El vino es una droga, es alcohol, que altera la percepción y nos quita la sensibilidad para poder percibir la realidad. Eso que tanto nos hace falta: saber lo que es real y lo que es falso. Como maltratar a los animales, encerrarles en jaulas, donde se vuelven locos, amargados, tristes, desesperados.
Con versación en chat:
María, hacía casi media hora que había enviado el último comentario de ‘Advaita en español’. Pero, al ver que no lo publicaban me he decidido ponerlo en el muro.
Así que, disculpa la tardanza en contestar. Eso me ocurre con frecuencia, los comentarios algunos no llegan o los publican con mucha demora.
Cuando escribes esas exclamaciones, creo que pierdes feminidad. Te he visto algunas fotos tuyas y eres más femenina que en el grupo comentando, con ese humor tan socarrón y dicharachero.
Sí, eso es verdad y lo comparto. Pues conmigo -tengo tres hermanas- también hemos intentado siempre que hubiera un clima de igualdad. Pero, no ha habido pérdida de masculinidad en mi caso. Solamente lo decía a ese nivel. Pues cada uno tiene libertad para actuar como quiera o lo necesite.
Luego te escribo, pues voy a comer. Hasta luego.
Sí, María, lo importante no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Porque, cada uno tiene su personalidad. Pero dentro de esa personalidad, la que sea, ha de tener un comportamiento adecuado, respetuoso, exquisito. Y entonces, uno tiene eso que se llama magnetismo, afecto. Y eso nos abre las puertas para lo fácil, para la sensibilidad, la atención.
De acuerdo, si quieres o necesitas algo lo dices. Que lo pases bien.
Eso no tiene sentido, porque donde hay atención el ‘yo’ no puede operar. Por muchas vueltas que le demos, el ‘yo’, que es confusión, sólo puede operar y generar confusión. Por tanto, cuando hay atención total con lo que hacemos, con lo que observamos, este ‘yo’, corrupto y divisivo, no está, pues no puede actuar, ya que en ese ámbito intemporal él no puede ser.
“Toni, aceptemos el mundo como lo interpretamos, y luego démonos cuenta que es una interpretación, es una interpretación que hay "personas" y luego los adjetivos que les quieras poner (superficiales, banales, etc.) no nos detengamos en eso, como dices, dejemos el pasado, es pasado toda interpretación, ¿verdad Toni?”.
Las interpretaciones no sirven, pues son eso: interpretaciones, algo subjetivo, irreal, confuso; lo que sí nos sirven son los hechos. La pregunta es, ¿por qué queremos interpretar todo lo que vemos, lo que nos llega? Es porque estamos confusos, vivimos ciegos, que vamos de un sitio a otro, sin saber realmente dónde estamos ni hacia dónde vamos.
A ti, Alfredo, te llega una persona y quiere hablar contigo, como lo hacemos ahora tú y yo. Y le preguntas: ¿Qué te preocupa, de qué quieres hablar, por qué has venido? Y él está tan confuso y desvalido, que se queda callado, y al cabo de un tiempo habla y dice que no se aclara, que está perdido, que lo que piensa no es posible vivirlo. Él no cree que lo material, como el cuerpo, etc., sean reales. Pero, de esa manera él no puede vivir, porque él tiene que cuidar el cuerpo, atenderle, tiene que relacionarse con los demás que funcionan con la lógica de que dos más dos suman cuatro. Y claro, él no puede vivir con ellos, está solo, aislado, confuso, no entiende como los demás no entienden lo que él ve tan claramente. Pero, él tiene que vivir, no encuentra otro lugar ni personas que sean como él.
¿Qué le dirías después de esta explicación tan dramática para él? Puedes decirle que tiene parte de razón, que eso de que todo es una ilusión forma parte también de la realidad. Pero, también está la realidad de que todo lo físico, el cuerpo, etc., son reales. Es como el miedo, decimos que es una ilusión, pero ese miedo siempre está ahí, es nuestra sombra, es nuestra vida. Y lo mismo sucede con la violencia, que también es miedo, es su resultado, que siempre está ahí. Por tanto, nos hemos de atener a eso, a esa realidad, que aunque no nos guste, siempre está ahí y con la que tenemos que convivir.
Pero esa persona que ha llegado a ti, dice que todo lo que le has dicho, sigue siendo una ilusión. Y tú le contestas, que decir que todo es una ilusión es también una ilusión, otra inclusión más. Es decir, el que habla, el que piensa, el pensamiento, el ‘yo’, todo son lo mismo, sin división. Y si lo ves como ves estas letras en la pantalla del ordenador, cesa la división, cesa el conflicto entre lo que dices, lo que crees que es, y lo que realmente es, la realidad. Y si no hay ni división ni conflicto, la inteligencia está operando.
Es verdad, eso es cierto, Alfredo. Toda interpretación, y las explicaciones, son el pasado. Pues en el ahora, sin tiempo, no existe el pasado ni el futuro.
“No hay nadie que pueda liberar la mente, ni necesidad de hacerlo, ya que es la mente la que dice que hay que liberar a la mente, revísalo”.
Pues, entonces si no hay necesidad de liberarse de nada, te quedas callado y quieto, ¿podrás? Si no puedes, ya vuelve a aparecer el conflicto. Y por tanto, has de ir más allá de eses conflicto, liberar la mente de su contenido: las ilusiones, las ideas y teorías. Pero, si tienes esa necesidad imperiosa de comunicarte, si quieres, has de seguir haciéndolo, mientras tengas fuerza y llegues al final. Pero, el principio y el final, están en el ahora, aquí.
No solamente es el cuerpo, eso sería muy sencillo de llevar, es todo el mundo el que se ha ido de tu lado. Y tienes el mono -el síndrome de abstinencia- del afecto y el cariño, la compañía que ha desaparecido. Y luego está el sexo también con su mono.
Pero, si estuviéramos bien internamente el drama no sería tan grave, porque lo entenderíamos. Veríamos que todo tiene su sentido: cuando llegó y cuando desapareció. Por eso, hay que morir al pasado, al ayer. Hay que morir al instante, que ya ha se ha consumido, ya ha pasado.
Todo en la vida engancha, si es que queremos vivir. Se empieza por lo físico y material, pero rápidamente las neuronas se acostumbran a eso que hacemos tan naturalmente. Y cuando nos falta eso que nos hace tan felices -aunque sea una felicidad que sabemos que no lo es del todo-, es cuando nos damos cuenta lo poca cosa que somos. Creo que la causa es por querer recibir del sexo, lo que no nos puede dar de la manera que lo usamos. Pues, al aferrarnos a él, dándole toda la atención e importancia desmesurada, cuando nos falla, viene el bajón, la depresión, y nos hundimos como niños inocentes que han perdido algo que en realidad no era de ellos. ¿Por qué es que invertimos tanto en el sexo? Descúbrelo y verás, cómo no es todo lo importante que la sociedad lo presenta. Y la sociedad somos nosotros, cada uno de nosotros.