Torni Segarra

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El problema está cuando decimos que alguien es normal o no es normal, cuando decimos que alguien hace lo correcto y otro lo incorrecto. Entonces cada persona, según su condicionamiento, va a ver lo que él cree normal como normal y lo que cree que no es normal como anormal. Pero eso no son los hechos, el hecho es que todos somos normales y anormales a la vez, pues según quien nos juzgue así será su valoración.
 
¿Si no sintiéramos el sufrimiento, el dolor, el miedo, cambiaríamos? Si el dolor no nos debilitara, restando nuestra fuerza, seríamos capaces de hacer todas las más espantosas barbaridades, sin darnos cuenta. Seríamos como los niños que prenden fuego u hacen otra maldad, sin ver el peligro que hay en ello. Y ya lo habríamos destruido y arrasado todo.
Sin dolor, la vida no sería tal y como es, eso nunca se ha conocido. Porque, para que funcionemos los que vivimos en la tierra, ha de haber el freno del dolor. Solamente podemos ir más allá del dolor. Y eso sólo es posible mediante la atención total, que es amor.
 
¿Nos podemos fiar de alguien? Si te conoces realmente quién eres internamente, entonces sabrás si nos podemos fiar o no de alguien, sea quien sea. Pues, uno es el resto de la humanidad.
 
Todo precepto, norma, cualquier cosa que creemos lo correcto y adecuado, ¿nos va a resolver los problemas? Toda experiencia que he vivido, eso es del pasado. Y con el pasado, ¿se pueden resolver los problemas, que siempre son los retos del presente, del ahora?
 
¿Cuándo lo estamos pasando bien, existe el tiempo psicológico, o este ha cesado, desaparecido? Es cuando hay división, que lo pasamos mal, fastidiados y aburridos, que aparece el tiempo psicológico que dice: ‘Me gustaría pasarlo tan bien como aquella vez que tuve una extraordinaria experiencia’. Y de esa manera nos dividimos del presente afianzando ese aburrimiento, ese mal estar. Pero, si no huimos ni queremos cambiar ese estado de aburrimiento, etc., ¿qué sucede? Pues, como no hay división ni conflicto entre lo que es, lo que está sucediendo, todo queda transformado, al llegar la inteligencia, el orden.
No lo aceptes o rechaces, ponlo aprueba y así lo verás de primera mano. Y entonces eso será tuyo de manera que nadie te lo podrá arrebatar.
 
¿Pero la suerte y dios no son lo mismo: lo que no se puede controlar ni manejar, lo desconocido, lo que está más allá de nosotros? Nosotros hemos inventado un dios que no es real, para que nos consuele y nos limpie las heridas. El real es lo desconocido, la nada, el vacío. Pero ese dios nos da miedo, y por eso hemos inventado otro a nuestra medida.
 
Cuando estamos poseídos por una persona, ¿puede haber libertad en esa relación? ¿O, solamente hay sometimiento, una relación meramente animal, que la blanqueamos diciendo que es amor? Si supiéramos en verdad lo que es amor, no consentiríamos esas relaciones de posesión y sometimiento, ni podríamos vivir de esa manera. No quiere eso decir que hay que descartar las relaciones precisas, que son necesarias para la vida.
 
¿Cómo se puede demostrar que eso que has expuesto es verdad? Todo puede ser verdad o mentira, y demostrar que es verdad o mentira infinitamente. Por tanto, ha de haber libertad para que cada uno crea lo que más le interese, le conviene. Y es ese interés, esa conveniencia, que es la verdad de cada cual, no pueda casar, ser la misma que la de los otros, que no creen como tú.
Por otra parte, todo parece una payasada. Pues, hay que hacer un esfuerzo para sugestionarse de que la voz es del verdadero personaje.
 
Cuando tomamos un camino equivocado, si no nos damos cuenta, es cuando empezamos a aparecernos a los locos, que van a la suya de manera que pierden el rumbo, y no tienen ni vergüenza ni dignidad. Aunque en el caso de los políticos, los resultados pueden ser dramáticos, tanto para ellos como para todos nosotros.
 
El sí y el no, sólo tienen valor cuando se dicen. Al cabo de un segundo de pronunciados, ya no tienen ningún valor. Ya que, el sí puede convertirse en no, y al revés. Pues esa es la manera como realmente funcionamos, aunque lo escondemos, y decimos lo contrario. Pues en la vida no existe la seguridad en absoluto. Pero como nosotros la buscamos, porque tenemos miedo a la vida, nos las inventamos para decir que sí que es posible decir, tanto sí como no de una manera verdadera, definitiva.
 
¿Si hay esfuerzo, con su brutalidad y crueldad, puede florecer el amor?
 
La calidad del amor no tiene nada que ver con el tiempo. Uno puede sentir amor ahora, un segundo, y otro estar toda la vida diciendo que ama sin apenas realmente sentirlo. El amor siempre es amor, no hay de mayor calidad, de regular o de inferior.
 
Eso es lo mejor que tiene la vida: cuando llega un final, también llega un principio. Aunque no podemos ver ni el principio ni el final de todo.
 
Si peleamos por el amor, ¿eso no es posible? Pues ese deseo de vencer los impedimentos, nos hace luchadores brutales y crueles.
 
La memoria es como una grabadora que todo lo que hemos vivido, lo almacena. Y esto en el ámbito material, en el técnico, tiene su utilidad. Pero en el ámbito psicológico, esa memoria, que es el pasado, se antepone al presente, dividiéndose de él. Por lo que la energía no puede fluir en su totalidad para responder adecuadamente a los retos.
 
Las personas que son felices, lo son todo los días de la semana sin excepción. Es curioso que se pueda odiar un día de la semana, cuando el odio es así mismo. Ese es el problema que tenemos, culpar de nuestros males a los otros, cuando somos nosotros los únicos que los provocamos.