Cuando uno llega al extremo de vivir para el dinero, para su propio y único bienestar, es cuando llega la egolatría. Cuando queremos que nos traten diferente a los demás, porque nos creemos especiales, creemos que tenemos más derechos, es cuando más inseguros estamos. Ahí están todas las personas que se dicen que son importantes: los reyes, los papas, los presidentes, los directores y ejecutivos de empresa o financieros, los artistas y triunfadores, el que acumula su dinero en un banco o una caja de zapatos, etc. Pero todos ellos necesitan que alguien les defienda ese plus que ellos consideran que es solamente suyo. Por lo que, se hacen dependientes de lo que tienen y de los que les proporcionan y salvaguardan eso que tienen.
Y eso mismo se puede transpolar a todos los ámbitos: cuando tenemos alguna alteración del estado normal, como un dolor, ya sea en una parte del cuerpo, o psicológicamente, queremos hacer partícipe de ello a todos. Quiero que se me preste una atención extrema, que nos reconforten. Sin darnos cuenta que a todos nos sucede lo mismo. Sólo que hay algunos que lo ven, lo viven, sin hacer de ello un gran problema.
Todo eso es motivado por el miedo a morir, miedo al futuro, miedo al presente, miedo al vivir. Y el miedo es el que ha hecho posible esta sociedad y su manera de vivir, tan cruel y despiadada. Así que, si queremos ser buenas personas hemos de comprender el mido desde la misma raíz.
He leído con atención e interés tu entrevista que publicó ayer el diario… Gracias.
Todo eso que tú, Christian, tan detalladamente has descrito, es lo que siempre ha pasado y ocurre ahora. El ser humano está sujeto a unas necesidades básicas. Primero tiene que comer, vestirse, tener un lugar para descansar y dormir. Una vez tiene eso cubierto, entonces busca la distracción, el entretenimiento, el placer. Por lo que pasa a tener dos problemas: las necesidades físicas y las necesidades psicológicas. Y cuando eso falla, entonces se siente inseguro, siente dolor y sufrimiento. Y eso ya nos ocurría hace un millón de años.
Ahora, la mayoría de las personas donde vivimos ya tenemos cubierta la parte alimenticia, etc. Pero como siempre, falta la psicológica. Y, como para tener paz psicológica uno tiene que trabajar arduamente, inquiriendo, investigando seriamente, apartándose del ruido y la confusión que todo lo envuelve, es cuando todo falla. Porque nosotros somos superficiales, nos gusta la vanidad, la competitividad, el exhibicionismo. Y de esa manera de vivir tan banal, el desorden es el que se impone.
El problema de la crisis ya sea en Europa, como en el resto del mundo, no es económico ni político, es de moral. Y para tener moral uno tiene que conocerse, tiene que saber cómo funcionan las mentes. Para ello, uno tiene que ver de qué manera funcionan sus deseos, sus miedos, sus fantasías, su incesante búsqueda de placer y seguridad que éste proporciona -aunque sea de manera efímera y confusa-.
Sólo así uno es cuando puede generar el orden, que no hay, en su vida y la de los demás, sea que vivan cerca o en otra parte del mundo.
Todo lo que existe es real mientras no hagamos una realidad que no existe. ¿Podemos negar el mundo material: el cuerpo, el agua, el sol, la nieve, el fuego? Eso lo ha de descubrir cada cual, si es que quiere y le interesa.
Lo que pretendo decirte, Rob, es que el mundo es aparente, pero está aquí presente. ¿Puedes dejar de dormir, de comer, de quitar la mano del fuego? Mientras no lo hagamos siguiéremos jugando a lo que debería ser, a lo que me gustaría que fuera. Dividiéndonos de la realidad, de la verdad, de lo que es.
¿Qué relación tiene el Dalai Lama con Jiddu Krishnamurti? Solamente que son dos seres humanos. Pero en la manera de vivir e impartir sus enseñanzas no coinciden. Podrán usar algunas palabras iguales, pero los hechos de sus vidas no tienen nada que ver la una con la otra. El D. Lama, heredero de una teocracia, cruel y despiadada, es un intrigante político, que promueve los conflictos entre el Tíbet y China, que se ha relacionado con personas crueles y asesinas. Personas provocadoras e iniciadoras de sanguinarias y horrorosas guerras, con millones de muertes, donde todavía persisten las matanzas.
¿Por qué es que el cerebro desatiende a los sentidos y se entrega a las alucinaciones y delirios de que tendría que ser? ¿Es por qué para nosotros no tiene ningún sentido la vida, somos indiferentes a ese pájaro que vuela, a ese árbol, a esa persona normal y corriente que va por la calle?
Uno tiene que ser sano y lúcido. Y para ello ha de hacer las cosas de manera que la mente no se confunda y entre en conflicto.
Creo que sí que hay una posibilidad de ir más allá de la confusión de la mente. Porque, cuando somos conscientes de lo que genera la confusión mental -que es la división- entonces, ésta desaparece al desaparecer la división con ella.
Ahora la cuestión es, ¿por qué estamos distraídos, confusos, de manera que nos dividimos?
Cuando nos insultan, ¿por qué no respondemos con el mismo insulto o agrediendo? Porque vemos todo lo que va en ello y vamos más allá de nuestro condicionamiento de querer vencer, triunfar, ser el más poderoso, dominar al que se atreve a insultarnos. Por tanto, la reacción no es efectiva para que advenga el fin de lo feo, las disputas, los insultos, la violencia. Cuando uno ve lo feo y confuso no arraiga porque no hay el terreno abonado, no hay nada para que reaccione. Pues, el ‘yo’ no lleva el mando, está inoperativo.
Yo soy responsable si te insulto o no. No somos piedras en el camino, que las pisan y no sienten nada.
Hola Jérôme. Eres muy rápido.
Empezaré por los nazis. Los he nombrado para que podamos ver la fuerza y el poder –el deseo-, lo que es capaz de hacer –construir otra moral, otra manera de vivir-. Nada más era eso. Por supuesto, que uno tiene toda la libertad para hacer lo que quiera, luego de haber actuado con libertad viene por la fuerza de los hechos las consecuencias. Es decir la enseñanza directa y personal. Es como describirte lo que ocurre si tocas una plancha que quema, eso no será tuyo como si tú lo vives al tocarla.
La pregunta es, ¿hay que pasar por la experiencia para tener la sabiduría necesaria para vivir sin confusión, sin conflicto, en libertad?
Respecto de los motivos para enviarle a Jessica el texto, que tú has leído, lo he hecho porque es un texto que lo pueden leer todos los que tengan sensibilidad, no importan lo que hagan. Porque lo que hacemos, para que sea para todos, ha de ser cosmopolita, global, entendible para todos. ¿Y qué más cosmopolita y global que el sufrimiento que nos genera la vida?
Y la vida son problemas, resolverlos, volverlos a tener y volverlos a resolver. Y así es de la única manera que descubrimos realmente quiénes somos. Es decir, nos damos cuenta cómo funciona el pensamiento y la mente. Pues sin ver cómo funcionan, que es ver y comprender el condicionamiento, no hay manera de ser libre.
Con afecto y con cariño.