Sí, el placer en sí no es el problema. El problema viene después cuando lo registra el pensamiento y quiere repetirlo hasta quedar agotado, yendo a parar al hospital o encerrado por la justicia en prisión. Pasando por todo el proceso de tortura y la agonía hasta el desenlace final, la muerte.
¿Qué haremos ante esa inmensa energía que es el deseo de más y más placer, haremos una guerra con ella, le entregaremos nuestra vida? ¿Robaremos, maltrataremos, seres indiferentes y corruptos por sentir ese placer insaciable? Piénselo, no se decida diciendo estoy de acuerdo o en desacuerdo, porque en ello está en juego su vida y el dolor de los demás, ya sea que los conozca o no, ya sea que vivan cerca de usted o en la otra parte de la tierra.
Creo que hay un error. Un grupo de personas, siempre son personas. Y las personas para poder convivir, más en un grupo -una discoteca, un club, un instituto, etc.- es preciso que hayan leyes, normas, para que la anarquía y el desorden no lo destruya.
Por eso, nosotros somos personas como todas y generamos los mismos problemas. Y por tanto las mismas soluciones. Podemos ser, más suaves y educados, compasivos, con amor, pero si queremos que un grupo funcione y no se destruya ha de haber normas y leyes.
Caballero, Internet es el espejo del mundo donde vivimos. Es decir de nosotros. Pues el hombre es el principio y el fin de todo lo que hace, inventa o maneja. Así que Internet es lo mismo que su casa, su club de amigos, la facultad o el instituto, el gobierno ya sea el local de un pequeño pueblo o el de una nación. Porque, en todo está involucrado el hombre y sus maneras que son básicamente iguales para todos.
¿Katy, tú no tienes leyes en tu vida?
Alexander. Ya que has nombrado a JK, él también estaba sometido a las leyes. Se cuidaba mucho de lo que decía, para que no le prohibieran la entrada en los países donde quería ir. Y todas las Fundaciones se regían y se rigen por las normas y las reglas. Por eso, creo que estamos confundidos cuando esperamos algo que no puede ser.
“Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra”.
Y ahí se acaba todo. Lo importante es, ¿por qué va uno a la guerra, es por obligación, es por diversión, es por convencimiento, es por ignorancia y estupidez? Vivimos en un mundo de falsedad, donde todos por interés colaboran y toleran la corrupción y la mentira. Puede que tengan una apariencia moderna, que lo que hagan tiene su éxito y resonancia, pero son vulgares y superficiales, banales, pues la vanidad del éxito les hace traidores y guerreros. Aunque ellos digan que están a favor de la paz, y sientan horror por la guerra, sus hechos son tan violentos como los que están en el frente destruyendo y destruyéndose, matando toda la vida.
Riqueza de vida. Ver la maravilla de la naturaleza, es la riqueza.
Ni tan siquiera a la hora de vomitar somos diferentes. Desde nacer hasta morir, todos pasamos por el dolor y el placer, y eso nos hace iguales, nos desencadena toda clase de acciones que todas llevan a lo mismo: proseguir, devenir, buscar la seguridad y el placer. Y todo eso, es el drama de la vida. Porque mi placer y seguridad, es acosta de la tuya.
Estar más allá del bien y el mal, tiene su peligro si no aceptas sus resultados. Yo puedo ser tu amigo, pero ahora traicionarte y matarte.
El problema es darse cuenta que somos actores de esa obra de ficción –que es cómo vivimos, nuestra existencia psicológica-. Entonces, una vez visto que somos actores de esta obra, ¿qué hacer para liberarse de esa ilusión? Toda la trama de la vida psicológica se origina en el pensamiento, que es la memoria acumulada a través de millones de años. Y es ese pensamiento, al que hay que entender, comprender, ver de qué manera funciona, cómo se genera y dónde nos lleva.
Siento decirte, Juan Carlos, que eso escrito queda muy bien. Pero cuando se pone en práctica, el resultado es nuestra manera cotidiana de vivir. Por lo que todo es un cuento bien elaborado y atractivo al oído, como todos los cuentos que hay. Porque, el paradigma de vivir, lo pintemos y lo embellezcamos siempre es el mismo: yo a costa de ti, tú a costa de mí. Ahora tú dices que hay unos que aceptan eso con una sonrisa, poniendo la otra mejilla. Y yo te digo: todo es mentira, todo un negocio, el negocio de la vida.
Pero, ese drama se repite cada día. ¿Por qué lo generamos, lo provocamos con nuestra manera de vivir?
La vida si queremos vivirla, siempre es a costa de otro. Para poder sobrevivir hay que comer. Y comer es matar. Por tanto, a partir de ahí todo es el mismo paradigma. Ahora viene uno y dice: no la vida es un mar de belleza, donde el mal no existe, donde la muerte ni el dolor es un problema. Y uno le dice: ¿Tú lo vives en cada instante? Y ese es el hecho, que los no hechos son una ilusión. Y lo que cuentan son los hechos.
Dicho todo esto, habiéndolo visto, ¿puede uno proseguir con su vida sin amargura, sin ser un neurótico?
¿Podemos pasar de las cartas, no abrirlas, echarlas a la basura?
¿Por qué ese día de la muerte no será una liberación de todo lo que somos, hemos sido, el fin? Y en el fin, como en el comienzo, está la belleza de la vida que no puede ser de otra manera que como es: nacer, crecer, llegar al esplendor, envejecer y morir. No hay más.
Una vez muertos, nada cuenta. Muerto el perro se acabó la rabia.