Torni Segarra

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La facilidad, llega mediatizada por lo que queremos y deseamos, por lo que necesitamos. Por eso, cuando encontramos eso que necesitamos, no hay problemas, ni conflictos entre lo que queremos y lo que hemos encontrado. El problema no está en la acción. El problema está en el pensamiento que llega después y dice: esto está mal o está bien.
 
Las cosas son como son porque no hay dios ni diablo. Ni el diablo –el mal- puede con dios –el bien-, ni dios puede con el diablo. Porque si no fuera así, el mundo, la vida tal y como es ahora no podría ser, ya que no habría degeneración ni deterioramiento, ni por tanto muerte.
 
Cuando no huimos es cuando somos vulnerables, pero es también cuando ahí está el amor. Pues el amor es sin división ni conflicto.
 
La pena de muerte, es un acto egoísta en todos los ámbitos y circunstancias. Pues los que quieren que se ejecute la pena de muerte, necesitan esa catarsis que proporciona el matar a alguien, después de pasar por las acusaciones, las defensas, el juicio. Y es entonces, cuando los que necesitan esa ejecución, que sienten una cierta tranquilidad momentánea. Pues la sed de venganza les abrasa la mente y sus vidas.
 
Todos queremos que nos traten bien que nos respeten, ¿por qué creemos que solamente nosotros lo queremos, y solamente nosotros lo merecemos?
 
Las personas libres, inteligentes, no tienen límites. Porque saben que siendo libres, viven en orden. Ese orden que es la mayor seguridad posible.
 
Hay que ir con cuidado con lo que nos dicen los otros. Pero nosotros hemos de hacer lo posible para que no nos digan cosas ofensivas y que nos hacen daño.
 
Todos tenemos precariedades, nadie está excluido. Por eso, el que tiene amor, ama sin más.
 
Siempre podemos necesitar más, pero esa necesidad es la que nos resta la felicidad. Por eso, cuando lo vemos es cuando las necesidades sensitivas, vanidosas, mundanas, desordenadas y confusas, llegan a su fin.
 
Decir la noticia de que ‘el bombardeo podría durar sólo tres días’, tirando misiles y bombas sobre ciudades donde viven personas, demuestra lo deteriorados que están los periodistas y sus diarios. Esto no es de extrañar, pues los periodistas son igual que los corruptos e inmorales políticos a quienes sirven como sus amos y señores.
 
El bien y el mal están dentro de cada uno. Lo que determina el bien y el mal, es que si hay conflicto interno el mal está allí.
 
Somos seres humanos. Unos nos aman y quieren estar con nosotros. Pero, otros nos detestan y nos odian, y si pudieran, tal vez nos destruirían, haciéndonos desaparecer. Pero todo eso es común a todos, nadie se escapa de sentirlo y de padecerlo. Porque, ‘tú’ eres ‘yo’. Y ‘yo’ soy ‘tú’. Y todos somos lo mismo a la vez, participamos de la misma mente global, universal.
 
Está claro que la cabeza -el cerebro- es muy maleable, es decir, nosotros somos muy vulnerables e influenciables, fáciles de sugestionar. Sin embargo, creo que una mente que tiene la disciplina -no la militar ni la del convento, sino la que nos enseña y aprendemos-, puede tener la lucidez -cordura- necesaria para poder ver dónde está lo falso y donde está lo verdadero.
 
La amistad es un buen comienzo. Pero si nos conocemos a nosotros mismos verdaderamente –no como me gustaría ser-, veremos que no nos podemos fiar de nadie completamente. Pues, nosotros tenemos miedo. Todos somos básicamente iguales en lo psicológico, lo que quiere decir que todos tenemos miedo, ya sea a la inseguridad, a la soledad, a la enfermedad, a la vejez, a la muerte, miedo a no ser nada, miedo a sufrir. Y es por ese miedo, que nos genera dolor, que nos agarramos a lo que sea con tal de no padecerlo. Y es por eso, que en las situaciones de crisis, que nos puede generar confusión y caos, pánico, actuamos de una manera medio demente, sin lógica, sin eso que nos hace verdaderamente humanos: la compasión y el amor.
Por tanto, amigos somos todos, pero confiar en ellos para todo, en todas las ocasiones y circunstancias, eso desafortunadamente no pude ser. No nos podemos fiar ni de los padres, hermanos, hijos, esposa o el esposo, parientes, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc. Pues todos como participan del miedo, van a actuar en un momento de crisis egoístamente, sin compasión y amor por el otro, sea quien sea.
Ahora bien, eso no quiere decir que vamos a amargarnos, a vivir neuróticamente, sino que viéndolo todo claramente, uno no siente apego a nadie ni a nada, porque sabe que todo lo que es, puede desaparecer en un momento dado. Y precisamente, ahí está el amor, que es estar libre de apegos, no depender de nadie. Una persona que está aferrada, poseída por lo que sea, no puede tener amor. Pues eso de lo que depende, le divide de todo lo demás, y nos pone en conflicto con todo lo que se antepone, como un obstáculo, a eso a que estamos aferrados.
 
Todos pasamos por lo mismo: soledad, frustraciones, desengaños, desesperación, sufrimiento., etc. Y todos también reaccionamos de la misma manera, pues para eludir al sufrimiento, al dolor, hay que hacer algo. La mayoría huyen de él, pero esa huida no resuelve el problema que tenemos. ¿Qué haremos entonces, si la huida nos deja como siempre en el desorden, en la confusión, en el dolor?
Si dejamos de huir, entonces nos hemos de enfrentar a eso que nos perturba y altera la vida. Y cuando hay un contacto con la realidad, entonces todo tiene otro significado, porque ha aparecido el orden que es inteligencia.
 
Esperar algo que ya hemos tocado con la mente, trae malos resultados, pues vivimos para el futuro desatendiendo el presente.