Torni Segarra

Seleccionar página
No seamos inocentes y superficiales, siempre hay personas que nos admiran, que se sienten atraídas por nosotros. Pero hay otras personas, que nos detestan y huyen de nosotros. Esa es la realidad de cada persona, sea quien sea. Y nosotros hacemos lo mismo con los demás.
 
Los maestros, los gurús, los coachs, son un impedimento porque nos hacen que seamos dependientes de ellos, seguidores, personas de segunda mano. Pues nadie ni nada, no puede llevar de la mano a la verdad, sólo uno ha de llegar por sí mismo. Sólo así es como podemos ser libres.
 
Si estamos aferrados, apegados a una sola persona, eso nos va a traer malos resultados. Pues, esa actitud divisiva nos va a aislar de los demás, haciendo que vivamos en un falso paraíso, que en cualquier momento se puede derrumbar al ver lo absurdo del vivir aislado. Ya que esa persona a la que adoramos, y de quien dependemos, nos puede rechazar, puede querer cambiar de aires, y no sentir la pesada carga de que alguien dependa de ella.
 
Comenzar es acabar definitivamente con algo, ¿no es así? Es como vaciar un cajón donde tenemos de todo: allí hay un vacío donde se pueden poner cosas nuevas. No nos damos cuentea que si no morimos a cada instante a todo lo que vivimos, no tendremos ese vacío necesario para que lo nuevo se manifieste. Por eso el comienzo y el acabar con algo, son las dos caras de la misma moneda.
 
Ese veneno de la infelicidad de las parejas sabiéndolo, reprochándolo y echándolo en cara, es lo que nos lleva a volver a ser como animales solamente. Pudiendo hacer lo que hacen los animales y nosotros: crueles y brutales, asesinos.
 
Cuando la unión total sucede, lo sagrado está allí. Pero lo sagrado no es solamente la unión de una mujer y un hombre, también es su separación por las razones que sean. Y entonces, el reto es seguir sintiendo esa unión, lo sagrado, en todo lo que vemos y nos relacionamos.
 
Todos nos venden de todo, ya sean cuentos infantiles, de hadas, novelas, historias falsas o reales, los últimos inventos de los que dicen que nos van a solucionar los problemas, pero solamente nosotros hemos de discernir lo que es falso y lo que es verdadero. Pues esta sociedad corrupta e inmoral, no duda en dar toda la basura que sea precisa para triunfar, vender, dominar a las personas de mentes débiles.
 
Sin la comprensión y la necesidad de lo que hacemos, todo será un esfuerzo, un conflicto. Las dietas para adelgazar, el no comer carne, adoptar un estilo de vida con más sentido, menos superficialidad, sin banalidad, no tienen ningún valor si no vemos esa necesidad de cambio, como si en ello fuera eludir y descartar un peligro. Sin esa radicalidad de la comprensión total, todo será como un ejercicio de vanidad y exhibicionismo.
 
Estar distraídos con los entretenimientos, con los pasatiempos, los placeres, es falta de sensibilidad. El mundo es nuestra casa, donde vivimos todos. Y en esa casa que es el mundo, hay millones de personas que sufren, que pasan hambre, que van a morir ahora mismo por falta de alimento y extrema debilidad. Y también muy cerca de nosotros, hay personas con problemas, que viven sin afecto y sin cariño, sufriendo las consecuencias del desorden y la confusión que generamos.
¿Qué vamos a hacer al respecto, seguiremos con nuestros caprichos y entretenimientos, siempre a la búsqueda del placer, sin darnos cuenta que esa actitud es la que genera la pobreza, la miseria, el hambre, la desatención a las personas que viven con nosotros, los vecinos, los compañeros de trabajo, que necesitan nuestra atención, nuestro cariño y afecto, como los necesitamos nosotros? Todo está unido y relacionado entre sí, lo veamos o no, por lo que cuando ayudamos a otros, es como si nos ayudáramos a nosotros mismos. Para ayudar a alguien, hay que estar libre de la vanidad, del exhibicionismo, del premio y la recompensa.
 
Según lo que sembremos, eso mismo vamos a recoger. La vida tiene sus maneras y todo está relacionado entre sí, de manera que si uno da todo, lo recibe todo. Pero, eso parece un­­­­­­­­­­ intercambio mercantil, un negocio. Por lo que, para ayudar, hacer algo por los demás –que es tanto como hacerlo para nosotros-, no podemos convertir eso en­­­­­­ una idea o teoría, algo que doy para recibir, un deseo incesante de más y más. Porque eso, aunque creamos que estamos haciendo un bien, generamos desorden, confusión, crueldad. Como sucede con toda organización benéfica, caritativa, compasiva, religiosa o igualitaria, pues ese comportamiento nuestro de más y más, es el mismo que lo que hacen los gobiernos que intentan poner orden. Pero ese orden, no puede llegar porque viven en desorden, vivimos en el desorden, que es vivir con la actividad del ‘yo’ y del ‘tú’, divididos, enfrentados, en conflicto, que es el ego, el egoísmo operando.
Así que, primero es poner orden en nuestras vidas. Y si nuestras vidas tienen orden, hagamos lo que hagamos eso va a generar más orden, que es hacer las cosas de manera para no provocar que se reproduzca el paradigma de esta sociedad corrupta y cruel. Que necesita la guerra para poder proseguir con su derroche y despilfarro brutal e indolente, mientras otros van a morir ahora, en estos mismos momentos, de hambre con todo su dolor y angustia. Así que, mientras haya conflicto interno, que ha de salir a fuera, exteriorizarse en cada cosa que hagamos, eso de ayudar a otros, será una irrealidad, una ilusión, un deseo.
 
El verdadero amor, es o no es. Para que haya amor, no es necesario cavar, seducir, hacer un proceso, una estrategia, tener un método o práctica. Todo eso es un pasatiempo, un engaño, un negocio para los que se dedican a la religión, al yoga, los novelistas, la superficialidad. El amor, está más allá de eso y de todo lo que podamos imaginar o no imaginar. Porque el amor es o no es. El amor siempre ha de ser ahora.
 
Todo lo que hacemos si el amor es, está ahí, es liviano, llevadero, donde el tiempo y el espacio se diluyen y no cuentan. Todos los problemas como el frío o el calor, la edad, los problemas de la juventud, o de la vejez, desaparecen, no son vistos como problemas sino como algo que está sucediendo, una cosa tras de otra, pues el amor es sin división, sin conflicto interno.
 
Están contentos de bombardear, asesinar a personas como hacen los que van a castigar. ‘Haz lo que yo digo, pero no hagas lo que yo, si no te haré la guerra, te bombardearé.’ Nos gusta más la guerra, que la paz. Y es que estamos neuróticos, vivimos amargados, nos volvemos asesinos indiferentes al dolor de nuestras actitudes violentas, crueles. Creer que diciendo que vamos a ayudar a otro, para usarlo como una coartada y justificación, no nos exime de las actitudes violentas, crueles, asesinas.