Torni Segarra

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1. Hola Montserrat. Fíjate si ese señor ha dicho menuda tontería cuando dice de la poesía: ‘Diosa única de dios, por fortuna para Dios y para los poetas’. Pero dios si existe o no existe, ¿puede necesitar alguna fortuna, puede necesitar algo? Es a eso a lo que me refería. Que te vaya bien.
 
2. ¿Quieres decir, Yaz, que los animales y las plantas son conscientes de sí mismos? ¿Eso se puede saber? Lo que sí sabemos es que si los maltratamos, nosotros perdemos y ellos también.
 
3. Montserrat. Si has leído lo que escribí, no era solamente para la poesía, sino para todo lo surrealista. ¿Puede haber una poesía que no invente nada que no es, como un delirio o alucinación? Y eso mismo, lo pregunto para la música y la pintura. Aunque, para estas dos, el hecho de pintar y hacer música ya es un delirio o alucinación. Porque, qué mayor música que lo que percibimos con el oído, a todas horas, todos los días, ¿se puede eso reproducir o mejorar? Y, qué mayor cuadro que la realidad nos proporciona con la policromía, las sombras, los oscuros, la explosión de luz y matices, los encuadres en todas las dimensiones posibles, que la naturaleza nos da, ¿podemos eso ponerlo en un lienzo?
El problema es estar bien. Y como no lo estamos hemos de inventar algo para creer que eso nos podrá bien. Ese es el papel del arte, ya sea el de la cocinar, o el de lo que sea, todo es una huida de lo que somos, con nuestro vacío existencial –recuerda los existencialistas de Montmartre de París y su insoportable náusea, los pintores, poetas y escritores, músicos, bailarines, etc., todos depresivos, con la insoportable angustia-. Todo eso del arte era cosa de ricos aristócratas aburridos y holgazanes. Pero, como siempre los pobres copian a los ricos, lo repiten, hacen una moda y se consolida, pues enseguida se hace un negocio y ya no para de funcionar.
A eso me refería en el primer escrito y en el segundo. Con afecto y con cariño.
 
4. Vamos allá, Alfredo. Ese que está leyendo estás palabras, quién es. Tú dices que no es nadie. Pero qué es lo que percibe. Nadie. Entonces, estás solo en el mundo. Y todo lo que te rodea es tu propia invención. Pero, la cuestión es cuando algo de esto que es una alucinación, un juego para ti, se descontrola. Entonces, ¿qué dices, qué diremos? Porque si estamos solos, nadie nos puede ayudar.
Ahora, si quieres vamos a ponerlo de otra manera. Tú, partes de que tienes algo en ti que te hace consciente de que tú estás leyendo lo que alguien, Toni, te está escribiendo. Y se supone que es un ser humano como tú, que siente soledad, tristeza, angustia, alegría, gozo, etc. ¿No será mejor que tú y yo nos ayudemos, escribiendo más claramente, correctamente, para que no podamos sentir tanto dolor y sufrimiento por la incomodidad de leer lo que hemos escrito tan desordenadamente, con confusión y todo el desorden que provoca en mí y en ti –en nosotros-, que nos causa rabia, desgana, odio, nos enfrenta con el que nos escribe de esa manera tan abominable? Esa es la cuestión, amigo.
 
5. Si una cosa no se puede ni demostrar ni negar, ¿para qué nombrarla, más aun tratándose de algo tan extraordinario e indescifrable, sin imagen, como podría ser dios? Permíteme, Montserrat, que te lo diga de esta manera tan mediterránea: Todo un espectáculo de vanidades.
 
6. Ese todo incluye a las personas, los animales, toda la naturaleza. Y todo eso se tiene que respetar. Es por ahí donde hay que empezar para que la división desaparezca y llegue la unidad total,
 
7. La felicidad es aprender de los monos. Es decir, de nosotros mismos Pues, mientras no haya conocimiento de uno mismo, no conoceremos tampoco a los demás. Con lo que si no conoces algo, no puedes tratarlo adecuadamente, saber qué es, qué sucede con eso, qué le pasa, cómo vive, cuáles son sus necesidades.
 
