Torni Segarra

Seleccionar página

1. Lo que nos alivia los males del alma, es la comprensión de estos males. Y aunque no se puedan curar, esa comprensión hace que vayamos más allá de ellos. De manera que ese tormento del alma, ya no es el mismo que era. Pues la comprensión disipa la confusión, llegando la claridad que nos enseña todo el secreto de los males.

 

2. El ‘yo’ es el miedo. Y por eso quiere controlarlo todo. Pero como no puede, debería de ceder y desaparecer.

 

3. Para Nir Baram, escritor israelí.

He leído tu entrevista en el diario…, de ayer. Gracias.

Todo en la vida es una repetición del mismo paradigma del sobrevivir. Por eso, lo mismo que se hacía hace cien mil años, es lo que se hace ahora: hacer todo lo posible para sobrevivir.

Lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial o lo que sucede en  Israel, es una inflamación de ese deseo de supervivencia. En la Alemania y en la Europa de la Guerra, todos los que luchaban entre ellos –nazis y fascistas, aliados, comunistas-, todos pactaban y se traicionaban a la vez. Porque nadie quiere morir, nadie quiere dar lo suyo, su país, su manera de vivir.

Entonces, en un tiempo en que generó la revolución bolchevique, que triunfó, en el país más grande y extenso del mundo, es preciso que todo se convulsionara. Apareciendo los temores de contagios para el resto de Europa y el mundo de esa revolución comunista. Y como reacción aparecieron los nazis y los fascistas, que eran contrarios a los comunistas. En principio las monarquías de Europa, vieron en los nazis y los fascistas como  a sus defensores, como un tapón contra el avance de los comunistas, que acabarían con ellas como lo hicieron con la rusa.

Pero esa confianza y defensa que las monarquías y el resto de Europa, tenían en Alemania, vieron cómo se tornó en agresión e invasión, en guerra contra ellos.

Y es por eso, es que para sobrevivir había que pactar. O de lo contrario hacer la guerra o morir. Ahora y siempre sucede lo mismo, hay quienes pactan. Y hay otros que se hacen terroristas, o guerreros, ladrones, corruptos e indiferentes al dolor que su manera de vivir generan.

Pactar es de lo más difícil que hay, y tú lo sabes que vives en Israel, que te proclamas judío, porque nadie quiere perder, y menos morir. Pues eso mismo que está sucediendo en el país donde vives, es lo que sucedía en el mundo de la Segunda Guerra Mundial: el más poderoso hacía las mayores tonterías y barbaridades, genocidios, barreras y muros, etc.

Así que si tú no quieres que nadie pacte con los asesinos que dominaban y dominan el mundo, has de empezar por ti. ¿Podrás hacerlo, vivir sin pactar con nadie, descartando a tu jefe que te contrata, aunque sean los editores que te imponen sus reglas y maneras, los precios de tus libros? ¿O irás contra las autoridades de tu país, negándote a someterte a sus leyes, para no pactar con sus agresiones e invasiones, con su servicio militar obligatorio?

 

4. Por eso, ver si el ‘yo’, puede o no puede desaparecer es cosa de uno. Al igual que cuando alguien dice que no lo tiene, o que nunca lo  ha conocido, porque ha nacido sin ‘yo’. ¿Eso cómo se puede saber? Ya que el mismo ‘yo’ puede decir, tiene la capacidad, que está libre del ‘yo’.

 

5. Pero cuando descartamos lo que es el ‘yo’, éste desaparece. Ahora la pregunta es: ¿ese que quiere descartar lo que dice que es el ‘yo’, que es un fragmento que se erige en autoridad que dice que sabe, no es el mismo ‘yo’? Por eso, mientras haya división y su conflicto, ¿no estará ahí el ‘yo’?

Así que el problema ahora es: ¿de qué manera estaré libre de división y conflicto definitivamente, para que el ‘yo’ no pueda operar, desaparezca para siempre? Pero esas dos palabras ‘definitivamente’ y ‘para siempre’, son las que hacen volver al ‘yo’. Por lo que no podemos saber si alguien ha nacido sin ‘yo’, o se ha liberado de él. O todo es una ilusión, una falsedad.

6. La única manera que no nos afectaría la muerte es si estuviéramos siempre colocados. O en un estado de trance sin fin. ¿Eso puede ser?

 

7. Porque en el trance no puede operar el ‘yo’, ya que ha desaparecido. Si no hay ‘yo’, Vicky, no hay tiempo psicológico que dice: ‘Esto se acaba, falta poco’, y no puede haber dolor.

 

8. El dar o no dar, no es lo importante. Lo que cuenta es cómo vivimos, cómo somos en lo interno. Porque lo que importa es tener orden, que se va a manifestar de manera que haya orden en la sociedad. Este orden es el único que puede hacer las cosas de manera para que no haya pobres ni miserables ni hambrientos, ni injusticas.

 

9. La libertad implica el poder hablar, expresarse sin nada que nos lo reprima ni se oponga. Pero eso ha de ser en doble dirección, nosotros también hemos de hacer igual con los otros: darles toda la libertad para que se expresen y hablen lo que quieran.

 

10. Con la lucha y la conquista, ¿dónde iremos a parar sino a lo mismo que tenemos ahora: la opresión de los que luchan y conquistan por ser los más poderosos e insensibles?

Pero existe la comprensión de la realidad de cómo funciona la vida, la realidad de cómo opera el pensamiento y la mente. Pues todo nace dentro de nosotros. Y si comprendemos este drama que es la vida, entonces se abre la puerta para poder ir más allá de las luchas, las conquistas, que necesitan la brutalidad, la crueldad, la violencia.

 

11. ¿Podemos exigir a alguien que nos ame, que lo demuestre y hacerlo sin que se canse nunca? Esa palabrea nunca no implica, un deseo egoísta, impositivo, en el sentido de que queremos obligar a alguien para que haga esto o aquello. ¿Y el amor no es la libertad absoluta para que cada cual haga lo que crea conveniente?

Es porque no queremos la libertad que nos hacemos inquisidores, crueles, asesinos, obligando a los demás para que hagan lo que no quieren. Provocando que sus vidas sean más difíciles, con más problemas que nos llenan de amarguras.

 

12. El pensamiento es tiempo. Ese tiempo que causa el miedo al comparar lo que somos, lo que hacemos, con el pasado. Y ahí en esa fragmentación con lo que estamos haciendo, es cuando perdemos la energía. Sin poder ir más allá del dolor, del ego, del ‘yo’, que precisa la totalidad de la energía.