El éxito de la droga es la rapidez con que actúa, genera sus efectos. No hay nada tan rápido para activar el cerebro y la mente como la droga. Pero, como tofo lo rápido tiene su peligro: genera confusión con todo su desorden, y es muy difícil de sostener en el tiempo esa velocidad de vértigo. Y de ahí le llegan todos los peligros que tiene: adicciones, enfermedades, delincuencia, accidentes mortales, comportamientos neuróticos y demenciales.
Por eso, el problema que hemos tenido, y tenemos siempre, es el de diseño. ¿Cómo nos han diseñado? ¿Hay algo que diseñe las leyes por las que se rige la vida y la naturaleza? El orden existe porque si no, no saldría la luna ni el sol a su debido tiempo, desencadenando los procesos y fenómenos físicos y químicos. Por lo que, seguimos sin saber nada. Aunque sí que sabemos que sufrimos dolor y qué podemos hacer para descartarlo.
Lo que necesitamos es vivir como los animales, que aceptan todo lo de la naturaleza: la lluvia, el tórrido sol, el frío, el hambre, la ausencia de contacto sexual, como la promiscuidad, la muerte, etc., la ausencia de asco y de higiene, pero sintiendo como humanos. ¿Puede ser eso? No puede ser mientras exista el ‘yo’ que es el que genera la división desde donde nacen los ascos, los celos, las comparaciones, el pasado, el futuro, los deseos siempre de más o de menos. Lo que quiere decir que si no tuviéramos ‘yo’ seríamos animales pero conduciendo coches, yendo a Marte o la Luna, etc.
El amor es el orden que está más allá de nuestro entendimiento.
Para Julian Jones, director de desarrollo del Centro para jóvenes con Talento. Universidad John Hopkins Baltimore, EE.UU.
He leído tu entrevista en el diario…, de ayer. Gracias.
¿Por qué no nos damos cuenta que si a los alumnos, por unas características cualesquiera, los separamos de los demás eso les va a perjudicar? Pues, de esa manera, estamos haciendo otra casta, aunque sea de los más listos, que se va a enfrentar a otra casta.
Una casta es un círculo cerrado, donde todo parecen ventajas. Pero, fuera de ese círculo uno se convierte débil y temeroso. Por eso mismo, es tan bueno que haya una mezcla de todo el abanico de todas las personas, independientemente de la raza y las capacidades intelectuales. Eso es lo mismo, como cuando algunos colegios, segregan a los niños de las niñas. Perdiendo la oportunidad de interactuar holísticamente con todas las personas. Porque la vida no está en un fragmento, sino en lo total.
¿Qué puede salir de una actitud divisiva, fragmentada, excluyente y aislada? Va a salir lo viejo y repetitivo: división, conflicto, enfrentamiento. Es decir, más competitividad, más esfuerzo con su brutalidad, más deseo de vencer con su crueldad.
¿Vale la pena ganar el mundo cuándo uno pierde su vida, la vida verdadera, no la material, superficial, causante de desdicha violencia y guerra?
El mundo demanda ingenieros, abogados, especialistas, pero descuida la parte moral, espiritual, psicológica. Por eso, el mundo se basa en el materialismo capitalista, que es el mundo de la corrupción, del engaño, de la trampa. Pero, desde el principio hasta el final está en el ámbito de la violencia y la guerra. ¿Por qué no les dicen a los niños superdotados, que la división que les lleva a la guerra reúne todos los males? Porque antes de acabar en la violencia y en la guerra, ha tenido que haber mucho dolor y sufrimiento, antagonismos, enfrentamiento, que al final, lleva a las matanzas en masa que es lo que son las guerras.
Para las personas siempre el reto ha sido el mismo: deshacerse de la ignorancia y del miedo, ya sea a la hora de bajar del árbol o ir a la luna, vivir atrapado por otros o vivir libre,
La prueba irrefutable de que existe vida inteligente en el universo es que está ahí el infinito. Y en el infinito caben todas las posibilidades. Por lo que, el infinito lo abarca todo, nos hace libres en todas direcciones: en las del sí y en las del no.
Hay algo que está muy claro, por mucho que información que tengamos, ésta no nos va a hacer ni libres ni inteligentes. La inteligencia no tiene nada que ver con la información, o alguna maestría.
Darse cuenta de algo, es diferente de querer darse cuenta. Por eso, todo método o enseñanza para conseguir la atención, la inteligencia, es un impedimento para que lleguen.
La mente embotada en sí, está aferrada a ella misma, a sus propias opiniones e ideas. Pero una mente atenta a todo lo que sucede, es una mente que se libera de instante a instante, va de la libertad a la libertad, que le da la inteligencia.
Toda búsqueda es infinita, por lo que nos colapsa. Lo necesario es una mente sana, ágil, fresca, capaz de entrar en la realidad de lo que es la vida. Y eso sólo se puede conseguir cuando uno está libre de la corrupción y la inmoralidad del querer más y más, o menos y menos.
Las actitudes, visiones personales, son deseos, vanidades. Lo real, lo verdadero, es el ser. Dónde no hace falta ni discutir, ni elaborar teorías, ni buscar en el infinito –cosa banal, fútil-.
Los maestros, cada uno es como es. Por tanto, nos pueden enredar de manera, que esa locura de enredo, nos despierten para ver que seguir a uno es una estupidez. O nos dan libertad para que erremos y vagabundeemos todo lo que necesitemos, para que así, si uno es afortunado, despierte a la realidad de lo que son las cosas, la vida.
Si uno sabe mirar lo que uno es en el interior, también sabrá mirar lo que hay en el exterior. Pues, lo interior y lo exterior están unidos de manera que se funden y son lo mismo. Porque, todo es energía: la conciencia, la materia, la no materia, lo er4vidente y lo oculto.
Todos internamente tenemos lo mismo: el pálpito de la vida. Luego, vino el darse cuenta de lo que sucedía y con ello llegó miedo, que es el condicionamiento. El condicionamiento es la memoria, que recuerda lo que ya ha vivido y se agarra a ello por el miedo. Y luego llega el pensamiento que quiere poner orden, quiere ser el director. Y es ahí donde estamos atrapados. Pues, tanto la memoria, que es el pensamiento -pues sin memoria el pensamiento no puede operar-, siempre son lo viejo, son la respuesta del pasado. Por lo que uno ha de descartar todo eso, encarando la vida desde el vaciado de toda la mente del pensamiento, donde pueda ser fresca, ágil, siempre joven, siempre nueva.