1. Hola Juan. Accidentalmente acabo de entrar en un enlace de FB, en el que puse unos comentarios en el grupo de Ciutadans. Allí me dices tú, y otro Juan, que queréis hablar en privado conmigo por este medio o por email. Y creo que ha habido un error, pues yo no pude acceder a ese muro y sus comentarios. Al otro Juan, le envié una nota por FB, como ésta, y me dijo que iba a acostarse, que ya me contestaría. Pero no he recibido nada.
Por eso, si quieres puedes hacer las preguntas, comentarios, o cuestionar cualquier cosa, para ver si nos entendemos, nos podemos comunicar. Con afecto.
2. Un perro, un caballo, un gato, etc., si se les acosa o cambia de un lugar a otro que no conoce, ni tampoco a su nuevo dueño, también se alteran psicológicamente. Creo que no podemos saber si va antes lo psicológico o el cuerpo, porque como todo está unido, si no hay división, son lo mismo. Para que haya un predominio de uno de los dos, ha de haber fragmentación, conflicto, división.
3. Eso es un hecho: los corruptos y sus maldades -el deseo enloquecido por dinero, opulencia, vanidad-, matan como el terrorismo, la guerra. Pero lo más grave es que lo toleramos. ¿Por qué será?
4. Néstor, el pensamiento, la mente, la vida, son ingobernables. Solamente podemos ver lo que sucede, sin dividirnos de ello. Y eso que es inexplicable, actuará generando orden.
5. Sergio, por el mero hecho de vivir el acosamiento va con ello. En la selva todos se quieren comer a todos, por lo que el acosamiento es la vida misma.
Entre nosotros sucede lo mismo, pero a otro nivel. Según yo me vista voy a acosar a otros, según alguien escriba y hable también va a acosar. Cuando quiero un empleo, o una mujer, estoy acosando a los otros que también lo quieren. Y si lo llevamos hasta el extremo ese acoso, que puede que empiece siendo miradas, gestos, palabras, puede pasar a la violencia y la guerra.
Pero, tanto los animales como nosotros, para vivir hemos de usar el mismo paradigma de: o tú o yo. O yo mató el pollo, el cerdo, el cordero, la manzana, los tomates, las berenjenas, etc., para comer o no podré alimentarme y me debilitaré, o lo que es lo mismo me destruirán, me matarán.
6. Las personas aunque seguimos siendo como los animales, al desarrollar el pensamiento hemos ido más allá de ese condicionamiento y programación meramente animal. Por lo que hemos alterado todo el comportamiento sexual, social, etc., la manera de vivir.
7. Antes que nada, habríamos de saber que toda teoría esotérica, espiritual, religiosa, etc., tiene como fin último el orden, el fin de la confusión. ¿Y qué es lo que nos va a traer el orden sino es el amor? Por tanto, hablar de la castidad, hablar de lo idóneo o no de comer carne, es una superficialidad, mundana. Porque en el amor no hay medida. Solamente hay amor y sus resultados, que es el orden. No el orden, que es mío, tuyo o de algún otro, para escribirlo en un libro para luego llamarlo sagrado, o para que alguien lo explote y lo expongan en las bibliotecas.
Por lo que toda idea o teoría, por convincente y atractiva que nos parezca, va a matar el amor, no lo va dejar que sea y se manifieste. ¿Estamos dispuestos a asumirlo, para comprenderlo, aunque sea al precio de descartar nuestras propias ideas y teorías, descartar todos los libros y tratados, para poder ser factuales, estar vacíos, para que el amor pueda ser?
De lo contrario seguiremos hablando sin fin de lo favorable de esto o de aquello, de todo lo que los otros han dicho, mientras nuestra vida y nuestra casa están ardiendo, se están quemando. Y si es que somos sensibles, espirituales, religiosos, habrá que hacer algo, ¿no?
8. ¿El amor tiene niveles, estados superiores, medios, inferiores? ¿Hay algo que pueda medir la intensidad del amor? ¿O el amor es o no es? El amor es como el dolor, todo dolor es eso: dolor. Porque si medimos algo tan sutil e inmaterial, el ‘yo’ va intervenir con sus inventos egoístas, con su vanidad, con su miedo.
Pero si nos atenemos al hecho del dolor, el hacer daño a otro, o que nos lo hagan a nosotros, nos daremos cuenta de lo trascedente, de todo el dramatismo que tiene y lo que nos perturba. Por eso el amor o es o no es. Todo lo demás son ideas que nos distraen del hecho del amor. Pues el amor es la atención total, absoluta, sin división ni fragmentación alguna, donde no hay problemas ni conflictos. Donde lo sagrado, lo que está más allá de las palabras, es.
9. Para Daniel Goleman, psicólogo y periodista, escritor.
He leído tu entrevista de hoy en el diario… Gracias.
La mente es ingobernable. Así que todo intento de aquietarla nos deja en el mismo conflicto por el que la mente está inquieta, con ansiedad, neurótica. Pues la división interna es la neurosis, la náusea, el dolor.
Por tanto, si la mente está inquieta, alterada, con ansiedad y estrés, mírala, atente a eso sin huir ni querer cambiarlo. Y entonces al no haber división ni conflicto con lo que es, con la realidad, la mente misma se aquieta naturalmente.
10. Después de una terrible guerra la vida prosigue. Hay motivos para la venganza, la desesperación, la amargura. Pero todo eso ya es en relación a lo que ha pasado, que ya está muerto. Así que, cuando antes comprendamos y descartemos todo el pasado, será cuando podremos tener unas relaciones puras, limpias, con amor. Todos de una manera o de otra pasamos por ahí, y todos también hemos de comprenderlo. Y vivir en la realidad de cada día que siempre es nuevo, radiante, maravilloso.
11. ¿La mente se puede controlar, gobernar, dominar? La mente ella misma se tiene que aquietar, ha de comprender que ella no es capaz de vivir en orden. De otra manera, si la forzamos, si la obligamos, si la reprimimos, vamos a generar conflicto entre la parte que quiere dominar y la parte que no quiere que la dominen. Y conflicto quiere decir insultos, amarguras, malos tratos, violencia.
Por tanto, la mente misma, que es el ego, el ‘yo’, ha de ver que toda su actividad es desordenada, divisiva, generadora de caos y desdicha. Y si lo ve, la mente, él mismo ‘yo’, cesa y se aquieta, desaparece.