Lo decía en comparación con los animales, que ellos no pueden optar. Ni los árboles ni las flores tampoco. No digo que sea mejor o peor, lo estoy describiendo. Para que al investigar se nos muestre lo que es. Y así lo veamos más claramente.
Pero la diferencia con los animales es que sabemos lo que es el miedo. Y podemos gestionar hasta cierto punto la manera de salir de ese miedo.
Pero los demás en realidad no son el problema. Él verdadero problema eres tú, Alec. Y es también cada cual y cómo vive su vida. Porque nadie puede obligar a otro para que viva de manera que él no quiere. Por eso, cuando resuelvo mi problema, que es mi vida, es cuando estoy ayudando a toda la humanidad. Porque si yo me comprendo realmente, también comprendo a los demás, sus problemas, sus posibilidades de resolverlos o no, sus miedos, sus esperanzas.
El miedo es la ausencia de referencia. Cuando tenemos miedo es que estamos completamente solos, nadie nos puede ayudar en esa soledad. Porque el dolor del miedo no se puede compartir ni transferir para aliviarnos, par trasladarlo al que nos quiere ayudar.
Un ciego que no ve absolutamente nada, nadie que no sea ciego también puede saber del dolor de no poder ver. Y así mismo la soledad y su miedo, es cosa de cada uno. Pues nadie puede atrapar esa situación del que tiene miedo para sufrirlo él, librando al otro de ese dolor.
Por eso, Jesús y los otros, que dicen que curan los dolores, la soledad, es una mentira, es una falsedad, no es un hecho. El hecho es que el que le toca sufrir, ha de sufrir él solo, lo quiera o no. ¿Nos estamos comunicando, Vicky?
Por eso, Maria, al final de todo, o al principio, todo el problema es el ver, el darse cuenta realmente cómo funciona la vida y cómo funcionamos las personas. Y las personas somos nuestros pensamientos, nuestras mentes, y por eso, es preciso descubrir la manera cómo funcionan.
La reencarnación es una creencia como otra. Es igual como decir que uno puede hacer un viaje astral, hablar con personas que están en la otra parte del mundo mentalmente. Los que creen en eso, pueden reproducir todo lo que les convenga mentalmente, tienen esa capacidad. Pueden alucinar de manera, con sus delirios, que lo que piensan es real. Ese es el problema, Alfeon, de lo esotérico, el ocultismo, etc.
Vicky, ¿cómo voy a poder sufrir tu dolor, de lo que sea, si eso jamás puede llegar a mi? Ni mi dolor llegar a ti. Puede haber compasión -ayudar-. Amor, sentirse igual. Pero el hecho de tu dolor y mi dolor es intransferible.
Pero, ahí está la paradoja, Maria, la seguridad no existe en absoluto. Así que creyendo que buscando la seguridad, creyendo que ya la he encontrado, seguimos en la misma inseguridad. Pero habiendo hecho toda clase de cosas que me dejan aun más en la inseguridad, que es lo que hacen los estados, armados con artefactos bélicos destructivos, pero que siguen en la inseguridad, invirtiendo cantidades inmensas de dinero y vidas humanas.
Pero como son tan corruptos e inmorales nos han vendido la idea de que ellos nos van a salvar de nuestros enemigos. Sin darse cuenta que son ellos mismos, que con su manera de vivir, egoísta y cruel, los generan, los crean. Por lo que vivimos en el absurdo. Y esa manera, ese paradigma de vivir, no es de ahora sino que tiene miles de miles de años.
Vamos por partes, Alec. Cuando uno está más allá de su condicionamiento de americano, de negro o blanco, de europeo o africano, eso tiene una repercusión con los que se relacionan conmigo. Pero, también existe la relación que llega a los demás sin que ellos se enteren, es lo que se llama la resonancia. Por ejemplo, si tú cuando te levantas por la mañana, sales a la calle, y ves por el ascensor a un vecino tuyo, lo saludas amablemente con afecto, etc. Ese vecino, sin darse cuenta él ya ha recibido una energía de amabilidad, de afecto, y la va a transmitir a los demás de una manera o de otra. Y si fuera al revés también: el trato con ausencia de afecto y amabilidad lo va a transferir. Por lo que, es preciso que uno cambie su manera de vivir.
Respecto a la segunda parte de tu comentario, donde dices: ‘El cacareado número crítico, etc. Que lo relaciones con las creencias, la fe, etc.’. No entiendo a qué te refieres. Si lo puedes explicar un poco más, tal vez lo entienda.
Eso es una ilusión, Vicky. Nadie puede saber lo que es el dolor de otro. Puede tener una referencia, una analogía, pero el hecho en sí eso no hay manera de recibirlo de otro. Eso es la verdadera soledad. Y por esa soledad, tan rotunda, dolorosa y definitiva, es porque los hombres han inventado a dios, los santos, los gurús, los únicos salvadores. Porque no podemos estar solos con nuestro dolor. Ni debemos estarlo, porque tal vez enloqueceríamos. Por tanto, como si de una carrera se tratara, el que más soporta la soledad y su dolor, es el que más desarrolla la mente, la percepción, la sensibilidad, la inteligencia. Como le sucedió a JK y a otros. Pero el que se pasa, como ya he dicho, puede estropear su vida.
Estoy hablando para todas las personas que quieran y puedan entender. Es decir, sí para toda la humanidad. ¿Por qué lo dices? Si no quieres seguir, no contestes.
¿Qué quieres decir en cómo lo sé? ¿No sé a qué te refieres? Acláralo, si quieres, por favor.
Hay algunos filósofos profundos, humanistas libres de creencias, que dicen que con seis o siete personas que cambiaran su paradigma de división, de miedo y egoísmo, la humanidad cambiaría toda ella. Pero que no hay los precisos para influir en la mente global.
En cuanto a Castaneda, y lo que me has nombrado, es más de lo mismo.
Creo que el problema está en la falta de sensibilidad, en la indolencia. No solamente la indolencia de los ricos hacia los pobres. Sino también en la indolencia de los pobres hacia los mismos pobres.
Hace unos días una mujer de unos cincuenta años, que vive en una caravana a las afueras, porque no tiene casa, se quejaba porque -según ella- no la ayudaban los servicios sociales. Pero sí que ayudaban a los inmigrantes africanos y asiáticos. Todo ello lo decía, con odio hacia los extranjeros, diciendo que ellos eran los culpables.