Todas las cosas que parecen muy importantes, tienen una explicación sencilla también. Que la mayoría por vanidad, desprecia y abraza lo complicado lo entienda o no.
Hace unos años en Europa, cuando un alcalde propuso distribuir en algunas discotecas preservativos gratis, hacer charlas informativas de cómo usarlo, los católicos se volvieron contra esa decisión con todo el clamor, manifestaciones, etc.
Gracias, Patricia. Es posible deshacerse del ‘yo’. Parece que no lo es. Pues, el ‘yo’, es el condicionamiento, el pensamiento, la herencia de todo lo que hemos sido a lo largo de miles y miles de años.
Entonces, ¿qué podemos hacer con ese ‘yo’ que tanto nos confunde? Ese ‘yo’, el ego, que nos genera conflictos como el ‘nosotros’ y ‘ellos’, el ‘tú’ y el ‘yo’. Por mucho que intentemos combatirlo, huir de él, siempre va a estar ahí. Por tanto, el ego, el ‘yo’, hay que tratarlo como el frío o el calor, verlos sabiendo que no podemos hacer nada para que desaparezcan y por eso vamos más allá de ellos.
Es decir, si uno encuentra una persona que dice algo contra nosotros, si no huimos ni queremos cambiarla, entonces aparece la atención sin división alguna, donde el ‘yo’ ya no es, porque no puede operar. Pues el ‘yo siempre es el pasado, actúa en términos del pasado. Y la atención, siempre es en el presente, en el ahora.
El problema está en que cuando uno llega al extremo de empuñar un arma para asesinar, ya queda muy poco margen para no hacerlo. Pues su vida ha estado condicionada de manera para que cuando llegue ese momento, dispare sin ninguna duda. Y eso es lo que les pasa a los ejércitos, los policías, los hombres que van armados.
¿Por qué un hombre va armado, para así poder matar, ya sea en defensa o en ataque? Es por el miedo a perder lo que cree que es suyo -cuando no tenemos absolutamente nada-, ya sea un ideal político, religioso, ya sea un país, un trozo de tierra, las personas que considero mías porque he apartado a todas las demás. Miedo a perder mis abultadas cuentas corrientes en los bancos. Y después de todo este condicionamiento, desde que nacemos, en la escuela, en la familia, en los juegos, en los institutos y universidades, nos hacemos fríos e indolentes, rabiosamente posesivos, competitivos Y cuando vemos un peligro, empezamos a preparar el arma que siempre llevamos escondida para así cargarla y disparar contra quien creemos que es nuestro enemigo. Y si eso no surge el efecto -matarla-, cogemos la pistola con las balas, y ahora sí, para asesinarla.
Parece ser que al Swami –dueño o amo de sí mismo, maestro o gurú-, le gusta exhibir el cuerpo, en esta serie de fotos. Llenas de vanidad.
Materialmente la reencarnación tiene su sentido, ya que la materia no tiene ‘yo’, es impersonal. Pero, en el ámbito psicológico, espiritual, ¿puede tener la reencarnación algún sentido en absoluto? Porque, la muerte es la extinción del ‘yo’. Y las personas que nacen llegan sin el condicionamiento, sin el ‘yo’. Por lo que los que hablan de sus vidas pasadas están hablando de delirios, alucinaciones, ilusiones.
Si una persona se reprime, dentro de él tiene un volcán a punto de hacer erupción, no solamente sexual. Sino que puede ser tal la energía acumulada, presionada, comprimida, que su relación es un infierno para los que se relacionan con ella, donde todo puede suceder.
La esperanza no es real. Pero la verdad es clarificadora.
Las personas que tienen fe son peligrosas, por ser fanáticas, y pueden hacer cualquier cosa.
He leído tu entrevista en el diario…, de hoy. Gracias por tus informaciones y comentarios.
Me ha sorprendido tus cambios de pena y dolor: hoy eres una víctima, inválida y que pide compasión, y mañana te quieres convertir en verdugo, brutal y vengativo. Y con eso te crees que vas a poner orden en los demás, en la sociedad, en tu país. Cuando eso no es posible en ningún país. Porque el desorden está dentro de cada uno, dentro de cada persona.
Por lo que si pretendes poner orden, has de empezar a tener orden tú misma. Y ese orden va generar más orden. No tu orden, ni mi orden o el de cualquier otra persona. Si no el orden que está más allá de lo queremos y deseamos.
Criticas a los clérigos por ser como son, pero tú actúas como ellos cuando eres inflexible y vengativa. Unas personas neuróticas, van a generar una sociedad confusa y desordenada. Y en el desorden todo cabe, como ese crimen que te hicieron a ti. Por lo que el orden dentro de cada cual es preciso para que no se reproduzcan los lanzamientos de ácido a las mujeres, los deseos de venganza, devolviendo el mismo crimen.
Esta mañana a la hora de llevar a su nieto con uniforme, al colegio, había en la entrada del portal unos papeles de publicidad que echan los supermercados, por debajo de la puerta o por el buzón. El abuelo, pensionista ocioso, cuando ha visto la publicidad, con el pie la ha lanzado en medio de la acera, sin importarle las molestias a los que pasan por allí. Que algunos la cogen del suelo, le dan un vistazo, y se la llevan.
El desorden y el orden son algo que no es nuestro. Uno ha de ser respetuoso con los demás. Y una manera de serlo, es respetando las normas para no molestar a los demás. Cuando uno hace algo no sabe el resultado de lo que va a suceder, por eso están las leyes, las normas de urbanidad, que no son más que el intento para no molestar a los demás. Y de beneficiar a la mayoría.
Lo mismo sucede con el sacar las bolsas de basura al conteiner. Hay algunos jóvenes, fuertes, que no les importa echarlas antes de ir a trabajar, temprano. Por lo que van a estar en el conteiner todo el día, hasta que a altas horas de la noche pase el camión y se lleve las bolsas. Y es que ser educado, respetuoso con los otros, parece fácil y sencillo, pero para algunos jóvenes no lo es. Tal vez, por la tarde noche, están distraídos o agotados de la larga actividad de todo el día.
Estas personas no se dan cuenta que con sus actitudes irrespetuosas están educando a sus hijos, nietos, etc., para que actúen de esa manera, en la que van a perpetuar el desorden y el caos, la confusión, que hay por todas partes. Y que ese desorden llega a todos los ámbitos de la vida, pues alguien que es desordenado, lo es para todo. En su relación con las personas, con las propiedades, el dinero. Y por eso, la corrupción y la inmoralidad están tan presentes en nosotros, que luego culpamos de ello a los políticos y dirigentes, sin darnos cuenta que nosotros somos como ellos y por eso los votamos, los toleramos.