Torni Segarra

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1. Envejecer es un proceso más de la vida, el último, donde todo acaba. No tiene que ser un drama insoportable. Es lo mismo como todo lo que nos pasa en la vida pero, como siempre sucede, diferente. El problema surge cuando nos comparamos, miramos atrás o hacia delante. Y entonces vemos lo que no queremos ver: que estamos deteriorados físicamente y que vamos a desaparecer, llegar al fin. Y todo eso, lo complica todo más el egoísmo de no querer aceptarlo, de que los demás que son jóvenes desprecian, le restan valor e importancia a las personas viejas.
Una manera de vivir tan materialista, tan poco humana, encuentra que los viejos son como algo que estorba, como un impedimento para lo nuevo que está llegando o por llegar. Aunque eso es cierto, porque los viejos son igual de egoístas, que los que todavía no lo son, por lo que prosiguen con el conflicto, las disputas, las maldades que nos hacemos.
El problema siempre está en la comprensión de la realidad, en la aceptación de lo que es. Si aceptamos, si no huimos ni queremos cambiar esa realidad que nos molesta y desagrada, entonces el humanismo, el afecto, la compasión por las personas, sean quiénes sean, estará ahí.
 
2. Todo lo nos afecta en lo psicológico también nos afecta al cuerpo. De manera que una situación cualquiera que experimentamos repetidamente durante un tiempo corto o largo, van a dejar una huella en el cuerpo. Por eso las personas, algunas tienen un físico y semblante más optimista que otros, que lo tienen más retraído, enjuto, asténico. Y por el paso de los años, la huella se hace indeleble.
De ahí la importancia de la manera cómo encaramos los retos, las situaciones, la realidad de lo que es la vida. Pue depende de si lo que queremos y deseamos tiene sentido o no, eso va a repercutir en todo nuestro organismo, en nuestra vida.
Es curioso lo que sucede en las grandes ciudades, sobre todo en el centro urbano, que cuando llegan los días festivos, no laborables, donde toda la actividad y las personas desaparecen –ya que muchas se van de allí al campo o la playa o de viaje- los que se quedan, la mayoría personas sin posibilidades económicas, tienen un semblante y aspecto que parecen deprimidos, tristones, o desesperados que siempre van a por todas.
 
3. Aprender y ver son lo mismo. Si uno ve las consecuencias que tienen las malas relaciones con los demás, entonces comprende lo negativas que son esas malas relaciones. Y si lo ve, lo comprende, clara y completamente es cuando hace algo al respecto, que es cambiar. El ver implica el cambio. Sin uno ve y comprende, está obligado a cambiar, a hacer algo. Si ves que el zapato te aprieta de verdad, te genera dolor y sufrimiento, te lo quitarás, quieras o no. Lo mismo sucede con las personas que son una mala influencia que no nos convienen, cuando nos damos cuenta de ello, total y completamente, esas relaciones con esas personas se acaban, terminan.
 
4. No seamos inocentes e insensatos, las chorraditas –tonterías-  de los adultos no sirven para los niños pequeños. Y por eso, los estamos embruteciendo, condicionando para que hagan esto o aquello, para que sean de una determinada manera que a nosotros nos gustaría que fueran.
Los niños son como son, dejémoslos que sean y hagan cosas de niños y no de adultos o viejos. Ese no es su trabajo ni acción. Lo suyo es jugar, aprender, correr, desafiar y cuestionar todo lo viejo y conocido, que es lo repetitivo.
 
5. El peor enemigo lo llevamos cada uno dentro de nosotros porque la vida es una guerra de todos contra todos. Cada uno estirando hacia sí todo lo que necesita, por lo que se desarrolla el enfrentamiento, el conflicto por acaparar bienes, propiedades, todo lo que creemos necesitar. Por lo que el más fuerte y poderoso físicamente, y en las capacidades psicológicas y sociales, domina y acapara más que los otros que son menos afortunados. Pero ese agravio, esa merma que tienen los menos afortunados, genera el resentimiento, la envidia y los celos, los conflictos, la violencia y las guerras.
Por eso, la vida con austeridad es la manera que podemos empezar para amarnos de verdad.
 
6. Por eso, donde hay esfuerzo no puede haber amor. Ya que el amor es libertad de todo compromiso, de todo lo conocido, como querer o no querer algo, ya sea una persona o cosa. El mismo amor cuando es, genera tal percepción que todo lo complicado lo hace sencillo. Y una de las soluciones para hacer lo complicado y doloroso sencillo, es descartar eso que es negativo para nosotros.
El esfuerzo, es conflicto entre lo que queremos y lo que se resiste, lo que no puede ser. Y a continuación del conflicto llega la crueldad, la brutalidad, la violencia.
 
7. El universo es todo lo que existe y nosotros por existir, tener la conciencia y la percepción de ello, también somos el universo. De manera que si nuestra existencia, conciencia, está en orden y armonía, ésta armonía está afectando al universo. Y esta armonía es la que llega por el amor a todo lo que es, a todo lo que existe.
 
8. Si somos acomodaticios, conservadores, miedosos y mezquinos, seremos vulgares, sin belleza, sin esa energía que nos da brillo y luz. Pues la libertad de lo conocido, que hace que llegue lo nuevo, es lo que proporciona la energía que todo lo puede cambiar, donde los conservadores miedosos y temerosos de perder todo lo que han conseguido y acumulado con su esfuerzo y su brutalidad, llega a su fin.
 
9. Roxana, gracias por tu aportación tan original e interesante. Es curioso que a dios –los dioses- se le olvidara hacer a todo ricos. Y no solo unos pocos. Por lo que esos dioses, tan creadores e inventores, no sirven para nada más que para dominar a los que hacen, con su trabajo y colaboración, que los ricos sean tan ricos como son, tan poderosos y crueles. Por eso, es que las religiones organizadas y el poder, los poderosos, estén tan unidos, vayan de la mano en la misma dirección: dominar a las personas, para que prosiga el actual establishment, el actual estado de cosas, el actual estado de la sociedad corrupta e inmoral.
 
10. Los hijos son como las flechas o las piedras que cuando salen, son lanzadas, nadie sabe dónde van a ir a parar ni que es lo que van a hacer y provocar. Los padres han de saber que ellos no son los únicos capaces de poder cuidar y educar a sus hijos. Pues eso es un acto de soberbia, de ignorancia, de autosuficiencia e exclusión de los demás, un acto egoísta. Así que, si por las razones que sean los padres no son capaces de dar a los hijos los cuidados y las necesidades para poder atenderlos adecuadamente, otros puede que sí que lo sean.