Torni Segarra

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Una sonrisa, es como un pasaporta internacional, es la llave que puede abrir todas las puertas. Ahora falta saber, ¿para qué queremos que se abran las puertas?
 
Eso mismo quieren los hombres sensibles, que son conscientes y perciben todo el dolor en ellos y en los demás. Porque, sin orden -tratarse como iguales- siempre habrá falta de respeto, brutalidad, crueldad, violencia.
 
El dolor es lo que más nos une, porque todos sin excepción lo sufren, lo sienten. Por tanto, mi dolor es exactamente igual que el tuyo. Así que como mi dolor es igual al tuyo, ¿por qué hacemos diferencias y nos dividimos entre negro y blanco, de pueblo o de ciudad, entre mujer y hombre, entre creyente o no, de izquierda o de derechas?
 
Todos los destinos, los de cada cual, son extraordinarios. Pero, como cada cual tiene un destino –unos más enrevesados, activos y con más ruido, que otros-, la ignorancia cree que unos son más importantes que otros. Y por eso se han inventado el machismo, el feminismo, los nacionalismos, fascismo, comunismo, todos los ismos divisivos, conflictivos y crueles.
 
¿No nos damos cuenta que dios no puede escuchar porque no existe? Sólo existe la ilusión de un personaje, que ha de ser todo lo bueno, para que pueda ayudarnos de todas las miserias. Pero eso que se le pide, esa pretendida charla con dios, solamente es una charla con uno mismo. Por tanto, si nos enfrentamos al hecho, sin huir ni querer cambiarlo, de que somos nosotros mismos los que tenemos que salir del atolladero en que estamos –depresión, crisis económica o sentimental, etc.- todo su secreto se manifestará. Pues, cuando no hay huida ni represión de un hecho, es cuando estamos totalmente con él, con atención profunda, que es cuando al no haber división el amor y la inteligencia están operando.
 
La risa es peligrosa porque es cuando nos abrimos totalmente a los que están con nosotros y participan de esa risa, que es como una borrachera. Pero cuando pasa el efecto, hay que enfrentarse a los desperfectos –pues la risa siempre es a costa de otro, pues reírse de uno mismo es muy raro y dura poco-. Por supuesto, que tenemos libertad para actuar como queramos, pero uno tiene que ser consciente del terreno que está pisando.
 
Si no empezamos por uno mismo a hacer lo que queremos que hagan los otros, ¿qué sentido tiene exigirlo?
 
No hay una manera particular de amar a alguien, sólo existe el amor que es universal, igual para todos. O me amas o no. Y eso, se demuestra con hechos.
 
En el momento que tenemos amor, uno es totalmente, es él solo y todos a la vez.
 
Todo eso de la esperanza, de que después de las tormentas y la oscuridad, viene la luz otra vez, si no hacemos algo al respecto puede que no llegue. Es como cuando uno está enfermo y se está curando -se cura porque la vida aún no lo quiere matar-, pero él tiene que ir en esa dirección de querer vivir.
 
‘Una mujer que lee, almacena belleza para su vejez’. Pero si no se comprende y se libera de su condición de mujer, nunca será verdaderamente bella.
 
La venganza es la venganza, la podremos disfrazar de indiferencia, de que es la consecuencia de los actos que uno ha hecho, pero si no hay un perdón sanador y purificador. Esa pretendida ausencia de venganza, que es mentira, una falsedad, nos va a afectar haciéndonos feos y viejos, amargados.
 
Eso mismo que tú acusas a los hombres, se podría decir exactamente igual de las mujeres. Porque, somos la misma cosa, somos iguales: queremos la seguridad, no queremos sufrir, queremos ser eternamente jóvenes –aun sabiendo que es una tontería, absurda y ridícula-. Porque tenemos miedo, de no ser lo que queremos ser, conseguir.
 
Si no hay perdón, todo es mentira. Pues todas las palabras y buenas intenciones son echadas a la basura.
 
El amor es esa cosa tan rara, que tal vez puede que no exista. Cada uno tiene que entrar dentro de él y descubrir si el amor existe, puede existir, o no.
 
Los deseos se comprenden. Y para acabar con ellos, se viven o se descartan
 
Lo que los hombres quieren de las mujeres es lo mismo que vosotras queréis de los hombres. Porque, somos iguales. Pero, la ignorancia inventa la división, el ego, el ‘yo’, que dice que uno es más importante, bello e inteligente, astuto, más capaz que el otro. Pura ignorancia, condicionamiento, superficialidad.
 
La sonrisa es la señal, el aviso, de que algo funciona bien, aunque sea instantáneamente. Porque después de la sonrisa puede aparecer el lloro, la tristeza.
 
Según mi opinión, es un conjunto que da una imagen hortera: el reloj, los zapatos, las gafas decadentes, etc.
 
También aquí prosigue la imagen hortera con los zapatos, y el macuto también decadente, como para viejos, cuando se supone que es para jóvenes.