Torni Segarra

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Todo lo que está vivo ha de fracasar, porque la vida es ganar y perder. El problema es cuando hacemos un problema de ese problema. Porque no queremos perder, siempre queremos ganar. Pero el que no quiere perder, es el que está en peligro, pues está yendo contra la ley de la vida que es perder y ganar.
 
Por eso es que es tan importante, preciso, que comprendamos que el observador es lo observado, el que ve y lo que mira es lo mismo. Por eso, todos somos básicamente iguales en lo esencial. ¿Por qué es que cuando nos relacionamos con otros, siempre hay división, un fragmento, entre nosotros? Es el miedo, que es egoísmo, la necesidad de seguridad, lo que causa la insensibilidad, la división.
 
Si a alguien no le importa al otro, la relación no será posible. Y esa relación se acaba, no podrá ser. Fin del problema.
 
Todos estamos condicionados por el lugar de nacimiento, por el ambiente familiar, cultural, la educación que recibimos, lo que leemos, lo que comemos. Y todo eso, conforma la personalidad. En realidad, todos somos importantes, porque los que creemos que los son más que otros, lo son por su condicionamiento, su herencia que le ha venido impuesta.
Por ejemplo, si tú no hicieras preguntas y comentaras las situaciones, todo lo que nos sucede, los otros no podrían participar, comentando, ni explicar e informar al respecto de todo eso. ¿Quiénes son más importantes? Todos lo somos, cada cual haciendo lo que tenga que hacer.
 
La belleza, la hermosura, siempre están ahí para el que sabe verlas.            
 
Vivimos con miedo y por eso hemos creado esta espantosa manera de vivir. Este miedo que todos tenemos a lo nuevo, a lo que no conocemos, a las personas desconocidas, miedo a la enfermedad, a que se repita un dolor, miedo a perder algo valioso a lo que adoramos, todo eso es lo que hacemos cotidianamente. Pero, ¿por qué es que tenemos miedo, es por la ignorancia, porque es la costumbre, porque todos lo tienen y padecen, o es porque el miedo es real, así de perturbador como lo sentimos? Es todo a la vez. Pero, no queremos vivir con miedo, ya que nos hace feos, insensibles e incapaces de ver la belleza de la vida.
Así que el miedo y la belleza por todo lo que es la vida, no pueden ir juntos. Si pude ver claramente, que el miedo es como un veneno que nos mata, si lo ve como un hecho real con toda su energía, con toda su atención, con toda su fuerza, el miedo cesa. Y es cuando llega el gozo del vivir.
 
El problema no es ser viejo o joven. El problema es cómo somos lo que somos.
 
Nuestra visión normal, convencional, no es capaz de ver la realidad más allá, al igual que las palabras no pueden decir lo que hay más allá de ellas.
 
Entre la niñez y la vejez, hay un instante al que llamamos tiempo. ¿No han visto un maizal, que cuando está maduro, en unos días su tallo y las hojas se secan y se mueren, o las tomateras que en pocos días cuando llegan a la plenitud se acaban y se secan?
 
La belleza sólo puede ser cuando internamente estamos libres de división y conflicto, seamos lo que seamos, hagamos lo que hagamos, seamos quienes seamos.
 
‘El sufrimiento de los hijos es la tristeza más grande para una madre.’ Y un padre. No seamos racistas, tontas y broncas feministas o como quiera que se llame.
 
Si lo de dentro nos satisface y agrada, lo de fuera no lo veremos desagradable ni feo. Lo interno, lo de dentro, manda sobre lo externo, lo de fuera.
 
‘Hablar es necesario en lo que se supone que uno debe hacer.’ Eso es lo que debemos de hacer todos. Pero, la cuestión está en que cada uno tiene unas prioridades y necesidades. Por lo que, lo que para mí es importante y prioritario, para otro n­o lo será. 
Entonces hay que explicarlo, si uno quiere. Y ahí entra el hablar de lo que se supone que uno debe hacer.
 
¿Quiénes son los que maltratan a la población en un conflicto, una guerra? Los gobernantes son unos, los que quieren tumbar los gobernantes, los terroristas, que imponen la anarquía, el desorden y el terror son los otros. ¿Quiénes son los culpables, pues? Los dos son igual de culpables.
El problema ahora es que cada país -de los poderosos- tiene sus simpatías e intereses, para sacar ganancias y beneficios: hacia los terroristas asesinos o por los gobernantes asesinos. Y como siempre el más poderoso, gana y el menos poderoso pierde. Y todos los ciudadanos de los dos bandos, pierden, mueren, sufren el abismo de la guerra y la invasión.
 
¿Cuándo se reunirá la ONU para tratar del campo de concentración de Guantánamo, sus torturas, los suicidios, la ilegalidad en que se encuentran los prisioneros? ¿Y todos los asesinados en masa de la invasión ilegal de Irak, los millones de muertos inocentes? No lo hará nunca, porque la ONU es una marioneta.
 
No hay manera de esconder lo que somos, lo que querernos. Por tanto, en vez de escondernos y ocultar, dejemos que todo vaya por donde tiene que ir. Igual que los ríos van a los océanos, de una manera o de otra.
                                               
Si no morimos al pasado, por placenteros que sean sus recuerdos, estaremos acabados. Pues lo nuevo, que es la vida de verdad –el presente, el ahora-, no podrá llegar.