Torni Segarra

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Todos nos vengamos de todos sin excepción, y todos también perdonamos, y también todos comprendemos. Creerse único y diferente de los demás psicológicamente, es una ilusión.
 
La amistad, es tener una cierta confianza con alguien en particular, porque ya lo conocemos. Pero, de una persona no nos podemos fiar. Pues las personas en cualquier momento podemos fallar.
 
Esa felicidad que a veces sentimos, no es solamente porque nos enamoramos de una persona. Pues, sin estar enamorados de nadie, lo sentimos al ver la belleza que todo tiene, que está en todas partes. Porque, esa belleza la tenemos dentro de nosotros, sin necesidad de ningún estímulo externo.
 
Nos reímos de la manera como vivíamos hace cincuenta años. Pero no nos damos cuenta que dentro de cincuenta años se reirán de nosotros, que nos creemos tan modernos y libres, y pensarán que éramos patéticos, atrasados, pobretones. Y siempre ha sido así y seguramente lo será. Por tanto, ¿por qué tanta vanidad y codicia, tanto exhibicionismo, tanto derroche, tantas disputas y enfrentamientos?
 
¿Quién ha dicho que ser madre, tener un hijo es un delito? ¿Por qué hacemos caso de las tonterías que dicen los demás de nosotros o de alguien? ¿Quién tiene la autoridad para decir qué está bien o está mal? Y, ¿quién le ha dado esa autoridad para juzgar cosas tan naturales y maravillosas como tener un hijo?
 
Creer o no creer no es lo importante, sino cómo vivimos. Si yo te impongo mi creencia, por sagrada que diga que es, ¿hay ahí amor? ¿Puede una creencia, ya sea en dios o en las santos, en las supersticiones, los milagros, etc., todas divisivas, generar compasión y amor? No lo puede, pues la división interna es lo que obstaculiza que el amor pueda florecer.
 
Ser feliz es no tener conflicto entre la realidad, lo que es, y lo que yo quiero, mi realidad.
 
Los zapatos con alza, todos son horteras, aunque estén llenos de piedras preciosas, diamantes, etc., y recubiertos de oro.
 
El dolor siempre va a estar ahí con nosotros. Pues la vida es dolor. Pero si uno lo comprende, no huye ni lo quiere cambiar, sino está con él, entonces ese dolor, uno está más allá de él.
 
Cada pregunta tiene su propia respuesta. Así que dependiendo de la pregunta, así será la respuesta. Por eso, cuando preguntamos, lo hemos de hacer claramente, con sentido y significado.
 
Ese conjunto, de la modelo, el vestido y su color, las gafas, los zapatos-sandalias, el bolso, todo el conjunto, es lo que podríamos decir elegancia, nada que sea hortera, la excelencia.
 
Creer en dios, decir que es nuestro aliado, no quiere decir que ya está todo arreglado y solucionado. Ahora faltan las obras, la manera cómo encaramos los retos.
 
La belleza no está en una ola, o en la salida o el ocaso del sol, la belleza está dentro de nosotros, nace allí.
 
El futuro en lo psicológico, espiritual, no existe. Sólo existe el ahora. Todo lo demás, es un mirar atrás al pasado, o un proyectar hacia el futuro, con el presente que hace de puente entre ambos.
 
Las flores son para regarlas, cuidarlas y amarlas, no para cortarlas y exhibirlas, en un jarrón, muertas.
 
El error es nuestro condicionamiento. Por eso, mientras estemos condicionados, sin libertad, seguiremos errando. Pues, es la libertad que es la inteligencia, la que nos libera del condicionamiento.
 
Los zapatos no son el problema. El problema es qué hacemos con los zapatos, al igual que con los vestidos, los muebles, todo lo que necesitamos. Pues lo superfluo, lo innecesario, es inmoral, ficticio, un añadido, nada elegante, sin gusto ni excelencia.
 
El amor de pareja, es un contrato no escrito de a mí me conviene y a ti te conviene. Si los inconvenientes sobrepasan nuestra capacidad de soportarlos se acaba.
 
Siempre hay solución para cada problema y si no la hay, también hay otra solución: aceptarlo, lo comprendamos o no.
 
Cuando decidimos hacer cualquier cosa, la providencia da un paso hacia adelante también. Pero, hay que saber que ese paso nos puede llevar al desastre y la muerte. Pues la vida, de una manera o de otra, también nos tiene que matar.
 
¿Cuándo tenemos claro algo, cuando lo comprendemos plenamente, como tener hambre, sueño, sed, etc., por qué habríamos de esforzarnos para hacerlo? El esfuerzo, es una pérdida de energía pues nos divide de la realidad, nos genera conflicto, entre lo que yo quiero y lo que es, la realidad. Por tanto, hemos de descubrir si lo queremos es una realidad, un hecho, o no.