Torni Segarra

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1. La noche y el día forman una unidad indivisible para que la vida pueda funcionar. Cada momento nos proporciona lo necesario para que podamos vivir como lo hacemos. Durante el día tenemos más actividad para proporcionarnos todo lo básico que necesitamos, desde la luz solar, hasta los alimentos, mediante algún trabajo, etc. La noche es el momento en que la naturaleza está más quieta y reposada, hay más impedimentos y obstáculos para actuar, por lo que la dedicamos para descansar y reponernos para el día siguiente tener la posibilidad de proporcionarnos eso que necesitamos para subsistir –alimentos, ropa, la casa, compañía, etc.-. Durante la noche, al haber tan poca actividad, al estar en reposo las personas –las que viven de noche son una minoría insignificante comparada con todos los miles de millones que viven de día-, hay menos actividad mental, y por ello no hay tantas interferencias con las ondas mentales de los demás, por lo que parece ser que puede haber más libertad a la hora de pensar. Pero, esa misma quietud y soledad de la noche, pueden convertirse en algo molesto e indeseado, ya que la mente puede empezar a generar ideas, visiones, pensamientos aberrantes, irreales, neuróticos, generadores de miedo, temor, pánico. Por tanto, si uno tiene la posibilidad, la necesidad, durante la noche puede haber más atención en los trabajos intelectuales, no meramente físicos ya que sería una molestia para los demás que duermen, como escribir, leer, pintar, indagarse internamente.

 

2. Las personas inteligentes ni se vengan ni ignoran, ni perdonan, solamente comprenden cómo funcionamos las personas. Con eso ya les basta, pues esa comprensión es la que genera el orden, que no es división, ni enfrentamiento, ni conflictos ni peleas. En la comprensión está la inteligencia, que es compasión y amor.

 

3. Cuando usamos la palabra y decimos que si ‘hubiéramos’ hecho esto o lo otro, podríamos haber conseguido algo que creemos valioso, ¿no es eso autocompasión, hurgar en la herida? Pues todo eso es el pasado, que ya está muerto y no sirve de nada en el presente.

 

4. Recordar algo que ya pasó, que hicimos, tiene muy poco sentido. Ya que esos recuerdos estarán mediatizados por lo que somos ahora en la actualidad. Si nos va peor que cuando ocurrieron lo recordaremos con añoranza, etc., pero si en la actualidad nuestra vida es plena, de total dedicación en el ahora, todo ese pasado no lo recordaremos. Es la inatención, lo que abre la puerta para ese pasado llegue, ya sea molesto o halagüeño. Pero el pasado, siempre es un impedimento para encarar los retos nuevos, que siempre son en el ahora.

 

5. ¿Podemos creernos cuando algunos nos presentan la vida como un eterno festival de variedades, con sus fiestas y fanfarrias, etc.? Eso no es la realidad de lo que es la vida, ¿verdad? La vida es dolor. El hecho de existir es dolor. El que nos hacen a nosotros y el que nosotros hacemos a los demás. Y también está el dolor de verlo todo absurdo, sin que nada tenga sentido ni significado, y el dolor de las soledad, de sentirse aislado, de verlo todo feo, al convertirnos en amargados, neuróticos. Así que ese es el hecho de la vida: todo es dolor. Ahora bien, si no huimos de esa cosa tan extraordinaria y maravillosa que es la vida y su dolor, ¿qué es lo que sucede? El dolor ya no es el mismo dolor, sino que tiene otro sentido, de manera que podemos ir más allá de él. Entonces nos movemos con ese dolor, al ser el dolor mismo, de manera que lo comprendemos, él nos cuenta su historia, su secreto.

 

6. ¿Cuándo odiamos y amamos, no lo hacemos con todo nuestro ser, con toda la energía, con atención total y absoluta? Por eso, tanto el odio como el amor son lo mismo: la acción sin división ni conflicto, ni problemas. Pero como toda acción, tiene sus consecuencias, sus resultados, y es ahí si somos afortunados donde aparece la inteligencia, que es el orden, lo sagrado.

 

7. Todo lo bueno sucede ahora –y lo malo también-, así que para que se consuma completamente no hemos de huir, querer cambiarlo, ni tocarlo, solamente vivirlo. Sólo así eso se convierte en orden, que no molesta ni se interpone con los recuerdos, que son el pasado, con el presente, el ahora.

 

8. Nadie podemos esconder lo que somos, pues todos funcionamos en la vida de la misma manera psicológicamente. Por eso presentarse como alguien extraordinario, como el más feliz, risueño, alegre, eso es una superficialidad, un engaño.

 

9. La libertad es precisa para todos, ¿estamos de acuerdo, no? Por tanto, cada cual ha de hacer lo que tenga que hacer. Hasta aquí ningún problema. Pero no podemos ser tan estúpidos de creer que solamente existe mi libertad, de que sólo yo tengo derecho a ser libre, a hacer lo que me da la gana. Pues los otros también piensan de la misma manera: quieren hacer lo que les da la gana para satisfacer su apetito incesante de placer. De manera que cada cual tiene su parte de responsabilidad en la respuesta que nos den por algo que hacemos en lo que también están involucrados los otros.

 

10. Ver sonreír, provocarle la sonrisa a alguien, aunque tenga su valor, eso es muy poco, ¿no? Lo importante es que nadie necesite a otros para que les provoquen la alegría, la sonrisa. Y para ello no podemos ser ni corruptos ni inmorales, hemos de ser honestos en cada acto de nuestra vida. Eso es lo mismo como cuando los ricos les dan una limosna a los pobres, sin cambiar su manera de vivir inmoral, deshonesta e insensible. Pues esa actitud corrupta y cruel, va a proseguir generando la pobreza por medio de la injusticia, la explotación, la crueldad.