Torni Segarra

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Todos somos prisioneros de algo: de los hijos, de la pareja, del trabajo, del dinero, del cuerpo y sus peculiaridades, del lugar donde vivimos, de la familia y los parientes que nos han tocado, del tiempo ya sea frío o calor, o ni una cosa ni la otra, etc. Y todo eso nos altera, porque le damos demasiada importancia. Pero, es con eso con lo que tenemos que vivir. Así que, en el momento que lo comprendemos en su totalidad, entonces nos liberamos de esa tiranía de la esclavitud, de la dependencia, de ser prisioneros.
 
Ese es el problema, Ángeles, siempre va a haber algo que nos moleste, que nos torture, porque la vida no está hecha a diseño de cada cual. La vida es como es. Y eso no se puede cambiar: hay personas que nos parecen agradables, otras no. Pero eso, mismo dicen de nosotros: que somos fatuos, petulantes, engreídos, fastidiosos y negativos, molestos. Y es con eso con lo que tenemos que vivir. ¿Qué vamos a hacer si todos pisamos la misma tierra, estamos en el mismo barco?
Uno no tiene que huir, se tiene que llenar como un vaso hasta que esa ausencia de división, que es la huida, hará que florezca la inteligencia, que lleva consigo el gozo de vivir. Todo es pasajero, va y viene, por eso hemos de verlo en su totalidad.
 
Ser machista y ser feminista es lo mismo, son dos extremos, que se quieren destruir, aunque usen la cortesía y la hipocresía, los halagos y boberías.
 
Y así es: cuando algo tiene que ser, gana la parte que así lo quiere. La otra parte que no quiere que algo sea, no puede hacer nada. Y por eso lo que es, es y se manifiesta. Aunque, como todo, es cambiante y puede transformarse y desaparecer para volver a ser otra vez.
 
Eso no sólo lo hacen las mujeres –sean inteligentes o no-, lo hacemos todos los seres humanos. ¿Por qué esa ilusión de que ser mujer es algo fuera de serie, como si fuera algo sobre humano, cuando no lo es?
 
Ese mismo detector de mentiras, que tienen las mujeres, también lo tienen los hombres. No seamos ingenuos e ignorantes.
 
Seguimos con la misma: todo lo que pueda hacer una mujer, también lo hace un hombre, en el ámbito psicológico, humano, espiritual. Y al revés.
 
El cambio es ahora. Es porque no tenemos claro que queremos cambiar, que decimos que ahora no estamos preparados, que dentro de unos días, semanas, meses o años, cambiaremos.
 
Lo que demuestra que alguien ama a una persona, a las personas, son los hechos en todos los ámbitos y no las caricias ni el sexo, ni los regalos ni los halagos.
 
Eso es lo que está sucediendo siempre en todos los ámbitos y a todas las personas: las palabras son bonitas, agradables al oído –justicia, libertad, no corrupción ni inmoralidad-, pero los hechos no traducen esas palabras, sino todo lo contrario. ¿Por qué es eso así, que hay traición, hipocresía, falsedad, latrocinios, corrupción? Porque el hombre, quiere algo que no puede llevar a cabo. Teóricamente se ilusiona, pero a la hora de vivirlo se atasca y perece en la vulgaridad, y la repetición de lo viejo, de lo de siempre: el egoísmo.
 
Primero que nada uno ha de ver que es lo mismo que el otro: la pareja, la esposa, el pariente, el amigo, el compañero de trabajo, el vecino, o la persona que vemos por la calle. A partir de ahí, si lo emprendemos y lo vemos como la realidad que es, entonces no hay sorpresas, engaños, cosas escondidas que descubrir. Porque sabemos que como nosotros mismos, ellos, los otros, pueden y van a hacer todo lo que hace uno, lo que hago yo. Y entonces, la vida no es una batalla para querer demostrar que uno es mejor, es bueno, es algo extraordinario, porque nosotros y ellos, ‘yo’ y ‘tú’, somos la misma cosa.
 
La ausencia de miedo es la libertad total, donde la relación con todo –personas, animales, objetos, toda la vida- todo se transforma.
 
Un suspiro puede ser tantas cosas, puede ser que pierda tu equipo favorito de fútbol, de que vayas a comprar algo y ya no esté, de que las personas te desprecien, y no te vean tan importante y maravillosa como tú te crees que eres, porque te miras al espejo y no das la talla de la imagen que tú quieres tener, ya que la vulgaridad ha dictado qué imagen es la mejor, etc. En cualquier caso, el suspiro es querer y no poder tener eso que queremos.
El suspiro vendría a ser la ira y el odio contra algo, pero en un sentido negativo, renunciando a hacerlo físico, externo con actos agresivos y violentos.
 
Leí en la prensa del día 17 de julio, tus declaraciones respondiendo a las declaraciones de tu amigo y ex compañero de trabajo. Y cuando dices: ‘Yo habría actuado de otra manera’. Esto es una hipótesis ya que nunca lo podrás saber, porque tú nunca sabrás sus motivos, ni estarás en el mismo caso que tu amigo estuvo para actuar de la misma manera que lo hizo.
Por ello juzgar es tan banal, y fuera de lugar, porque nunca sabremos la verdad de por qué hacemos lo que hacemos. Lo que sí está claro, es que todos somos básicamente iguales psicológicamente. Es decir, todos en las mismas situaciones hacemos lo mismo: ¿Cuándo gana tu equipo, verdad que te pones contento? Y, ¿quién no se pone contento si su equipo gana? Por lo tanto, quiere decir que no somos tan libres como nos creemos, porque estamos condicionados por la cultura, la moral, etc.
 Y este condicionamiento incluye el no poder saber nunca dónde está la realidad última ni la primera. ¿Por qué unos mueren y nosotros todavía no, estando todos los peligros dentro de nosotros y a nuestro alrededor?
 
¿Se puede amar verdaderamente a los demás sin amarse uno mismo? ¿No es una contradicción, o las dos cosas van unidas indivisiblemente? Si tú te haces un mal consciente, lo harás también a los demás. Por tanto, ¿dónde está el amor? Si es que el amor puede existir, es algo real y verdadero.