Torni Segarra

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Cristina, no hay soluciones generales. Hay quienes son capaces de ver y otros por desgracia, no ven. Pues, no tienen sensibilidad, son superficiales, viven de la vanidad, siempre persiguiendo el placer. Pero, la persecución del placer, genera desorden, confusión, indolencia. Y es por eso, que el mundo está en este espantoso caos y desorden.
Por lo que tú, y los que lo ven, han de hacer algo, actuar, sin esperar a que los demás despierten y vean. Y si ven, seguro que harán algo que sí que tendrá sentido y significado. Todo es muy misterioso, pues no podemos llegar al principio de todo ni tampoco al final. Sólo podemos ver lo falso y negativo y descartarlo.
 
Fernando. La verdad, no tiene nada que ver con la palabra dios. La verdad es la realidad, lo que es, nos guste o no. No se puede explicar con palabras lo que es la verdad, sólo se puede percibir, como percibimos que somos libres. La verdad puede que sea la ausencia de división y conflicto interno.
 
Pero, Javier, a un científico no le espanta nada, al contrario siente gozo con cada nuevo reto. Porque, para ser un buen científico uno ha de ser un revolucionario. Y sólo los que temen algo que perder no quieren la revolución, vale decir el florecimiento de lo nuevo. Si lo nuevo no llega, el científico es como un papanatas.
 
Un científico que quiere el bien de la humanidad, haga lo que haga será lo nuevo. Porque, lo viejo ya conoce lo que es: el desorden y el caos. Por tanto, el que inventó el motor a  vapor tuvo que morir, dejar, olvidarse de las velas y a los remos. Y ese olvidarse de lo viejo y conocido es lo que hace posible lo nuevo, lo revolucionario.
Y en psicología pasa lo mismo: si no morimos a lo viejo, conocido, repetitivo, el ‘yo’, el ego, lo nuevo no puede llegar. Y descartando lo viejo –la división y el conflicto-, llega lo nuevo que es lo que está más allá del desorden y la confusión.
 
Si se hace de noche, esa realidad, es una verdad incuestionable. Solamente, Enghel, me refería a eso.
 
Eso que tú dices es la verdad relativa. Pero la verdad de que dos y dos hacen cuatro, ¿esa se puede cuestionar, huir de ella, intentar cambiarla, ocultarla?
 
En lo material, en lo tecnológico, sí que hay una evolución. Pero, en el ámbito psicológico, el cambio ha de ser ahora, sin tiempo, como llegaré, como mejoraré con una práctica o método hasta alcanzar la liberación. Pues ese mismo tiempo, que implica un logro, el devenir, es el impedimento para la liberación.
 
Empecemos otra vez, la realidad se convierte en verdad cuando algo se torna en un hecho. Si caen las hojas de los árboles -eso es un hecho irrefutable-, es la verdad. Como la muerte, la alegría, las caricias, los tratos rudos, etc. Todo lo que es, se convierte en la verdad. Cuando un gato atrapa a un ratón y lo devora, eso es la verdad.
Luego está la verdad psicológica, si alguien es tosco y rudo con las personas, eso genera unos efectos que también son incuestionables. Al igual que si uno es amable, afectuoso, respetuoso, también genera sus efectos.
Las personas ignorantes, superficiales, creen que pueden derrotar a la verdad, mintiendo, falseando lo que es, la realidad, inventando otra realidad que más le gusta y satisface. Y ahí es donde empieza todo el drama, pues se ha de generar contradicción, esfuerzo, conflicto, con esa realidad que es innegable, un hecho. Es lo que hacen los timadores, los explotadores, ellos inventan su sistema, pero cuando los descubren mienten, huyen, etc. Pero un hecho no se puede cuestionar, de un hecho no se puede huir.
 
Veo lo que quieres decir, Enric, pero, ¿si uno tiene compasión y amor por otro de verdad, cómo podría hacerle algún daño, explotarlo, violentarlo, torturarlo, bombardearlo, hacerle vivir en la miseria y matarlo de hambre en una larga agonía miserable? Es decir, todo avance nunca tiene sentido ni significado mientras exista la división entre ‘tú’ y ‘yo’, entre ‘nosotros’ y ‘ellos’. Pues, la división interna genera insensibilidad e indolencia, indiferencia, y por la fuerza de los hechos ha de generar sufrimiento y dolor. Por lo que quiere decir, que en ese ámbito psicológico, moral, espiritual, seguimos siendo como hace un millón de años.
 
Los líderes políticos, religiosos o de otra índole, ya sean corruptos o no, están ahí porque nosotros los toleramos, les consentimos, les votamos. Aunque ellos tienen su lugar a la hora de gestionar lo necesario para que haya luz, el alumbrado público, agua, limpieza en las calles, que funcionen los organismos e instituciones adecuadamente. Pero, en el ámbito moral, psicológico, no nos sirven. Porque ellos sólo se interesan en la manera de conseguir el poder. Por lo tanto, sus acciones son divisivas, confusas, generadoras de conflictos. Y ya estamos donde siempre: enfrentamientos, luchas partidistas, corrupción. Y ese paradigma de división y enfrentamiento, es el que contamina cada cosa que hacemos. Por lo que, siempre estamos dentro del ámbito de la violencia y la guerra.
Mientras haya defensa o ataque, ha de haber violencia y guerra. Por tanto habiendo visto toda esta manera absurda de vivir, matando y que nos maten, ¿qué haremos tú y yo, como seres humanos que somos, que queremos vivir en paz, sin contiendas ni peleas, si violencia ni guerras? ¿Cuándo uno ve un peligro, ante un incendio, sabe que  lo tiene que eludir, descartar, apartarse de él? Y,  eso es definitivo. ¿Por qué no hacemos lo mismo con nuestra manera cotidiana de vivir?
Por eso, todo el problema es de uno, pues la mayoría no ve, no quiere ver, no le interesa ni tiene tiempo para observar, mirar realmente lo que sucede dentro y fuera de él. Así que uno es el responsable de lo que suceda y haga en su vida. Así de sencillo y complicado a la vez. Si queremos la paz, ser pacíficos, hemos de hacer lo necesario para que esa paz sea. Pero, aunque lo repitamos millones de veces que queremos la paz, el fin de la violencia, del terrorismo, de la guerra, eso no tendrá ningún valor. Pues, lo que realmente importa es cómo vivimos, qué hacemos con nosotros y con los demás.
El terrorismo, es una reacción, una respuesta, un conflicto en su máxima expresión, como lo es la guerra. Y los dos están unidos entre sí. Por tanto, la solución de uno pasa por la solución del otro. Gracias, por todo, Susie.