Torni Segarra

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Los sentimientos, las emociones, el corazón, ¿son realmente amor? Ellos nos hacen llorar, sufrir, nos dan placer. Pero también nos llevan al desorden cuando nos hacen fanáticos nacionalistas, cuando nos hacen fanáticos religiosos, fanáticos de una idea o teoría, cuando poseemos y nos dejamos poseer por una persona en particular. Entonces, esas emociones, el corazón, los sentimientos, nos llevan al desorden que se manifiesta en violaciones y malos tratos, en conflictos, en violencia y guerra.
 
Si no podemos cuestionar a una persona ni a nada de lo que hace, es que estamos acabados. Es porque hemos convertido el amor en un negocio para conseguir un deseo, el placer, que somos sumisos, nos arrastramos, nos hacemos indignos, inhumanos con nosotros mismos.
 
Cada vez hay más desorden, somos más crueles, más agresivos y violentos. Pues todo lo que inventamos, todo el dinero y la energía, lo invertimos en fabricar armas para dominar –decimos defendernos- y ser crueles con los otros. ¿Alguien que no quiere la maldad podría fabricar esas armas dañinas, comprarlas, usarlas?
 
Atrás no vamos a poder ir, pues el pasado no puede venir, ya está muerto. Así que lo que tenemos, nos guste o no, es el presente, nuestra vida cotidiana. Si viviéramos completamente esto que estamos viviendo ahora, en el presente, ¿por qué habríamos de mirar al pasado, a la niñez, a la juventud, a hace unos meses o unos días? La vida es como la comida: cuando tememos hambre, comemos.
 
Cuando prometemos algo, ¿es eso realmente un hecho que se va a poder hacer realidad? ¿O esa promesa es fruto de una necesidad, que puede ser satisfecha y desechada en unos segundos, horas, días, meses, etc.? Todo lo que decimos sólo tiene valor en el momento de decirlo, al instante siguiente ya puede cambiar todo. Porque, las palabras, que son la traducción de los pensamientos de deseos de seguridad, de satisfacción, cambian constantemente.
 
Para que la realidad y la verdad lleguen, hemos de encarar los retos negativamente –con la actitud de ‘no sé’-, pues es de la única manera que el ego, el ‘yo’, no puede operar. El ‘yo’, que es miedo, el pasado, egoísta, cuando llega algo lo traduce para resolver sus miedos de la única manera que puede: mirando, comparando, cotejando, el presente -que es el reto que le ha llegado- con el pasado. Y el pasado es miedo, por lo que todo lo que nos llega lo adaptamos a nuestros prejuicios, para así huir de la realidad que nos queremos aceptar ni ver.
 
Las mujeres son seres humanos como todos. Así que todos sus problemas y complicaciones, son las mismas que tienen el resto de la humanidad, los otros seres humanos. Pretender ver particularidades, originalidades, es infantil, superficial, divisivo, y nos lleva al desorden, al feminismo y al machismo, al racismo, –nacionalismo de género-, al dolor. 
 
¿Cuándo comprendemos realmente algo, puede haber lucha, esfuerzo, dolor? ¿O es la no comprensión de lo que somos, cómo somos, de la realidad sea la que sea, que no la aceptamos huyendo de ella, lo que nos genera y provoca la lucha el esfuerzo, el conflicto, el dolor?
 
¿Perseguir una meta, un objetivo, es diferente de la persecución de una persona? Toda persecución nos genera ansiedad, indiferencia, deseo por conseguir eso que queremos, ¿no? Y esa indiferencia e indolencia, ante el dolor que provocamos para apartar a las personas que aparecen como obstáculos, va a impedir que la felicidad pueda ser. Ya que ese deseo de conseguir el propósito de llegar a la meta, va a chocar con los otros que también tienen su propósito de conseguir llegar a l meta.
 
No solamente hemos de renunciar a nuestro egoísmo el domingo, u otro día cualquiera, sino todos y cada uno de los días. ¿Es eso posible o es una ilusión, algo que nos gustaría que fuera? Renuncia a tu egoísmo ahora e investígalo sin influencia ni dependencia alguna de lo que digan los que dicen que saben, de lo que dicen los libros, de lo que dicen las costumbres y la tradición.
 
Tan importante es decir sí, como decir no. Porque en realidad, ambas palabras sirven para poner orden en nuestras vidas, al descartar lo que es negativo: aceptando lo verdadero y rechazando lo falso.
 
¿Los papeles de víctima y verdugo, no se intercambian a todas horas, en todo momento, a cada instante? Eso nos demuestra que todos somos básicamente iguales en lo esencial psicológicamente.
 
De la realidad de lo que son las cosas, de cómo funciona la vida, nadie se escapa. Por eso, llama la atención que algunos se presenten como diferentes, elegidos, capaces de divulgar y decir que son especiales que las leyes de la vida –que no son de nadie- no les afectan.
 
Suany. ¿El amor puede ser cuando ponemos condiciones, nuestros deseos, ya sean de seguridad, de felicidad? No lo niegues ni digas que sí, investígalo.
 
El amor es lo nuevo, lo desconocido, lo que está más allá de nuestros deseos y necesidades –por eso es que nos parece tan peligroso para nosotros que somos personas tan conservadoras-.
 
De la misma manera que hay algunas personas que nos son muy agradables y otras que no, así también nos ven a nosotros: unos nos encuentran encantadores y otros no.
 
Kata. Para ser feliz, hemos de tener suerte, ver y comprender cómo funciona la vida, cómo funcionamos las personas. Y cómo opera el pensamiento y la mente. De esa manera podremos ser liberes e independientes.