He leído tu escrito-columna, ‘Pobreza en tierra de nadie’, en el diario La Vanguardia de Barcelona, del domingo pasado, 27-1-2013.
Gracias por tus informaciones, comentarios, y el trabajo que realizáis.
Todo eso que explicas, es lo que el hombre siempre ha estado haciendo. Pues el paradigma nunca ha cambiado desde hace un millón de años: el deseo egoísta y de seguridad, de prevalecer, de devenir -que en lo físico tiene su significado-, al desarrollarse ha pasado a ser deseo de seguridad psicológica. Es decir, ya comemos, vamos vestidos, tenemos albergue, pero aún queremos más. Que es cuando se pone en funcionamiento el proceso de seguridad psicológica. Pero como la seguridad no existe en absoluto, la carrera hacia ella es tan vana y absurda como llegar al fin del universo infinito -cosa que no puede ser, porque al ser infinito siempre habrá algo más para llegar hasta el fin-.
Pero, los seres humanos, desbordados por sus necesidades, no tienen la capacidad ni la sensibilidad para serenarse ni investigar, inquirir por qué ese deseo de seguridad, que hace que se divida internamente y de todo lo que lo rodea. Esa división interna -que es el darse cuenta de una sola parte, la del ‘yo’, de la realidad, de la totalidad-, es la raíz del miedo, del desorden, de la confusión. Pues, el miedo es el que nos incita a huir del presente, de la realidad, creyendo que otra realidad que inventamos es posible.
De esa creencia, de que podemos cambiar la realidad, lo que es, por otra realidad, es donde nace la raíz de ese deseo que quiere poner su orden. Pero, al ser divisivo ese orden, genera más desorden.
Para Colton Burpo, niño de trece años que visitó el cielo. Vive en Imperial, Nebraska, EEUU. Dice que de mayor quiere predicar por el mundo el amor a Dios, que es lo que Jesús le encargó. También dice, ‘No tengo miedo a morir: ya sé que el cielo es real’.
Su padre es pastor de la iglesia local y su madre trabaja en la parroquia. A los cuatro años cuando era operado de una peritonitis, estuvo al borde la muerte, salió de su cuerpo y fue al cielo. Vio a Jesús, al Espíritu Santo, muchos ángeles que le cantaban bonitas canciones. Dice que el cielo era espectacular, increíble, maravilloso. Dice que dios no le permite recordar el olor del cielo. Estuvo unos tres minutos, equivalentes según su padre a dos años y medio. Pero, el niño dice que cree que no hay tiempo, que da igual.
He leído tu entrevista en el diario…, de ayer. Gracias por las informaciones y comentarios.
Solamente quiero decirte que la verdad -o el cielo, como dices tú-, no tiene camino ni dirección alguna. Pues cada uno la tiene que encontrar él solo. Pues, uno no se puede fiar de nadie en absoluto. Pues si tú te conoces, de la misma manera así también conoces a los demás. Y tú ya sabes cómo eres: vulnerable, que yerra, que se equivoca, egoísta, con miedo a la soledad, al frío, a la enfermedad, a la muerte, a que te hagan algún daño, etc.
Y todo eso, no es de un solo ser humano -ni tuyo ni mío ni de nadie-, eso es propio de lo que va con todas las mentes de los hombres. Por eso, si te conoces a ti, es cuando conoces a todos los demás, al resto de la humanidad.
Como te presentas como un niño serio, desarrollado mentalmente, te envío este texto que sigue a continuación.
Ateniéndose a la libertad para ver, indagar, hacer en todas direcciones, no han de haber normas abiertas u ocultas en el mundo de Jiddu Krishnamurti, que sentimos que nos puedan impedir poder ir más allá. Incluso esta expresión de: ‘no han de haber normas abiertas u ocultas’, ya está dentro del ámbito de lo negativo, de lo que no es libertad. La libertad es sin fronteras, sin topes, sin sanciones o con sanciones. La libertad es cosa de cada cual. Y solamente él que hace algo, sabe si le libera o no.
La búsqueda de comodidad, de placer, es una huida de la realidad que no me gusta. Entonces la mente entra en fricción, con sus incesantes y apremiantes necesidades, entrando en un estado de paranoia que le puede llevar al pánico. Es lo que sufren los adictos, a lo que sea que fueran. En esos momentos la mente no tiene discernimiento ni capacidad de inteligencia. Sabe que algo no funciona bien, pero es incapaz de asumir completamente la situación.
Es un misterio el cómo desaparece esa situación crítica. Pero cuando pasa, llega una especie de éxtasis. Donde hay armonía y uno acepta la realidad sea lo que sea. Esto es debido porque se ha oteado por unos instantes el caos y su infierno.
Juan Carlos. El saber siempre lo medimos en relación a otro que decimos que sabe más que nosotros, Pero detrás, hay muchos que saben menos. La cuestión es, que donde todos somos iguales es en que no podemos saberlo todo. Porque, nosotros somos la parte. Y la parte no puede abarcar al todo.
En cuanto a que todos los hombres nacemos libres, eso es cierto, pero somos libres como nacen los animales. Pero como no podemos vivir como los animales, la vida se hace un encaje, un laberinto en el que uno tiene que saber vivir.
Gonzalo. Si tú tienes un árbol que necesita que lo rieguen con asiduidad, y lo haces, ¿no hay una unidad entre el agua, tú que lo riegas y el árbol? No hay una unidad entre la luna y la tierra, entre los otros planetas vecinos. Si te quedas con que lo que ven lo sentidos es una ilusión, estás en peligro de algo que te pueda suceder porque desatiendes a la realidad. Los que les gusta ver torturar a un magnífico e inocente toro, que es arrancado a la fuerza para llevarlo a la tortura, son tan cretinos que dicen que el toro no sufre, que eso es un arte. Y hablando de unidad, los países más subdesarrollados son los que más afición tienen a la tortura. El lugar más libre, culto, educado y desarrollado de España, que es Cataluña, es el único lugar que ha abolido la celebración de la tortura y asesinato de los toros, por placer y diversión. ¿Hay unidad o no la hay?
Finalmente, si tú vives con una persona que está enferma y le atiendes en lo que puedes, ¿hay unidad o no la hay? La unidad, de un grano de arena, es la misma unidad que hay en todo el universo. Es por eso, que no vemos la unidad, que estamos divididos, confusos, en conflicto.
Tener miedo al frío extremo, al hambre, al fuego que te va a quemar si no te apartas, eso tiene sentido. Pero, Janet, ¿por qué te tengo que tener miedo a ti, al futuro o al pasado, o al presente porque tampoco me gusta y me desespera?
Es decir el miedo natural y para salvaguardar el cuerpo, es preciso. Pero, el miedo a lo nuevo, a lo de fuera, al extranjero, al diferente, al que investiga, al que quiere ser libre, etc. Eso es un miedo inventado, psicológico, es la insuficiencia. La insuficiencia es estar dividido. Y cuando estamos divididos es cuando estamos realmente en peligro, no solamente yo, sino todos los demás que conviven conmigo. Es decir, toda la humanidad.