Torni Segarra

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El problema, es lo que hacemos con el problema: ¿huimos de él, somos indiferentes, o lo encaramos cara a cara?
 
Todos compartimos los mismos problemas y dilemas: si voy muy bien vestido me dicen que soy repipi, si no lo voy me rechazan por ser indecoroso, si hablo mucho les molesto, si no digo nada se aburren, si como mucho me siento mal, si no como el viento se me lleva por falta de fuerza.
 
Para vivir la vida, solamente hay que ponerse a vivirla total y completamente, con toda la energía y atención a cada cosa que hagamos, observamos, a cada reto que nos llega. Porque si hay división entre lo que hacemos u observamos, la energía no llegará en su totalidad. Y entonces, la vida se convierte en la amargura del conflicto entre lo que queremos y lo que realmente es, la realidad.
 
La fealdad es la ansiedad, el estrés, el querer y no poder llegar donde queremos. Pero cuando uno va más allá de todo eso, la belleza está ahí.
 
Las cosas no están ahí puestas para que las disfrutemos, viendo su belleza o no. Todo lo que existe está ahí para que todo funcione en una unidad, dependiendo cada cosa una de la otra. El percibir o no la belleza, es cuestión de cada cual como lo vea. Uno puede disfrutar y ver la belleza de la naturaleza y a otro molestarle sus incomodidades. Otros disfrutan y ven la belleza de las grandes ciudades y todas las comodidades y facilidades que hay en ellas.
 
¿Por qué será que lo bello y lo sencillo van unidos? Porque en lo sencillo va la posibilidad de hacer menos daño a los demás, a todo lo que existe.
 
Nosotros somos nuestro condicionamiento, que hemos heredado de nuestros antepasados, desde hace miles de años. Este condicionamiento es común a toda la humanidad: todos tenemos miedo. Y, ese miedo es el que nos divide internamente y externamente de los demás. Al tenernos miedo unos a otros, tenemos que defendernos y atacar, con todo el drama que eso representa. Así que nosotros somos el miedo y lo que nos genera y provoca. De ahí esta sociedad, tan corrupta y cruel, que hemos construido entre todos.
 
Decir un poquito de vanidad, es lo que decimos todos. Pero los hechos nos desbordan. Por supuesto, que todo podría ir peor. Por eso el que vive en lo poco, sabe lo que tiene que hacer.
 
Cuando nos aferramos a otro, si el otro está como nosotros falto de afecto y calor humano, también se aferrará. Si está más fuerte, o en una posición superior de seguridad, puede que huya de esa relación, por molesta y agobiante.
La libertad, no es estar solo, sino sentirte libre sin conflicto allá donde estés y hagas lo que hagas. Entonces, en esa nuestra libertad, es preciso que haya una cierta soledad, porque esa experiencia sólo es nuestra.
La meditación es ver todo esto, el movimiento del pensamiento, ver los temores y comprenderlos, ver lo vano que es luchar contra ellos, es estar con ellos sin huir ni querer cambiarlos. Entonces, al no haber división, la meditación es hagamos lo que hagamos y estemos en el lugar que estemos: jugando al tenis, leyendo, haciendo sexo, comiendo, caminando, durmiendo, o simplemente mirando y observando sin ninguna dirección.
 
Todo lo que nos irrita de los demás, es cosa nuestra también. Porque, el observador, ‘tú’, es lo mismo que lo observado, ‘yo’. Todos nos irritamos con otros, así como nosotros también irritamos a otros. Así que, cuando nos comprendemos, cuando vemos cómo funcionamos, la irritabilidad llega a su fin, ya no luchamos contra ella. Y cuando no hay lucha, hay paz, que es la ausencia de conflicto.
 
No hay mayor ignorante que el que dice que sabe. Porque si supiera verdaderamente, no hablaría asertivamente, como un adivino. Pues, nosotros somos la parte del todo. Y la parte no puede abarcar al todo.
 
¿Y si existiera la compasión infinita, que es amor? No porque nosotros no podamos hacer algo -tener compasión-, eso no quiere decir que no sea posible.
 
Las opiniones son palabras, descripciones de unas ideas, pero eso no tiene ningún valor práctico. Lo realmente verdadero, es lo que hacemos, cómo vivimos, cuál es la relación con las personas con quien convivimos. Porque eso va afectar a toda la humanidad.
 
El comunismo no tiene ninguna fuerza ni poder. Pero ante una crisis económica, política y moral, puede surgir otra reacción ciudadana que no sea comunista, pero sí que puede llevar la misma esencia que el comunismo: la igualdad, la justicia, etc.
 
Cuando tenemos en conflicto con una persona, sea quien sea, se intenta resolverlo. Pero si ello no es posible, se descarta radicalmente.
 
Cuando en un establecimiento público a uno le prohíben la entrada, es porque a los propietarios no les interesa que esa persona entre. Los motivos son que su presencia menoscaba el ambiente del lugar, debido a lo inadecuado de esa persona, por su imagen, su raza, etc.
 
El amor no tiene contrarios, no es el contrario de nada. Pues el amor todo lo engloba y abarca. Somos nosotros con nuestros condicionamientos, los que hacemos que el amor no pueda ser.