Torni Segarra

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1. Nosotros vivimos conectados con todos los demás, de manera que todo lo que hacemos afecta a los otros. Y todo lo que hacen los otros nos afecta también a nosotros. Por lo que todo es una interrelación con todos.
Por tanto, cada uno es responsable de cómo funciona y funcionan los demás. Si nosotros vamos a un sitio, lo vamos a afectar y ese sitio también nos va a afectar. Por lo que es uno, viendo todo el proceso de lo que es la relación, el que tiene que hacer por su cuenta todo lo que le gustaría que hicieran los demás.

2. ’Sólo quiero en mi vida a las personas que demuestren que me quieren en la suya.’
La pregunta es: ¿Por qué les damos toda la responsabilidad a los demás? ¿Por qué queremos racionalizar lo que está más allá de la razón? Pues los otros también dicen lo mismo que nosotros: que quieren a las personas sinceras, honestas, no hipócritas. Nosotros hemos de atenernos a la realidad, y no inventar otra realidad que a mí más me gusta.
Las personas somos como somos: tenemos miedo, queremos seguridad, queremos libertad, somos ingobernables e imprevistos, cambiantes en todo lo que podemos. De manera que, todo lo que hoy parece que funciona con armonía, al día siguiente se puede torcer y ser un estorbo, un desencanto, una pesada carga, una amargura.
Por eso, hemos de jugar, vivir, con lo que hay. Y si comprendemos tal cual somos, y cómo nos comportamos, sabremos que no podemos inventar una realidad de diseño exclusivo para nosotros, para cada uno de nosotros. ¿No es cierto, María? De lo contrario todo es absurdo.

3. Todo eso que queremos, y que en un momento dado sucede, tiene muy poco valor, ¿no es verdad? Pues lo que necesitamos no es algo que sea una chispa, sino la llama. Pero de la manera como vivimos, es del humo, de las cenizas, que es el pasado, Nos hemos acostumbrado a vivir de esa manera. Pero si uno es sensible ve que esas relaciones, tan dependientes, tan rutinarias no tienen ningún sentido verdadero, pues la repetición nos hace desatentos, descuidados. Y entonces la relación se convierte en solo sexo.
Por el contrario, si vivimos atentos a todo cuanto sucede, siendo sensibles a cada cambio que sucede sin huir de ello, entonces la relación siempre tiene esa llama libre del humo que nos emponzoña.

4. La vida es acción. En eso creo que estamos todos de acuerdo. Pero esa acción puede que nos dé un resultado que no queremos. Más aún si es en asuntos comprometidos y serios. Pero hay algunos que no saben vivir sin la verdad, encarándose con ella.
Ahora bien, el que yo quiera ser un radical de la verdad –que siempre va a ser ‘mi’ verdad- no quiere decir que los otros la quieran aceptar, comprender, asumir. Por lo que todo el problema, siempre es de uno. Es como ir a un lugar que nos parece agradable por las personas que hay allí, pero una vez dentro vemos que son falsos e hipócritas, corruptos e inmorales, se cierran a la verdad, no les interesa, para no perder los beneficios que les reporta su manera de vivir. ¿Qué haya que hacer?
Podemos empezar a cuestionarlos o podemos dejarlos en paz con su manera de vivir. Las dos actitudes van a tener en nosotros sus consecuencias. Así que cada uno libremente que opte por la manera que más cree conveniente. Asumiendo todo lo que nos pueda llegar.
Pero todo el éxito posible está en vivir nuestras vidas cotidianas, en cada acto que hacemos, eso que queremos que los demás hagan para que llegue el orden, la armonía, el amor.

5. Si decimos que merecemos más de lo que nos llega, eso suena a egoísmo, a soberbia, a petulancia. A cada uno nos llega lo que nos llega, si no nos interesa lo descartamos sin ningún problema ni valoración. Las personas no somos objetos, como los vestidos, los coches, somos sensibles y sufrimos si se nos desprecia e infravalora.
Todos tenemos la posibilidad de que nos rechacen y digan que lo es porque no damos la talla, no tenemos los atributos, la educación, que los otros necesitan. Así que empecemos por nosotros mismos aquello de lo que no queramos para nos