3597. Esos carcas, fachas, conservadores retrógrados, ya les gustaría. Ellos son fascistas, imperialistas que no quieren deshacerse de sus colonias. Estamos reviviendo el final del siglo diecinueve y principio del veinte, donde algunas colonias, no todas -después casi todas se liberarían- reclamaban la libertad. Se sublevaban, no querían seguir invadidos bajo el mando de los invasores ladrones, dictadores tiranos.
Saben, ¿por qué? Pues porque, si eran expulsados de los lugares que habían invadido, explotado, ya no podrían robar más. Además, eran humillados: el dueño, el amo, el verdugo tanto tiempo, se iban con el rabo entre las piernas, ya que sus esclavos se habían levantado y expulsado.
Cada fortuna, cada piedra de las mansiones en Europa, chorrea sangre de esclavos, de seres humanos explotados, reventados de tanto trabajar.
Y ahora, esos viejos y decadentes, carcas fachas, acusan a los oprimidos, a las víctimas, diciendo que son como ellos. No tienen vergüenza. ¿Saben por qué lo dicen? Porque viven de esos explotadores, que les dan unos buenos sueldos, a cambio de blanquear la historia, la suya, los crimines y matanzas, los robos, los atracos. Que esos, que les sostienen, han cometido, cometen.
3598. Son la mayoría necesaria para gobernar. Así, es la democracia.
3599. ‘A veces los bolígrafos son mucho peores que las pistolas’.
Si fuera verdad, si lo vivieras de primera mano, en persona, seguro que no lo dirías,
3600. Ves que, cuando os conviene, no cumplís la ley. Pero, ahí está vuestra desgracia, cuando exigís a los demás que la cumplan. Pues, os hacéis dictadores, tiranos.
3601. No nos engañemos, la culpa de que alguien esté en la prisión, es primero que nada del juez, que firma la sentencia. Después están los que han inventado las leyes, que son los políticos. Y finalmente los presos, tienen la culpabilidad de ser como son.
Pero hay algo que no se puede soslayar, un padre no puede maltratar a su hijo de veinte años, robarle el dinero, castigarle, ser brutal y cruel con él. Y cuando quiere irse de la casa paterna, prohibírselo. Porque puede desencadenar agresividad, crueldad, violencia, guerra.
3602. Si ese castigo fuera para los nacionalistas centralistas españoles, se habría acabado el mundo, bramarían, llorarían, montarían todo tipo de espectáculos para comunicarlo a todo el mundo.
Es decir, lo harían igual o parecido, como lo hacen los demás. Porque, todos somos básicamente iguales en lo psicológico. Por eso, decir que es poco o es mucho el castigo, la prisión, el agravio, el maltrato, de los otros no tiene ningún valor.
Porque cada uno, en el mismo lugar, haría lo mismo: llorar, maldecir, buscar culpables, quejarse.
3603. ¿Qué exagerados son? En tantas veces que, en este grupo, se ha hablado mal, se ha insultado a los catalanes, con palabras tan gruesas que no quiero ni mencionar. Y ahora, porque uno hizo en el pasado lo mismo que ustedes, se ponen histéricos, locos de rabia.
He dicho muchas veces, en este grupo, que todas las personas somos básicamente iguales. Lo que nos cambia, es la reacción a un hecho, que según lo impactante que sea, así será nuestra reacción, nuestra respuesta. Y eso les pasa a todos, a toda la humanidad.
Por lo que, para qué echar gasolina al fuego. Si todos, en privado, con los amigos, con los colegas, insultamos a los que consideramos enemigos, los humillamos, los denigramos, nos burlamos de ellos; incluso algunos agreden físicamente, con golpes. Y eso, como ya he dicho, lo hacen todos, toda la humanidad.
Solamente, hay que ver el mal camino que es, que son los insultos, los desprecios, las burlas, las agresiones. Verlo con tanta intensidad, con todo nuestro ser, con toda la energía, todos los sentidos, con toda la sangre, como si fuera un gran incendio que hay que huir de él, ponerse a salvo.
Finalmente, todos somos nacionalistas, grandes o pequeños, todos somos racistas, todos podemos ser brutales, crueles, violentos, Así que, si empezamos por nosotros, los problemas se desactivan, el odio no puede explotar, arrasar. Pues, vemos todo lo que está pasando, como un mal de todos. Vemos que todos somos colegas, pisamos la misma tierra, tenemos las mismas dificultades económicas, sociales, de empleo, de comprensión, de relación con los vecinos, parientes, etc.
3504. La educación, no es sólo llenar la cabeza de datos técnicos. La educación, que incluye el saber leer y escribir, etc., también es la instrucción de las personas. Instruir a alguien, es describir -si ello es posible- la verdad, informar de ella. La verdad, que es la realidad, es lo que usted está leyendo esto ahora, y eso es un hecho que no se puede cambiar ni alterar.
Cuando los hombres armados, los policías, actúan para reprimir, que las personas hagan lo que tienen que hacer, el resultado es una explosión de malos tratos, golpes con porras, empujones, lanzar a las personas por el suelo, o por el aire, dispararles pelotas de goma donde se pueden perder los ojos.
Todo se convierte en una gran explosión de crueldad, de violencia. Que genera heridos, romper los cuerpos de las personas.
Y los que lo ordenan y los que lo ejecutan, son los responsables directos de esa maldad, de todo el dolor que infringen a las personas, que ellos reprimen que hagan lo que tienen que hacer. Ya que, a los que mandan no les interesa. Y por eso, es que usan la crueldad, el desprecio por los seres humanos. Usan la violencia, que causa tantas desgracias, daño a las personas.
Y explicar, informar de todo ello, con toda libertad, sin miedo, es una manera de educar, de instruir a los niños, a las personas. Para que, sepan relacionarse con los demás.
Pues, sin una buena relación con las personas con las que convivimos, con los vecinos, con la persona que va por la calle, nada de lo que hagamos tendrá sentido y significado verdadero. Porque, el sentido verdadero es la buena relación, la paz, la no violencia.
Y todo esto, sin justicia, sin igualdad, sin respeto, sin compasión, con las imposiciones brutales de los más crueles que son los poderosos, no podrá ser. Seguiremos como siempre, destruyéndonos de todas las maneras posibles: mintiendo, falseando la realidad, imponiendo la ley del más fuerte.