Torni Segarra

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Cuando un tigre mata, destroza y devora un ciervo, puede parecer que eso es el mal para el ciervo. Pero también es el bien para que, así el tigre pueda seguir subsistiendo. Entonces esa ley y paradigma, nosotros no lo hemos puesto, sino que está ahí desde el mismo principio de la vida. ¿Estamos nosotros incluidos dentro de esa manera de vivir, con sus necesidades incuestionables? Sí que estamos en ese paradigma. Por tanto, si no se puede cambiar es lo adecuado y ordenado -perfecto-. Así que el bien y el mal, no existe, es otro invento del ‘yo’, del pensamiento.
Con respecto a ¿quién soy o son los demás esencial, básicamente? Eso lo tengo claro y, según veo tú también, y no lo voy a abordar, tratar.
 
Cuando uno ve claro algo, eso es de él y nadie se lo puede arrebatar. Entonces esa claridad, es una luz para sí mismo y para todos los demás.
 
Juan Carlos, puedes explicar ¿por qué dices que eso que se ha escrito no es amor?
 
Juan Carlos.  El amor -si es amor de verdad- lo incluye todo. Ahí está lo incomprensible para la mente. Por eso juzgar a los otros parece tan superficial y banal. Pero, como el amor lo abarca todo, también incluye la posibilidad de juzgar a los otros. Esa es la ‘locura’ del amor, porque vuelve locos a los demás que no entienden. Y por eso, no se puede atrapar eso que está más allá de la lógica y el razonamiento de los hombres. De ahí que lo único que podemos hacer, es invitar –estar vacíos- a lo nuevo para que sea y manifieste.
 
Ernesto, las cosas son como son, que es la realidad. Por tanto uno tiene que vivir con poder y sin poder. Porque es evidente que tenemos cierto poder, pero no todo, ya que también somos marionetas de la física y la química. Por tanto, como hay que vivir siendo poderoso y débil, hemos de ir más allá de esas dos posibilidades. De lo contrario nos convertiríamos en fieras solamente o en indefensos como nos parece un diminuto insecto.
 
Mientras el observador esté operando, el universo nos parecerá un caos en desorden. Pero en el momento que el que ve -el ‘yo’- llega a su fin, todo el orden se manifiesta en los animales, los hombres, las estrellas, el cosmos, toda la vida.
 
Ernesto. Una de las cosas que distingue lo verdadero de lo falso, es la necesidad –que es amor-. La necesidad tiene toda la fuerza del universo, aunque te lleve a la destrucción y la muerte. No hay otra manera de vivir, si nos mata es porque el orden así lo ha querido.
En la necesidad no hay preocupación por el bien o el mal, no hay dualidad. Cuando uno tiene muchísimo sueño, duerme donde sea y como sea; y si tiene sed o hambre también lo que hay lo toma, con tal de aliviarse y tener la fuerza para poder proseguir con la vida.
 
El autocontrol es una ilusión, porque el que controla, el ‘yo’, es una ilusión, ¿no es cierto? Por lo que en toda clase de control, autocontrol, dominación, poder, existe el que controla, el dominador, el poderoso. Todo lo que nos divida es negativo nos deja fuera de la verdad, del amor. Así que todo la energía y el trabajo está en descartar eso que nos divide.
 
La realidad puede que no sea la verdad. Pero la fuerza de los hechos, sí que es la verdad, ¿no, Ernesto? Esto que estás leyendo es real, luego es la verdad. O, explica, si quieres y lo crees conveniente, cómo lo ves tú.
 
"Cuando no te atrape el ‘qué’ y ‘cómo’ de la situación, usted se convierte en psicológicamente libre".
O no, porque la libertad incluye la posibilidad del ‘qué’ y el ‘cómo’.
 
Sí, ya hemos dicho que la verdad es infinita en posibilidades. Pero eso no quiere decir que nos pasemos -ahí está el peligro-, porque si es infinita en posibilidades quiere decir que puedo hacer lo que me dé la gana. Porque, el orden -que es implacable-, si es que eres cuerdo te recordaría y te pondría en tu sitio.
Por tanto todo lo que decimos afirmativamente o negativamente, no tiene ningún sentido ni valor. Pues, hay libertad en todas direcciones. Y la libertad es amor, es la verdad.
 
La verdad cuando viene no se la espera. Porque no la conocemos. Y lo que no conocemos, no tenemos referencia de ello. Y por eso es la verdad: lo insondable, lo no medible, lo que está y no está más allá de todo. Todo es lo que significa la palabra todo; y más que el significado de la palabra todo.
 
La vanidad, el prestigio, el poder, nos divide. Y ahí empieza todo el proceso de la violencia y la guerra. Y todo eso es ignorancia. Porque, hay de aquél que es causa y motivo de provocación y de escándalo.
 
El caso es que la insensibilidad es la misma para los que se decían pacifistas, no de derechas. Pero actúan como la derecha tan cerril como todas. Y es que si quieres saber el hombre quién es, dale mando y dinero. Y ante el mando y el dinero, todos caen en la superficialidad, en la banalidad, en la victoria, en el nacionalismo occidental, es decir en la guerra.
Aunque la culpa no es de los guerreros, la culpa es de todos. Cada uno que asuma su responsabilidad, si quiere, si tiene sensibilidad para verlo. Porque es en uno donde todo empieza.
 
Lo que quiere decir que podemos ser tumbados por las circunstancias, obligándonos a hacer lo que sabemos que no es adecuado. Ese es nuestro problema, que es la vida y sus misterios.
Y para no hacer como ellos, no hemos de dejar que esas circunstancias, el que se hayan vuelto favorables a la guerra, se interpongan en la relación. Porque, si no acabamos cuando comienzan los problemas, nos las tendremos que ver con los grandes. Donde todo está más complicado, todo está ya ardiendo en la vorágine de la guerra.
 
El vacío es la inacción. Los problemas llegan con la acción, el deseo de vanidad, de avaricia, de más y más para ganar, triunfar, vencer. Pero todo eso nos trae la confusión y el desorden, las agresiones. Pues el placer nunca tiene bastante, ni de sexo ni de poder ni de dinero. Por eso, algunos hombres borrachos de alcohol, drogas, y de sexo, violan cruelmente a las mujeres, las deshumanizan y las asesinan, sin darle ninguna importancia, en el frenesí de más placer y todo lo que genera.