Soledad. ¿Los buenos momentos se pueden guardar –para disfrutarlos como un tesoro que nos alivia de la amargura-? No se pueden, porque el pensamiento, la mente, es ingobernable, caprichoso, y saca todo lo que tiene registrado que es la memoria. Así que, los buenos recuerdos, son como los malos, pensamientos que no tienen ningún valor, que nos perturben y dividen del presente.
La solución del problema de la vida está en vivir en el presente, en el ahora, para que lo nuevo, lo que no ha sido tocado ni pensado, haga que florezca el amor.
AlmaRosa. ¿Esos deseos de amor eterno entre las personas, es un hecho o una exclamación poética, bobalicona? Lo importante no es pedirlo para que se nos conceda, lo que cuenta es si nosotros somos capaces de tener ese amor. Pues, todo el problema de la vida, no son los otros, sino nosotros mismos. Así que, cada cual no tiene que esperar nada de lo que necesita, o cree necesitar, de los demás. Solamente uno tiene que comprender la vida, comprender quién es, ser autosuficiente, libre psicológicamente.
Giselle. Lo que uno dice que es bueno, lo perfecto para él, puede que para otro no lo sea. Porque lo bueno y lo malo, son relativos. Lo mismo pasa con la música: unos flipan con el rock, otros con la música sinfónica, la ópera, etc.
Ana María. La felicidad llega cuando estamos libres de conflicto, de todos los enredos de los deseos. Es en esa libertad, que es amor, que la felicidad puede ser.
Cuando vivimos sin ponernos límites, también sabemos a qué nos exponemos: a que llegue lo nuevo, lo no pensado ni tocado por nada, ni por nadie: ni el pensamiento ni la mente.
La vida siempre nos dará alguna pega y complicación, a menos que dejemos atrás nuestros deseos y necesidades infinitas. No tener deseos no quiete decir que seamos dementes, sino que los comprendemos, que jugamos con ellos, que los realizamos o los descartamos.
La ansiedad es el desorden en el comportamiento, en el que el deseo -ya sea de más y más, como de menos y menos- nos confunde y nos genera miedo, temor, pánico.
Yuridia. Cuando decimos que sabemos, decimos que tú sabes y entiendes todo, ¿eso puede ser? El que dice que sabe todo, es que nos sabe. Porque nosotros somos la parte del todo. Y la parte no puede abarcar a la totalidad.
¿Qué es la inocencia y el amor de los recién nacidos, de los niños? Si inocencia es todo lo que hacen, no hay problemas, ya que no son conscientes. Pero si esa inocencia, ha de estar libre de hacer algún daño a los otros, no existe. Pues todo lo que tiene vida, para poder sobrevivir, ha de hacer algún daño.
Si tenemos el corazón limpio y puro, sin ser corruptos, eso en sí ya nos llena de belleza. Todo lo demás, ni las especialidades, ni las riquezas, ni las peculiaridades corporales, no tienen ninguna importancia.
Dejar ir con amor lo que ya no sirve en la vida, significa acabar con algo realmente, significa actuar con la misma radicalidad que la muerte.
Cuando en la vida caemos y no nos levantamos, ¿dónde está el problema? Si a uno le toca no levantarse cuando cae, ¿por qué ha de hacer de eso un drama, una amargura? El drama y la amargura es no comprender la realidad, la vida, y los retos que nos lanza todo el tiempo en que vivimos. No quiere eso decir, que no hemos de hacer nada, ser como una pared en blanco, sino que habiendo visto claramente eso que nos sucede, cada evento de la vida, uno no lucha ni hace un conflicto con ello.
Cuando sufrimos por alguien o por algo, ¿por qué lo hacemos, por unos beneficios o ganancias, por vanidad, para alimentar a nuestro ego? Cuando el sufrimiento no lo comprendemos, llega la amargura, la venganza, el cinismo y la ironía. Todo en la vida está relacionado con todo, así que todo los que nos pasa y sucede, nosotros también tenemos nuestra parte de responsabilidad directa o indirectamente.
Las palabras, lo que se dice, no es lo real, no tienen ningún valor. Lo que cuenta son los hechos. Y ante un hecho no cabe discusión alguna de si ha sido o no.
El origen, la raíz, todos sabemos dónde está, pero a los que mandan no se les puede tocar. Pues quien los toca, puede perder muchas cosas, entre ellas el empleo. Pero esos que mandan hacen lo mismo –aunque sus maneras y estilo pueden cambiar-, que esos que nos horrorizan. Porque lo que hacen estos, se airea, hay un consenso tácito para solamente culpar a ellos, repetir que son los más malvados y peores. Pero, ahí está Irak y los millones de muertos, y que aún prosigue la matanza. ¿Qué les ha pasado a los responsables de esas matanzas –Europa, EE.UU., etc.-? Nada, todos están en sus casas, disfrutando de sus privilegios, de sus acomodadas vidas.
Si no hay respeto, ¿qué sentido tiene la vida? Sin respeto, vienen los insultos, las contiendas, las venganzas, la crueldad, la violencia. ¿Tanto nos cuesta esto de ver? Es porque estamos alterados, en desorden, que hemos perdido la sensibilidad, estamos confusos, que no sabemos que con nuestra falta de respeto estamos siendo crueles, haciendo daño.
Ayer leí tu columna, "’Crossfire’ y la tolerancia". Gracias.
Hay un momento en que la tolerancia no tiene sentido. Tú mismo que has sido director de un periódico, sabes que la tolerancia infinita lleva al colapso, y a que tal vez, te torturan y te destrocen.
La tolerancia tiene sentido cuando es algo que no tiene importancia, ni valor, algo sin peligro, como un insulto, etc. Pero la vida es algo tan importante y trascendente que hay que ir a la raíz del problema. El peligro, de dejar de ser tolerante, es que los demás también dejen de serlo. Pero, ¿vale la pena dejar de ser tolerante cuando te quieres liberar de una dictadura opresiva, corrupta y cruel, que niega la inteligencia y se convierte en una tiranía de cretinos fanáticos?