8. Uno puedo decir: ‘Yo, oigo, pero voy más allá de eso que oigo’. ‘Yo veo, pero también veo más allá de lo que estoy viendo’. Porque los hechos principales, la base desde donde arranca todo, no se puede descartar: el hecho. Pues sin poder oír, ahí se acaba todo, al igual que sin poder ver. Eso mismo pasa con el cuerpo, que si lo descartamos todo se convierte en absurdo. Porque no hay base, no hay envoltura, no hay un soporte para la conciencia, el alma o el ser, la psique. Y mientras esto no se ha aclarado, viviremos confundidos, inventando lo que debería y me gustaría que fuera.
Si viviéramos con afecto y con amor por todo, ¿cómo podría haber ese deseo de deshacerse de la realidad, de la naturaleza, del cuerpo? Es porque estamos mal, confundidos, que no gozamos de lo que está sucediendo en cada cosa que vemos: volar una mariposa, un pájaro, ver la belleza de los rostros, sentir el fresco o la calor. ¿Por qué no podemos tener tiempo para poder gozar de eso que está ahí en todos lados: la belleza?
 
8. ¿Podemos decir que no hay cuerpo ni nada, solamente la consciencia? ¿Es eso un hecho o una suposición, un invento de la mente que tiene miedo de la realidad e inventa otra que más se acomoda a nuestros intereses: la búsqueda de seguridad y de placer? Esto es muy importante descubrirlo, pues no solo está en juego nuestra vida, sino todo lo que existe. Porque si todo lo que existe -el cuerpo, la naturaleza- es una idea, una representación mental, entonces uno lo puede liquidar todo de un plumazo. ¿Saben eso qué quiere decir? Que uno puede hacer lo que le dé la gana: robar, explotar a los demás sin ningún respeto esclavizándolos, maltratar, usar la violencia, matar y destruirlo todo. ¿Es eso lo que queremos de verdad?
 
10. El despertar, es. Como cuando llega el sol por la mañana o la luna al atardecer. No se pueden tocar. Y por eso, son perfectos, con su excelencia matemática que es su puntualidad y sincronía.
 
11. Toda idea o teoría, nos divide de lo que está sucediendo. Así que, todo lo que está establecido, en el pasado, por el pasado, no nos sirve, pues nos divide del presente, del ahora. ¿Sabemos eso que quiere decir? Pues, que no sabemos nada. Porque si sabemos algo, eso se convierte en estático, muerto, un lastre. Ese es el problema de vivir en y para la verdad. No hay absolutamente nada a que agarrarse. Y sin embargo no caerse.
 
12. El poder en sí ha de generar corrupción, porque el ser humano no quiere morir, ceder, desaparecer de este mundo, no quiere que se destruya su cuerpo, lo que es, su conciencia, su alma. Es decir, alguien que tiene poder para no hacer daño habría de ser un santo –no hacer ningún daño a nadie ni a nada- y eso no puede ser. Porque el cuerpo tiene sus necesidades: comer, reproducirse, dormir, refugio. Y, esas necesidades para no perder el cuerpo, para no sentir dolor, han de satisfacerse. Aquí aparentemente no hay ningún problema. Pero, el problema existe porque todos los demás, que son como yo, también quieren hacer lo mismo.
Por lo que, generamos el deseo de ser, de más y más, con su crueldad, su división, etc. ¿Puede alguien, vivir sin ningún deseo de supervivencia, de protección, para no competir con los demás lo que necesitamos para sobrevivir? Eso no es posible, porque no hacer daño a nadie ni a nada –que sería la santidad- incluye a lo que necesitamos para comer –animales, vegetales, etc.-, a las personas que explotamos, porque las engañamos, ya que la vida es en realidad un negocio.
Así que el poder, toda clase de poder, sea el que sea, ha de generar corrupción. ¿Qué podemos hacer entonces, si queremos y necesitamos seguir viviendo? Solamente ver de qué manera funcionan nuestros pensamientos, cómo opera el deseo de seguridad, del más y más. Y entonces uno se da cuenta que ese deseo de seguridad es otra ilusión, porque sólo existe la inseguridad total y absoluta. Entonces, el cerebro, con el pensamiento se aquietan y se atienen a lo básico, a lo necesario –que sería la única santidad que podemos tener-, descartando la codicia, la avaricia, que son todo deseos de seguridad ante la incomprensión de lo que es el miedo al devenir, al futuro, la incomprensión de lo que es en realidad la vida.
Es así como podemos ir más allá de la división interna –deseo de ser en la seguridad-. Y si no hay división, entonces las puertas se abren a otra manera de vivir en la que no hay disputas ni enfrentamientos por los derechos sexuales sobre las hembras, derechos sobre propiedad alguna. Y si no hay propiedad alguna, no puede haber poder alguno que la tenga que defender.