Los que defienden una idea o teoría, no pueden llegar a algo definitivo. Porque una idea o teoría se puede contrastar con otras ideas y teorías. Por lo que es vano seguir por esa vía, que nunca se van a encontrar las dos railes del tren.
Enghelbertb, si tienes problemas con la vecina y ves que ella no cambia su actitud de falta de respeto hacia ti y los otros. ¿Podrías cambiar de casa o de apartamento? Ceder para que no haya más conflictos y problemas. Y así darle la máxima lección posible: demostrarle con hechos lo que hay que hacer para que haya paz y no conflictos.
Por eso te he dicho, Enghelbertb, que en lo mecánico, en lo doméstico, el cerebro y su pensamiento, sí que tiene su sentido y valor, para hacer el pan de arepas, para hacer un programa para el ordenador. Pero, para lo que no sirve el pensamiento es para que llegue algo que no ha sido tocado por él: lo que es sin conflicto, sin vanidad, sin codicia ni avaricia, sin un deseo, taimado, mentiroso, cruel.
Pero, si después de dialogar, de hablar, de almorzar juntos viendo la manera de no molestaros el uno al otro, pero no hay resultados favorables para el respeto, ¿qué solución vas a darle a esa situación de que tu vecina te molesta y no te deja dormir, con las fiestas por la noche? Las soluciones son pocas: O tú tragas sus fiestas. Te agregas a ellas. Le haces la guerra. O, cedes y te vas de ese lugar a vivir a otro sitio. ¿Tú, tienen otras soluciones?
Los creyentes, Lucas, le dan a la vida un significado, el que sea, esa es su obsesión –significado que siempre acaba en un dios todopoderoso, que el hombre lo ha encarnado en los reyes, los soberanos, los mejores, los campeones-. Pero, el resultado es la absoluta falta de amor y compasión. Porque el mundo está lleno de creyentes que darían la vida por una idea -su país, su religión, su teoría, su codicia, su deseo de vencer, etc.-. Y esta actitud tan aberrante y cruel, es la que ha creado la manera de vivir en que unos tienen de sobra de todo, destruyan sin ningún respeto todo lo necesario para vivir. Cuando hay otros -millones- que no tienen nada para comer, se mueren en una agonía de debilidad y desesperanza. Por el olvido de esos, que no saben qué hacer con eso que tienen y les sobra, que destruyen y le dan un mal uso con su falta de respeto. Ese es el resultado de veinte mil años de creencia religiosa en un dios, con sus ritos y su parafernalia, con su superstición. Es decir, es el resultado es la absoluta falta de amor y compasión por la vida, por los hombres. Lo que indefectiblemente provoca y genera la violencia, la guerra y toda su crueldad.
Por tanto, la verdad es ver la manera de salir de ese conflicto de intereses.
Un conflicto de intereses quiere decir: A contra B. Y, B contra A. Conflicto entre pobres y ricos, entre creyentes y no creyentes, entre mujer y hombre, entre marido y mujer, entre el que hace algo y el otro no quiere que lo haga. ¿Puede ese paradigma del conflicto desaparecer? Si desaparece ahí está la verdad, nos guste o nos disguste.
El pensamiento solamente puede operar en lo conocido, que es la fragmentación y la fricción interna. Por eso, todas las soluciones del pensamiento, por agradables, gananciales y placenteras que sean, no son más que la continuidad que la pérdida de confort. Donde el sufrimiento desestabilizador impone su ley.
La vida es energía condensada en la materia. Y la materia ni se crea ni se destruye, si no que se transforma. Por tanto, esa descripción es una especie de apaño que no responde a tu pregunta: ¿La vida tiene origen?
Nosotros somos animales, evolucionados. Pero, nuestro cerebro sigue siendo el del animal -con el añadido espiritual y el desarrollo psicológico-. Por eso, al hacer la pregunta de si la vida tiene origen, sería tanto como pregúntaselo a un gorila o una hormiga. Ellos, como todos los animales, saben que hay algo que no dominan. Y no se preocupan por eso. Se preocupan por la comida, lo que comen. Y por todo lo que necesita el cuerpo, que les exige que se le dé.
Esto es así, Nicolás, porque hay lo que se llama el infinito. Entonces cualquier cosa que digamos, puede rechazarse tanto como afirmarse infinitamente. Así que, uno descarta todo eso de los orígenes y se atiene a lo realmente importante: a alimentarse, a vivir en armonía con las personas, creando para ello los menos problemas y conflictos posibles.
He leído tu entrevista en la que hablas de la nueva guerra en Mali, en el diario… de hoy. Gracias.
Hay algo que parece que se repite en la historia de los hombres: los conflictos, las luchas y enfrentamientos, la violencia y la guerra. Durante la mayor parte del siglo pasado, todo lo que sucedía de negativo, el poder, el establishment, siempre les daba la culpa a los comunistas. Ellos encarnaban todos los males desestabilizadores, todos los peligros. Y hubo muchas guerras para combatirlos allá donde se pretendían instalar, en un país, una zona. No quiero decir con esto que los comunistas, tenían razón con los métodos para hacer fracasar y descabalgar al poder, apoderarse de él: desestabilizaban, creaban un clima de revuelta, manifestaciones, revoluciones armadas sanguinarias, guerras, etc.
Ahora, en la actualidad, sucede lo mismo con los musulmanes, que son presentados como los únicos responsables de todos los conflictos y problemas.
En ambos casos -el comunista y el musulmán-, siempre son los culpable ellos solamente. Cuando un conflicto, desavenencia, disputa, entre personas, los culpables son las dos partes.
Y ese es el mal endémico de los hombres: los otros siempre son los culpables, nosotros tenemos la razón. Y por ello, estamos legitimados a ser violentos para defender e imponer lo que nosotros creemos que es lo mejor, lo verdadero.
Y ese mismo problema, ese paradigma, es el que se repite a todos los niveles, ya sea el global, el de las alianzas mundiales, el de cada país, el del nivel personal con otro.
¿Puede haber paz con esta manera de vivir en que el ‘yo’ es el que dicta la manera de proceder en todos los ámbitos? Nunca ha habido paz, ni dentro ni fuera de nosotros. Y si el ‘yo’, no es comprendido, visto dónde está su raíz, para ir más allá de él, seguiremos sin un solo día de paz. Seguiremos teniendo los cuarteles llenos de militares, llenos de armas destructivas y mortíferas. Seguiremos invirtiendo millones y millones para mantenerlos, cuando estamos sustrayéndolos de los servicios sociales.
Con esa actitud insensible, corrupta, indolente, ante el sufrimiento de los demás, ¿puede haber paz? No lo puede. Solamente desencadena conflicto, enfrentamiento, violencia y guerra.