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Toda la vida es un milagro: primero el que tu padre y tu madre aceptaran lo necesario para que se pudiera concebir tu vida, luego que todo fuera correctamente para que nacieras, luego para que todo lo que te ha pasado no te destruyera completamente y así hasta hoy. Todo es un milagro o un misterio maravilloso e indescifrable. Solamente hemos de ver la manera de vivir haciendo el menor daño posible a los demás, a los animales, a la naturaleza y a todo lo que existe.
¿La verdad en exceso puede ser perjudicial? Vamos a verlo. Si tú tienes que usar una pistola y nunca has visto una ni sabes lo que es, el que alguien te explique que puedes matar a alguien o matarte a ti, etc., eso no puede ser exceso. O es que quieres decir el fundamentalismo, el fanatismo, el dogmatismo inflexible, el yo sí que sé y tú no sabes, yo estoy en lo cierto y tú siempre errado. Eso sí que además de ser un exceso, es una estupidez y un error.
En toda institución de dos o más personas, está el germen de la corrupción.
El conocimiento y la verdad es lo mismo.
No lo compliquemos, la verdad es que si Toni y Bryan están divididos y en conflicto, el desorden, el conflicto, el sufrimiento y el dolor están ahí y puede degenerar en violencia y guerra.
Pero tú eres yo. Y yo soy tú. Así que el orden de los factores no altera el producto final, que es la división.
No es preciso ir por todo el vasto mundo, por mares y montañas, países y ciudades, para ver la realidad y la verdad de lo que es la vida. Dice uno: Cuando por la mañana me asomo por la ventana descubro como funciona el mundo.
Vamos a empezar desde el principio. Primero llegó la conciencia de las cosas, entre ellas el cuerpo que es lo más cercano y más querido, pues es el vehículo y si lo maltratas o lo maltratan hace daño y se sufre. Después, llegó eso de "este cuerpo es mío". Y ahí empezó todo lo demás: mi territorio, mi casa, mi mujer, mis amigos y familiares, mi tribu, etc. Y ahora hemos llegado al nacionalismo, a la religión organizada, a las ideas y teorías políticas.
O sea, que primero nació la conciencia y después el "yo", el egoísmo caprichoso, fruto del mido a perder lo nuestro, el "mi", el "yo".
Para no ser obediente, no solamente no tiene que ser sumiso y manso con lo que quiere la sociedad, sino que tampoco tiene que obedecer a la norma que nos hemos trazado, a lo que consideramos lo mejor, a nuestro estrecho lugar donde vivimos, no obedecer a lo que hicimos y dijimos ayer, etc. Entonces, es una rebeldía y desobediencia de por vida, continua hasta la muerte. Pues todo está dispuesto y programado para hacernos obedientes y sumisos, conservadores y aburguesados. No ser obediente a lo que diga yo, o sea quien sea por renombrado y famoso que pueda ser, ya sea un sabio, gurú o maestro.