Torni Segarra

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¿Se puede ser ángel y demonio a la vez? ¿Podemos vivir en el desorden y la armonía a la vez?
 
Lo que pensamos, lo que queremos, no es lo real y verdadero. La realidad no nos hace ningún caso sobre lo que deseamos, pues ella tiene su propia dinámica al margen de lo que las personas queramos.
 
Es en la relación con los que convivimos, con las que nos relacionamos en el trabajo, con las personas que vemos por la calle, en el autobús, en el metro, donde nos podemos ver realmente quiénes somos. Pues ahí nos enfrentamos, cara a cara, a eso que en verdad somos.
 
Gracias, Juan.
Todos somos uno, una unidad indivisible. Aunque los hombres siempre somos divididos -es nuestro destino como a criaturas de esta maravillosa tierra-. ¿Podemos ser libres de esta división interna? Parece que no. ¿Tú qué dices? La mente de cada uno forma parte de la mente global, universal. De modo que mientras todos no nos liberamos de la división, del ‘yo’, del egoísmo, de la mundanalidad, no podremos ser libres del conflicto, que es la consecuencia de la división.
Por ello, si hubiera seis o siete que se liberarán, que cambiaran completamente, posiblemente podríamos cambiar el paradigma de la fragmentación y la división. ¿Es esto posible? Si tienes ganas de trabajar, puedes decir tu opinión.
Mis antepasados ​​vinieron del Principado de Cataluña, seguramente llegaron con los invasores den Jaime I, cuando echaron a los árabes. Pero hay más. Me han dicho varias personas enterado, que ‘segarra’ significa en vasco manzana, manzano, etc. Y que unos vascos, fueron a Lleida donde se establecieron y le dieron el nombre a la comarca de la Segarra que tiene ahora.
Mi segundo apellido es Simeón y seguramente es de ascendencia judía.
Todos esto de las identidades, aunque es una información valiosa a nivel cultural, etc., creo que no tendríamos esa necesidad de hablar de ello, si fuéramos un país como tal y si no hubiéramos sufrido las humillaciones de la brutal y cruel  dictadura, que todavía tiene su continuidad. Con afecto y con cariño.
 
Alguien que engaña a otro y es infiel, si no se entera el engañado quiere decir que está casi dormido. Por lo que si proseguimos con esa infidelidad, haremos de eso una dinámica de nuestra vida. Y entonces, el peligro de conflicto, peleas, etc., es más patente. ¿Por qué esa sed de venganza que es lo que es la infidelidad a escondidas? ¿Por qué somos tan cobardes y mezquinos que mentimos y ocultamos? Ah, ahí está lo que somos: porque somos materialistas lo queremos todo, dos parejas, maridos o queridos, tres, cuatro, cinco. Pero, ese camino está lleno de brutalidad, de crueldad, de violencia y de matanzas.
¿Por qué no disfrutar de la libertad total, sin estar atados ni dominados por nadie, sino amar a todos sin poseer a nadie ni dejarnos poseer por nadie?
 
¿Por qué nos gusta creer que somos únicos? Es evidente que en los físico hay quien tiene el pelo castaño, negro o rubio, es grueso o delgado, etc. Pero, en lo psicológico todos somos básicamente iguales: todos tenemos miedo de quedarnos solos, no queremos que nos desprecien, nos falten a nuestra dignidad, queremos salud, un poco de dinero, un empleo. ¿Dónde existe pues esa necesidad, inventada por el ‘yo’, el ego, el egoísmo, de que somos únicos, diferentes, especiales con respecto a los otros?
La realidad se puede observar de una manera macro o micro: si miramos a la tierra desde la luna parece una piedra –donde está todo lo que es, con los animales, las plantas, las personas-, pero si la miramos desde lo micro, desde más lejos de la luna, sería un puntito de luz. Aunque,  en ambos casos, la vida y sus maneras –leyes físicas y psicológicas- están operando.
Con las personas pasa lo mismo, desde lo macro todos parecemos iguales físicamente –la masa-, aunque hay detalles que nos diferencian –la voz, la manera de hablar, de caminar-, pero en lo psicológico –desde lo micro-, todos pasamos por lo mismo: el dolor y el miedo, que son lo mismo, todos los hemos de soportar. Y si somos afortunados  y sensibles, intentar ir más allá de ellos, de ese dolor y su miedo que lleva consigo.
 
Los animales en lo básico funcionan como las personas: según el reto que les lanza la vida, así van a responder. Nosotros matamos en masa, haciendo las guerras, por necesidad –siempre hay una necesidad-. Y eso no se puede cambiar. Y los animales cuando les llega el reto de las necesidades, del hambre, responden comiendo lo que sea, lo que les apetece, lo más fácil.
 
Decir que las mujeres son difíciles de entender, forma parte de la trama de la seducción. Pues es como decir que dos más dos hacen cinco, y que una gran mayoría lo aceptan. Y como eso no es verdad, es absurdo, parece un problema irresuelto, todos siguen intrigados para resolverlo. Y ahí es donde está la astucia humana, para captar la atención. A los niños –y personas superficiales- les encanta decir mentiras, inventarse cosas, para ser el foco de atención de los demás.
 
El materialismo, la mezquindad, la usura, es el peor veneno que hay para la vida, para los hijos, la pareja, los compañeros de trabajo, los vecinos. Por eso, los mezquinos son feos, siempre viejos y repetitivos del paradigma del ‘yo’, del egoísmo.
 
Cada cual está solo ante lo que es la vida, sus dificultades y problemas, por lo que es uno solo también el que las tiene que ver, comprender, descartar, e ir más allá de ellas.
 
Creo que si uno es un buen maestro, no provocará ni generará que nadie vaya a él como discípulo.  Es como el que no roba nada ni a nadie, ¿cómo puede ir un ladrón a él para ofrecerle un robo, planificarlo y ejecutarlo? A un castrado, un eunuco, ¿pueden las mujeres buscarlo para hacer, y que les proporcione, sexo?
 
Lo que se dice y se narra, lo escrito, no es lo que se dice y narra, no es real.  Pues la realidad, la vida, siempre está en movimiento, por lo que no la podemos atrapar, empaquetar, comprimir en palabras, conceptos, idea y teorías. Todos hacemos de todo, pero también podemos hacer todo lo contrario de lo que decíamos que era lo verdadero. Pues, lo verdadero no se puede explicar con palabras, está más allá de ellas.