Si tú estás bien, para ti es un hecho. Pero lo que otro esté o no esté bien, eso para ti no es un hecho.
Si hay lucha, conflicto, es que el vació es una ilusión.
Mientras no se cambie el sistema y paradigma de cómo vivimos, como siempre lo interno se impone a lo externo, el problema no son las armas. Pues, si se eliminaran las armas, nos agrediríamos con piedras y con los puños, con bastones. Y encontraríamos la manera de matarnos. Gracias, Abel, por tu aporte.
Comprender, ver, ir más allá de las palabras, todo eso forma parte de la unidad. Cuando llega esa unidad, entonces uno es todo a la vez: lo de dentro y lo de fuera, lo que está cerca y lo que está lejos. Entonces, es cuando podemos hablar de amor que es la ausencia de hacer daño a los demás, a todo lo que existe.
¿El universo se puede expandir, contraer? ¿Al infinito se le pueden aplicar esas palabras: expandir, contraerse, reducirse, ampliarse?
El caos también forma parte del orden. Como lo podemos ver en las tormentas, terremotos, incendios de bosques, en las guerras y revoluciones. Otra cosa es que ese caos y ese orden lo podamos soportar, entender, asumir. Pero la ley de la vida es: destrucción, amor y construcción.
Todo lo que suceda a la Vía Láctea, al Universo, todo está dentro del orden que nosotros no podemos comprender. Es como cuando se riega un jardín o se ara la tierra de un campo, las hormigas, las larvas, insectos, etc., no pueden entender ese caos y horror que les ha venido encima.
Magdalena. ¿Lo puedes aclarar un poco más? Porque, los hechos aunque es difícil de asumir a todos nos hacen el mismo efecto, cada uno a una intensidad, pero sus efectos y resultados no se pueden soslayar. Y eso es lo que nos iguala, nos une.
¿Se puede determinar, calificar como correcto algo, decir que es verdadero o no? Hay una historia de que una persona reunió a los ciegos de nacimiento de un lugar y les hizo tocar el cuerpo de un elefante. Y luego les preguntó a cada uno: ¿Qué es el elefante? Cada uno respondió según la parte del cuerpo que había tocado: uno dijo la trompa, otro, la pierna, otro el colmillo, etc.
La realidad es igual: todo no lo podemos saber. Por eso, el sí, se puede convertir en no. Y al revés. Por eso, es de tontos tener opiniones y aferrarse a ellas. Y eso nos da una gran libertad, nos hace libres.
Todo tiene su momento y su lugar. Lo que ahora nos libera, puede deteriorarnos en otro momento. El sexo, como todo, ha de ser usado según la necesidad de cada uno, sabiendo dónde nos puede llevar en su parte negativa. El sexo, al ser entre dos, tiene su efecto psicológico que nos puede perturbar y confundir. Y entonces, ahí también puede haber una pérdida de energía al no estar completamente solo, entero, único mentalmente.
Y por eso, hay quienes creen en la maldad de la mujer, porque ella es vista como una aspiradora que llama, absorbe, reclama, incesantemente, tanto psíquica como físicamente.
Lo que pensamos varía nuestra biología, nuestras vidas, si lo sostenemos y repetimos en el tiempo. Porque al pensamiento nos llegan toda clase de ideas, imágenes, pensamientos: buenos, malos, erráticos, crueles, compasivos, afectuosos, gruñones. Si uno les ve, les deja que nos informen al respecto, sin generar un conflicto con ellos, se irán como vinieron sin dejar ninguna huella en nosotros, salvo que nos proporcionan más energía mental.
Sería interesante para empezar, describir qué es ser agnóstico.
Eso son las locuras de las ideas, las teorías, de lo que quiero que sea la realidad. Esta realidad no me gusta, entonces invento otra realidad que me gusta y satisface más. Pero, al entrar en conflicto con la realidad, la verdad, los resultados pueden ser demoledores, pavorosos, crueles.
Eso no resuelve los problemas, porque ser un pobre, miserable pedigüeño, eso es un problema para la comunidad –y para él mismo-, que lo tiene por las calles sucio y mal vestido pidiendo a los demás. Pedir por las calles a algunos les conforta porque les brinda la oportunidad de dar, pero a la mayoría les molesta e incómoda.
Al estar todas las mentes conectadas entre sí, estamos completamente desprotegidos porque todo nos puede llegar. Es como cuando uno va por la calle, que no puede elegir a los que va a ver, a los que se nos van a dirigir a nosotros. Pero la vida es así.
Así que todo intento de controlar la mente –la realidad, la verdad-, lo que nos llega, queriendo huir de ello, reprimirlo, cambiarlo, nos genera división y conflicto. Y si hay división y conflicto, todo lo que hagamos no tiene ningún sentido ni valor verdadero.
El problema de la vida está en que todos mis derechos también son los de todos los demás. Entonces, si yo necesito comer, los otros también lo necesitan. Si yo necesito mi religión, los otros también tienen una. Si yo necesito mi orden, los otros también necesitan el suyo que tienen. Y ese es el drama de la vida desde siempre.
Cuando lo europeos llegaron a América –del sur y del norte-, hace quinientos años, se encontraron con ese drama: donde llegaron había unos que eran los dueños del lugar que vivían de una manera diferente. Pero, desde entonces el drama desgarrador de la supervivencia prosiguió hasta vencerlos, dominarlos y exterminarlos.
Y ahora estamos haciendo lo mismo con los que no piensan y viven como nosotros. Por lo que el problema es de compasión, de amor. Cada uno que haga lo que tenga que hacer. Pero los hechos están ahí.