He leído tu escrito, ‘Hacer política educativa’, de ayer. Gracias.
No has encarado bien el escrito. Dices que los políticos deben arreglar el desbarajuste del plan de estudios. Pero los políticos no están para hacer esa tarea. Ellos quieren conseguir el poder y hacer todo lo que puedan para permanecer con él. Y a partir de ahí todo está sometido a ese objetivo. Por lo que todo tiene ese estilo corrupto que lo impregna todo.
No hay más, la educación que imparten las universidades, los institutos y escuelas, todos reciben el mismo programa que emana de los gobiernos que nosotros hemos escogido. Que no es más que una enseñanza en el esfuerzo, la contradicción, el conflicto. Y donde hay conflicto, hay pérdida de energía. Donde la excelencia no puede ser -el máximo orden posible-.
Ellos quieren ingenieros, abogados, técnicos y burócratas, para que siga el mismo paradigma que ha hecho posible el que el gobierno pueda mandar. Por tanto, no queda nada más que ver dónde estamos. Y que cada uno saque sus consecuencias. Y actúe de la manera que quisiéramos que fuera, en la manera de lo posible, pues al estar mediatizada por los gobiernos la educación está condicionada por ellos.
He leído tu artículo, ‘¿Necesitamos una reforma electoral?’, en el diario…, de ayer. Gracias.
Los problemas no se resuelven con meras reformas, con un ajuste por aquí de vez en cuando. Los problemas que es lo viejo y conocido, lo repetitivo, lo que nos enfrenta y nos genera toda clase de disputas y contiendas, ha de ser comprendido, visto hasta la misma raíz de su origen. Y entonces uno descubre que todos los problemas nacen y se desarrollan dentro de uno.
Por tanto, el problema es uno, no del político, del esposo o la mujer, del vecino, o de las crisis recurrentes. Y es entonces, si lo vemos con claridad, cuando ya no estamos dando toda la responsabilidad a los demás, ya sean los políticos y dirigentes, las autoridades económicas, religiosas, etc. Es entonces, cuando uno se da cuenta que él es responsable de todo lo que sucede a su alrededor, y también lejos, a los árboles, a los animales, a los moribundos hambrientos que van a morir en estos momentos o mañana, a los que no tienen donde vivir, a los que van a matar y a que los maten en horrorosas y sanguinarias guerras.
Y entonces uno no le da tanta importancia a los políticos, los que mandan, solamente los ve como lo que son: unos funcionarios burócratas que gestionan los servicios y todo lo necesario para que haya el menor orden posible. En todo lo demás en el ámbito humanitario, en el ámbito moral, en lo psicológico, allí ellos no tienen nada que hacer, si nosotros nos hacemos cargo de nuestras vidas, viendo y comprendiendo de la manera que estamos condicionados. Siendo libres.
He leído tu escrito en el diario…, de hoy, ‘La Madre Tierra para Evo Morales’. Gracias por las informaciones y comentarios.
Siempre existe el mismo dilema: dejar intacta una región, un paraje, o alterarla de manera para que se desarrolle económicamente, construyendo vías de comunicación o polígonos industriales. Recuerdo que en los años setenta del pasado siglo, querían construir una autopista por el litoral del Mediterráneo en el este de la península Ibérica, a escasos kilómetros de la playa, cuando empezaba a desarrollarse el turismo y su industria -hoteles, tiendas, bares, discotecas, alquiler y venta de apartamentos, etc.-. Los jóvenes de las zonas afectadas, que estaban en contra del dictador Franco, se dedicaron a manifestarse en contra por medio obras de teatro escritos, charlas, etc. Pero la autopista se hizo.
Y efectivamente la zona registró un gran auge del turismo tanto internacional –sobretodo inglés y alemán que se instalaron allí como su segunda o primera residencia-, como el español. Dicho esto, y después de tantos años, no sabría decirte si la autopista tuvo un papel determinante o fueron otras causas las que propiciaron tal auge. Lo que sí que está claro, es que tanto la autopista sirvió a los turista y su venida, como estos dieron sentido a tan gran proyecto. Que atraviesa unas zonas donde los campos de cultivo de arroz y de naranjos, y otros cultivos de hortalizas y árboles frutales, abundan en la zona, teniendo que levantar grandes puentes para salvar otras carreteras, vías de tren, ríos o montañas. O expropiaciones de los lindes de la autopista.
Aquí lo que hicieron fue, conceder una concesión a la empresa constructora para que la gestionara y explotara durante veinte o treinta años –puede que sean menos o más- para recuperar los costes de la creación. Y luego ya pasa a ser titularidad del estado.
“Éxodo 20,4: No te harás imagen ni ninguna semejanza de cosa que este arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”.
Gracias Alejandro. Por eso, los católicos, y otros también, son idólatras y paganos, mundanos, supersticiosos y superficiales, ocultistas y brujos.
El problema que tenemos es creerse que todo lo relacionado con uno es lo más importante. Cuando uno dice: ‘Sabes que estuve en Sebastopol’. Y enseguida decimos: ‘Ah, yo estuve en Karachi y lo pasamos tan bien, vimos…’. Y ya no paramos sin dejar hablar al otro.
Claro eso es en las cosas superficiales, pero cuando se trata de otras más importantes, en la que hay en juego algo de más valor, estamos dispuestos a destrozarnos para que ese ego prevalezca.
Por eso, para que el ‘yo’ no pueda operar hemos de encarar los retos negativamente. Pues el ‘yo’ solamente puede operar en lo conocido y repetitivo, lo nuevo no le deja actuar.
El problema es muy profundo, pues las personas se hacen adictas al dinero y lo que proporciona, seguridad psicológica. Por lo que cuando está en peligro el dinero que tenemos nos entra pánico, porque no podremos adquirir lo que nos hace felices, ya sea un nuevo coche, un viaje, una nueva casa, nueva ropa, salir a comer al restaurante, etc.
Es entonces, cuando la vida se convierte en una guerra abierta para defender lo que soy y lo que tengo. Y por eso, es que hemos creado las fronteras y los ejércitos para que las defiendan. Así que tengo que invertir grandes cantidades de dinero para que me defiendan, por lo que empieza la dinámica de necesitar para la defensa tanto como para subsistir en alimentos, etc. Sin darnos cuenta, que la seguridad no existe en absoluto. Sólo existe la absoluta inseguridad.
Pero describirlo y hablarlo, no nos va a servir de nada si no nos damos cuenta del peligro que es el vivir yendo detrás de la seguridad, persiguiéndola por todos los medios. Es como querer alcanzar la sombra de nuestro cuerpo que se proyecta delante de nosotros. Y todo ello demuestra lo insensibles, los desagradables que somos cuando dejo de comportarme como si fuera lo más importante de la vida, cuando dejo de alimentar a mi insaciable deseo de placer. Pues la persecución del placer nos lleva al dolor. Y cuando llega el dolor, es cuando realmente somos un grave peligro.