Torni Segarra

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2171. El problema es que la total atención sin división ni conflicto no pueden ser. Pues la mente global es ingobernable, ella es aparentemente caprichosa, sorprendente, donde nosotros somos una vibración de ella.

 

 

2172.  Y, ¿no se puede hacer nada para que eso que parece una fatalidad, la injusticia, los agravios, dejen de serlo porque comprendemos que es lo mejor? No podemos ser solamente animales de carga, sumisos, obedientes. Y para ello, hay que ver qué se puede o no se puede hacer.

 

 

2173. Si hubiera igualdad, no habría problemas. Pero donde empieza la desigualdad, los agravios, las injusticias, es en los de arriba, en los que mandan. ¿Quiénes mandan? Pues ellos son los responsables de las desigualdades, del ordeno y mando. Pero, como el ordeno y mando ha de ser con fórceps -con palo, brutalidad, crueldad-, se provocan las respuestas, las revueltas, las necesidades de libertad, de respeto a lo que uno es. Las imposiciones ya sabemos lo que nos traen: rencor, odio, ganas de venganza, ausencia de compasión y de amor.

 

 

2174. Donde se ve quién es una persona, es cuando se pone sobre la mesa la libertad. Cuando se habla de libertad, se ha de hacer sin contrapartidas. Porque si tú tienes la necesidad de ser libre, pongamos cambiando de trabajo, y uno entiende esa necesidad del cambio, si tengo sensibilidad a tu dolor, a tu bienestar, ¿cómo iba a pedirte contrapartidas porque quieres ser libre, cambiar de empleo, de pareja, etc.? La libertad no es un negocio, su burocracia, con sus deseos y ansiedad. La libertad es un estado sin conflicto, sin división, ni confusión ni desorden.

Y en eso, para que la libertad sea, ha de estar implicado la compasión y el amor por las personas.

 

 

2175. Da la impresión de que creemos que dios es un idiota. Cuando en realidad, los idiotas somos nosotros, con nuestros miedos al futuro, nuestra ansiedad, que nos hace brutales, crueles.

 

 

2176. Hay que ver cuando no le conviene al establishmet que algo que sucede no se sepa, tienen muy claro lo que tienen que hacer. Las televisiones, los diarios, etc., ocultan las manifestaciones que ocupan las ciudades francesas, llamando para el cambio revolucionario. Pues en España, parece que nada de eso importa, pues solamente algunos medios de comunicación informan de lo que está sucediendo. Se supone que es por el miedo al efecto contagio.

Por otra parte, sí que se ha podido ver lo suelta que está la policía a la hora de reprimir a los que se manifiestan; a la hora de desmontar los lugares de acampada donde se hacen las charlas, diálogos, asambleas, etc.

En tanto que apoyaron la revuelta violenta en la plaza Maidán en Kiev, Ucrania. Tal vez fue, el aroma fascista que había allí lo que los seducía, porque iba a favor de su negocio, que es su política liberal capitalista.

 

 

2177. Para conocer a alguien no hace falta luchar contra él, ni tener relaciones íntimas. Solamente nos hemos de conocer realmente cómo somos; pues uno es como el otro, los otros, todos los demás. Todos hacemos lo mismo, dependiendo del reto y su intensidad, de lo que nos va en ello.

 

 

2178. Los drogadictos químicos, son igual que los drogadictos psicológicos. Pues, todos somos básicamente drogadictos de todo lo que hacemos; para satisfacer la última adicción: sobrevivir a toda costa, experimentando el placer de lo conocido.

 

 

2179. Todos los que viven destruyen algo para poder sobrevivir, ya que han de atender a sus necesidades. De manera que, si no vivimos en orden, lo estamos destruyendo de una manera irrecuperable. El orden es austeridad -no la del convento-, es usar lo necesario, viendo la destrucción que provocamos.

 

 

2180. Es preciso hacer algo. Y lo tienen que hacer aquellos que ven la necesidad y pueden hacer algo; de lo contrario todo será superficial, banal, esnob. Depende de la autenticidad el que todo tenga sentido, valga la pena tanta acción, trabajo, molestias para el vecindario.

 

 

2181. La verdad es tan grande que puede parecer contradictoria, absurda: lo que en este instante es bueno, al siguiente ya es malo. De manera que nos puede agotar, desgastar; pero eso mismo es el flujo, la actividad de lo verdadero, de la realidad. Verlo y comprenderlo es una bendición.