Para Carol Gilligan, catedrática de la Universidad de Nueva York. Imparte un máster basado en su método de la escucha. Filósofa, psicóloga y feminista.
He leído tu entrevista en el diario…, de ayer.
Gracias, por la abundante información y los comentarios.
Según lo veo, creo que has generalizado mucho cuando describes a las niñas, a sus padres, a los profesores, a la sociedad. Me has recordado a los años setenta del pasado siglo con las quejosas feministas. Hay personas como tú dices: reprimidas, que no se enteran de nada, niñas parar casarse con un buen marido, con abundante dinero, etc. Pero, hay otras -que son las menos, lo admito- que son como los hombres en la manera de lo posible -puede que tú, Carol, seas una-.
Siempre habrá esa división entre los seres humanos, porque nosotros somos quienes somos: ahí están los fanáticos israelíes haciendo un genocidio durante sesenta años, reprimiendo, robando, asesinando, apoderándose del territorio que no es suyo, para poder así hacer un gran país judío -como si eso se pudiera conseguir sin violencia, guerra, asesinatos-. Los palestinos juegan el mismo papel que el de las mujeres oprimidas, explotadas, violadas, maltratadas, asesinadas casi cada día por sus parejas o ex parejas. Y, vosotros los intelectuales, que leéis tantos libros, habláis, viajáis por todo el mundo, no decís nada sobre ese genocidio y apartheid que sufre Palestina.
En toda la entrevista, no has mencionado ese grave e inmoral problema de la brutalidad de unos contra otros. Y que siempre es el más fuerte contra el más débil.
Y por eso, porque la vida es así, que hablamos mucho pero no podemos hacer en cuanto apenas nada. Cuando os quejáis tanto las mujeres, como si fueran las únicas que sufren, es cuando me doy cuenta que todo es una superficialidad. Y eso mismo también pasa con la mayoría de los judíos, que se quejan como si solamente ellos hubieran sufrido los horrores en sus carnes. Cuando cada uno sufre lo suyo, como cualquier ser humano. Lo que sucede es que lo hacen para sacar un beneficio político y de poder, de algo que hace tanto tiempo que sucedió.
Así que, cada cual pasa lo que le toca pasar: las mujeres, los judíos, los árabes, los latino americanos, y las tribus norteamericanas, y su también genocidio. Lo pobres por ser pobres, y los ricos por ser ricos, los europeos y los africanos, etc., todos pasamos por lo mismo: por la absoluta soledad, por la falta de cariño, de afecto, de respeto, de compasión y de amor.
Y si es que somos serios y sensibles, lo que nos importa es lo que tenemos en las manos. Y lo que tenemos entre manos es la vida y sus problemas Y es por eso, que la vida en sí tiene muchos problemas, es por lo que no hemos de crear ni inventar más. Si no ver, comprender, de manera que no nos dividamos de la persona que vive con nosotros, de nuestros compañeros de trabajo, de los vecinos, de la persona que pasa por la calle, como de la persona que vive en la otra parte del mundo.
Gracias, Paulino, cuando tenga un poco más de tiempo y calma te comentaré al respecto.
El problema está en que describirlo, queda fácil. Pero, si tú vives en la amargura de alguien que te oprime, vives en la pobreza y el absoluto desprecio, etc., eso no es fácil de tragar. Y ahí es donde estamos clavados como una estaca sin poder movernos.
El ‘yo’ cuando muere el cuerpo, va a una corriente mental que funciona en todos los seres vivos: todo el que vive está obligado a vivir como sea. Cuando fuimos conscientes de ese paradigma -que fue cuando dejamos de ser solamente animales-, es cuando le dimos realmente el valor que le damos al querer vivir y no querer morir. Y de ese paradigma que manejábamos, apareció la moral que es la que se creó como es ahora. Es decir, cuando éramos como los animales, no había ni bien ni mal, no había valor alguno, ni muerte, ni nada, pues no había la conciencia que se da cuenta de lo que está pasando.
Así que, el ‘yo’, esa consecuencia del avance de la conciencia, que nos diferencia a veces de la animalidad, es el creador de todas las religiones y las ideas que proclaman esto está bien y aquello está mal. ¿Puede el ‘yo’ desaparecer? Mientras tengamos la conciencia de que hacemos algo bien o mal, ahí estará ‘yo’. Por tanto, el ‘yo’ no puede desaparecer, sino momentáneamente. Porque la mente global le envía todas las impresiones de los demás. Por lo que, solamente estando en una actitud no divisiva para siempre, el ‘yo’ ya no nos afectaría porque el terreno no es el que él necesita.
Respecto a lo que sucede después de la muerte, creo que no tiene ningún valor. Solamente añadir, que nosotros como seguimos siendo animales -de vez en cuando no lo somos-, ¿qué le sucede a un caballo cuando muere, a un pájaro, a un perro o gato? Cuando mueren, cuando morimos, se acabó todo.
En el caos está también el orden. Porque en un momento del caos, nos damos realmente cuenta quiénes somos.
“Es imposible saber de la muerte hasta que haya muerto”.
Pero cuando nos muramos, si vamos a la nada, y nos unimos a la energía, tampoco sabremos nada. Muerto el perro, se acabó la rabia.
El tener experiencias con alucinógenos por mucho que podamos ver en ese momento, no significa que uno haya entendido la vid, cómo funciona. Eso es como se dice, que los que viajan tienen la ventaja, con los que no viajan, que han visto más lo que es el mundo y su variedad. Pero sus hechos básicos son los mismos como los de antes de viajar: corruptos e inmorales. Y lo mismo sucede con los que toman drogas, que tienen multitud de experiencias, viajan mental y físicamente, pero sus comportamientos cotidianos son confusos, desordenados y llenos de conflictos e ignorancia.
El amor verdadero, no se puede manejar, sino se convierte en un negocio. Pero tampoco se le puede dar como una norma, ley, obligación, como lo mejor y verdadero, pues esos conceptos convierten al amor en otro negocio, aunque sea sutil y refinado, bien visto.
El amor, es por sí mismo y no necesita a nada ni a nadie para proseguir siendo.
Nunca podemos saber la manera cómo va a acabar cuando sucede algo. Pero, uno no tiene que ser imprudente e ir contra la ley que rige la naturaleza, la tierra, la vida.
Parece que la fe y el amor, son malos compañeros. Pues la fe nos clava como un poste. Cuando el amor es como el aire libre, que no se le puede atrapar con las manos, infinito.