Torni Segarra

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Cuando hay una tormenta, da igual esconderse como hacen los pajaritos o volar más alto como las águilas, porque los dos huyen del peligro.
 
Las personas más inteligentes, también son más celosas porque son más sensibles y perciben más la realidad de lo que es la vida y sus miserias.  Pero esa inteligencia, no tiene nada que ver con la espiritual, la psicológica, por lo que su fin es obtener beneficios personales.
 
El verano y su calor, ya se había instalado completamente. Ayer hubo truenos y algún suave relámpago al final de la tarde, con unas cuantas gotas caídas desganadamente, sin fuerza. Pero, todo lo que trae el verano estaba ahí: la irrupción de la energía que activa a la mayoría de las personas, sobre todo a las mayores, ya que el invierno es como un azote, un mal que los paraliza.
Gran parte de las personas de las calles, donde vivían las más adineradas, estaban desiertas, vacías, solamente en las primeras horas de las mañanas, de los días laborables, los bancos, las tiendas, las oficinas y organismos oficiales, etc., atraían a las personas que estaban pasando una par de meses en la cercana playa, distante unos seis kilómetros. Los que no tenían un lugar, un apartamento, una casa o chalet, para ir a las playas, o algunos pocos en el monte, estaban acostumbrados desde siempre a no irse los veranos a otro sitio.
Había edificios, de seis plantas, donde sólo estaban uno o dos, o ninguno, de sus dueños. Ellos se habían acostumbrado –era una costumbre heredada de sus padres, o adoptada por querer tener otra vivienda- a ir a pasar un par de meses en la otra casa muy cerca del mar. No tenían ningún problema moral, en el sentido de tener dos casas completamente amuebladas, con todas las comodidades, como las que tenían en las de invierno. Sabiendo y viendo como hay tantas familias y personas que viven con problemas económicos, de vivienda, etc. Todos eran de cultura cristiana, católicos, practicantes de los ritos, como ir a misa, etc., o no. Pero todos también sabían lo que era la esencia del cristianismo: caridad, compasión y amor. Pero ellos tenían igual, siempre habían hecho lo mismo, al igual como lo habían hecho sus padres y antepasados. Lo tenían completamente asumido, como un derecho irrenunciable: el vivir de esa manera derrochadora. No les importaba la crisis pues a ellos, aunque era preciso que les afectara, no les alteraba ni les perturbaba su manera de vivir como lo habían hecho desde siempre.
Los que no iban era porque no tenían bastante dinero para comprarse la segunda vivienda, aunque había algunos, que teniendo dinero y posibilidades, no querían invertirlo de esa manera. Los que no tenían dinero ni posibilidades, para tener dos viviendas, no se veían celosos ni amargados, ni hablaban mal de los que se habían ido a veranear. Y es que los que nunca han probado algo, no tienen la misma necesidad que los que se hacen adictos a una costumbre. Algunos hijos de pobres, que habían salido de esa situación, trabajando sin parar años y años, sí que habían adoptado la misma costumbre que la de los ricos, de tener dos viviendas. Y tampoco tenían ningún problema moral, sino que se les veían contentos y satisfechos, encajados y acoplados a su nueva situación.
Para los que no íbamos había ventajas, como la tranquilidad, el silencio, la ausencia de coches, y todo lo que las personas generamos. Los primeros días, cuando empiezan a marcharse y a cerrar los ventanales, y su ausencia, hay una situación extraña e inexplicable, pues tienen aire acondicionado, baños, sus pisos son confortables, llenos de comodidades, toda la vida y sus necesidades en la mano, cerca de ellos. Pero, las personas somos todavía animales de rebaño y lo que hacen unos cuantos, sobre todo si son los ricos, todos los demás les siguen y hacen lo mismo.
Por eso, los comunistas, los cristianos, los socialistas, los que pretenden solucionar los problemas del mundo, etc., ellos realmente lo que quieren es solucionar su propio problema, que es su manera de vivir. A ellos no les importan los pobres, los menos afortunados, los que viven en la miseria y en la desesperación, los que van a morir ahora mismo de hambre en algún lugar de África o en otro sitio. Ellos están llenos de ideas y teorías políticas, religiosas, económicas, etc., tienen la boca llena de palabras y palabras, pero no hacen realmente nada para que su vida, su manera de vivir, no genere la pobreza, la injusticia, la miseria, el hambre y sus muertes, el dolor y el sufrimiento.
 
Si sólo observamos, ignoramos y callamos, tarde o pronto va a suceder algo. Pues lo de dentro es tan fuerte, que se manifiesta a pesar nuestro e impone lo que es, creando otra realidad nos guste o no. Y en esa respuesta, y la realidad que genera, hay  orden, que es amor.
 
Buenas fotos. Pero no has sacado fotografiados a las miles y miles de personas originales, que van por las calles, la Kasbah, en los autobuses, etc.
 
Todo lo podemos hacer, pero ha de ser hecho sin esfuerzo ni conflicto, porque si no ahí no estará el amor. Pues si hay esfuerzo y conflicto, habrá desorden, confusión y caos.
 
Quien ama a los demás todo los problemas y obstáculos no son vistos como tales. Todo nos divierte y es un gozo. Por eso, en el amor la carga es a gusto y no pesa.
 
Lo que tiene que suceder nadie lo sabe. Pero lo que sí que podemos es descartar lo negativo cuando llega.
 
La mente es capaz de inventar, ver y oír, lo que ella quiera, pero eso no es lo real, la realidad. Por eso, uno ha de tener la actitud psicológica de: ‘No sé’. Y así, por si solo que se manifieste lo que es, la realidad.
 
El físico, la imagen corporal, tiene la importancia que el que observa le da. Cada uno está condicionado por la cultura de donde ha nacido, de su familia, etc. Cuando uno se da cuenta de su condicionamiento, es cuando puede ir más allá de él. Y entonces, toda la escala de valores cambia, no es la misma.
 
Uno ha de cuestionarlo todo, ser un tanto escéptico, pues todo está enmarañado, confuso, ya que estamos condicionados por las costumbres, por la herencia familiar, por el ambiente donde hemos nacido y sido educados.
 
Cada momento es eterno, y por eso contiene y participa del principio y el final. Donde se manifiesta el presente, el ahora.