Una mujer no puede ser yang. Porque yang es algo material. Es como preguntar, ¿puede una montaña ser mar? ¿Puede el aire ser madera u oro? No lo pueden porque en la naturaleza, cada cosa tiene su identidad propia para para que la vida pueda seguir funcionando, aunque todo forma parte de una unidad.
Todos tenemos de todo, sobre todo moléculas, células, materia, que es lo que nos une. Pero, luego cada uno tiene una función determinada para que la vida sea en su infinita variedad. Si me permites una pregunta, Neo, ¿para qué quieres saber si uno es yin o yang?
"No hay nada que ganar, no para salvar el mundo, nada que pelear, nada en que creer etc., a o para nadie".
Sólo podemos ayudar -si uno quiere y tiene la compasión para ello- en el momento en que somos requeridos por alguien que tiene la necesidad.
La concentración es divisiva, porque crea un centro y una periferia. La atención plena, total, está más allá de la división. Pues en esa atención, el ‘yo’ no puede operar. Ya que el ‘yo’ es tiempo, devenir, mirar atrás. Y esa atención completa, sin ningún fragmento, es sin tiempo.
Donde hay elección, hay desorden, hay reacción. Y en esa reacción está el conflicto. ¿Por qué si me insulta alguien tengo que reaccionar a ese insulto? Lo hacemos porque no estamos atentos. Si estuviéramos totalmente atentos a lo que está sucediendo, no lo veríamos como un insulto. Pues en la atención profunda, total, no hay un ‘yo’ que crea una imagen que pueda ser insultada, dañada.
Así que el problema está en la mente divisiva. Pues el ‘yo’ se genera por un fragmento que se separa de la realidad, de lo que es, de la totalidad de la vida. El fragmento surge cuando uno quiere lo que no puede ser, no puede llegar ni tener, pero al insistir en ello, es cuando se divide de la realidad, apareciendo el miedo y el temor por no conseguir eso que queremos. Lo que hace que llegue la irritabilidad, la fricción, con sus conflictos, los enfrentamientos, la violencia y la guerra.
El contenido del pensamiento se da interfiriendo con el presente, solamente cuando opera el ‘yo’. Cuando el ‘yo’ no opera, es cuando todo forma una unidad: la percepción, el pensamiento que es usado por la inteligencia que es esa percepción sin fragmentación.
El reconocimiento si es fruto solamente de la percepción, sin que intervenga el deseo para huir, cambiar, o aferrarse a eso que se percibe. Pero en sí no hay reconocimiento por nadie, solamente hay un testigo que no se sabe quién es, porque al no haber ‘yo’, no hay imagen de uno mismo ni de los demás. La percepción, solamente es percepción desde la vacuidad.
Sin el cerebro y su inteligencia propia, el cuerpo no podría funcionar. Pues en el cerebro está ubicada toda la programación desde hace millones de años –desde el principio de la vida-, que nos dice que cuando hay fuego nos hemos de apartar para no quemarnos la piel y el cuerpo, cuando vemos un peligro como un acantilado retirarnos, lo que tenemos que beber, la regulación sexual, etc. Es decir el cuerpo si no nos inmiscuimos con él, tiene su propia independencia. Y ahí no hay ningún problema.
Los problemas vienen cuando queremos forzar al cuerpo, hacerlo más veloz, más eficiente, más bonito, erótico, estilizado, competitivo. Porque ya empezamos a generar a ’mi’ imagen en contraposición, a ‘tú’ imagen. Por tanto nos queremos ajustar a un patrón. Y nos dividimos de lo que es, de lo que somos, la realidad. Y entonces, es cuando llega el ‘yo’ operando con sus imágenes. Y cuando más imágenes tenemos, más desorden y confusión, menos sensibilidad, más indolencia, violencia y guerra. La violencia, es la consecuencia de la insensibilidad, que genera miedo y temor. Y el miedo, es también el origen de la violencia, porque al estar dividido de ti, tengo que defenderme creyendo que me vas a atacar. Sin darnos cuenta que descartando el miedo nos veríamos cara a cara tal cual somos y podríamos conocernos, de tal manera que sabríamos cuales son nuestras necesidades. Y tal vez, si es que tenemos sensibilidad, generaríamos esa rareza de la compasión y el amor.
“Entonces no es divisiva la actividad cerebral en sí, sino la ilusión que se genera al recordarse e identificarse con el sujeto recordado”
Eso mismo. El problema mientras vivíamos como los animales no existía porque todavía no nos reconocíamos, con n nuestra imagen, nuestras capacidades, etc., y no nos podíamos comparar, cotejar. Pero el hecho es que la vida siempre está evolucionando, y cuando llegó la conciencia como un individuo, llegaron también la división y todos los problemas.
Para el cuerpo, en el ámbito material, es precisa la concentración para poder subsistir. Es luego de haber cubiertos la necesidad, sea la que sea, que llega la relajación –en el sentido negativo-, la indolencia, la pereza, la insensibilidad, que llega la división y la separación. Que es cuando perdemos esa percepción total sin fragmento alguno. Por eso, uno tiene que vivir en la inseguridad, porque si no nos dormimos, nos hacemos perezosos, caprichosos, placenteros y tremendamente astutos.
El querer ser como el agua es una ilusión, un delirio, que te divide de la realidad, de lo que es. Y por tanto, va a generar desorden, fricción, malos resultados.
Alguien que tiene amor, tiene dos justicias: una que está escrita y otra más profunda que no se puede escribir –porque está más allá de las palabras-, y son pocos los que la ven. Y si la ven no la quieren vivir en sus vidas, porque tendrían que desprenderse de cosas que no pueden o no quieren deshacerse de ellas.
Si me permites que intervenga, Alfeon, quiero preguntarte, ¿qué quiere decir el fuego nirvánico? Pues el nirvana quién sabe lo que es. ¿Quién puede decir que uno es en el nirvana? ¿Hay alguien, un tribunal para acreditar quien está en el nirvana o no? ¿Nos estamos comunicando? Y si hay un tribunal, ¿quién les ha autorizado, porque ellos deberán de estar en el nirvana para saber es qué es? Y así sucesivamente, quién autoriza al autorizador.
Sin libertad todo se estropea. Con libertad todo funciona bien. Y a partir de ahí, podemos hacer lo que tengamos que hacer. Pues esa libertad nos irá dando el orden, que nos generará más orden.
Un tropezón lo tiene cualquiera. Y así es como aprendemos: a base de tropezones. O, no.
Y, eso, ¿para qué lo han construido, gastándose un dineral?
Si tú les das a otro y te das todo la libertad. ¿Dónde está el problema? Pues si no conviene se acabó, se termina la relación, el negocio o lo que sea.