que estamos diciendo es cosa de ver o no ver. Vamos a ver si lo aclaramos. Aquí en España, y otros sitios de Sur América, unos dicen que torear a los toros, es un arte. Pero hay otros, que dicen que eso es tortura, violencia, un asesinato del toro. ¿Qué hacer ante este hecho, pues los dos que parecen encontrados, pueden coincidir en algún sitio y han de relacionarse, ya sea en el trabajo, por un amigo común, etc.? Entonces los dos se tienen que respetar, aunque se cuestionen el uno al otro hasta el infinito.
Con la violencia y la guerra, sucede lo mismo: los que no quieren la violencia de nadie, y los que la quieren, al menos la suya, tienen que convivir. Y también se pueden cuestionar sus comportamientos y sus posturas. Uno dice que la violencia está originada por la división interna, que todos tenemos, que al salir al exterior genera la división entre las personas, las razas, los nacionalismos, las religiones, entre marido y mujer, entre jóvenes y viejos. Por tanto, esa división genera miedo, conflicto, que se manifiesta en el ego, el ‘yo’, que entra en colisión contra el ‘tú’: ‘yo’ soy bueno, pero ‘tú’ eres malo, la violencia que ‘yo’ hago es legal y la que ‘tú’ haces no los es. De manera, que si el ‘yo’, el ‘tú’, el ‘nosotros’ y el ‘ellos’, desaparecen, desaparece también la división. Y si no hay división no puede haber ni conflicto, ni miedo ni violencia. Pero el que quiere la violencia y la guerra, dice que eso sólo son palabras, que el hombre es un animal depredador para los otros hombres, que hay que estar preparado para repeler la agresión y la violencia, de la misma manera.
Por tanto, cada cual que haga lo que tenga que hacer: el que quiere la violencia, que la haga. Y el que no la quiera que no la haga, venga lo que venga. Es algo así como los corredores de motos, de coches, los que suben al Himalaya o a los Alpes suizos, o los toreros, ellos saben que la muerte está ahí, pero ellos van más allá de esa posibilidad que la muerte los destruya.
Por lo que uno que descarta la guerra, la violencia, no tiene bando, ni religión ni país –todo el mundo es su nación-, ni ideas ni teorías, ni está a favor ni en contra de nada, etc. Porque de lo contrario, el ego, el ‘yo’, operaría y eso lo dividiría y entraría en la dinámica del conflicto, de los enemigos, los contrarios, los que disputan, reclaman, exigen una idea o teoría nacionalista, política, religiosa, económica, es decir todo eso se convertiría en violencia, en la carnicería y las matanzas en masa que son las guerras.