6087. Adolf. Para ser alcalde no es preciso tener muchos estudios, una carrera, etc., pues hay asesores de todo –abogados, interventores, secretarios-. Lo que hace falta es que el alcalde tenga un conocimiento del lugar, conozca a las personas, tenga un sentido de servicio. Y lo más importante, que no robe ni manipule, no sea corrupto ni un ególatra.
6088. ¿Pero se puede realmente cambiar algo: la violencia, etc.? Pues si cuando tomamos un antibiótico para que nos ayude a curarnos ya estamos siendo violentos con la vida.
6089. Hola Claudia.
No soy el publicista. Soy Toni Segarra el escritor, filósofo.
De todas formas encantado por la confusión-sorpresa.
Aprovechando la ocasión. Te envío esta copia de un escrito que trata de los problemas económicos, actuales, etc.
Respecto al problema de la crisis económica, quiero decirte, que una de las soluciones para que se arregle la economía sería que el gobierno sacara el dinero de los ricos y poderosos. ¿Lo hará? No lo hará, porque el gobierno está al servicio de los ricos y poderosos. Por lo que esta crisis, como la anterior, como todas, la tienen que pagar los pobres. Solamente está por ver si los pobres aceptan el agravio que es solucionar la crisis en contra de ellos. Si no lo aceptan, ya sabemos que habrá revueltas y violencias, como ya sabemos que otras veces ha pasado. En tus manos también está el que no se digan mentiras y falsedades -que se dicen muchas – y atenerse a la realidad. ¿Cuándo decimos qué todos somos iguales ante la ley, es esto verdad? No lo es. Esto es una ilusión, una mentira, pues hay castas, no somos verdaderos, vivimos del engaño para sacar favores y beneficios. ¿Te das cuenta dónde estamos? Cuantas más mentiras y falsedades, más irritabilidad, más odio e ira contra los ricos y poderosos.
¿No has captado de qué se trata? Ahora te lo explico: habiendo visto que no hay ninguna solución para hacerlo todos a la vez, al mismo tiempo, que cada cual haga suya la solución. Así que, si uno no quiere corrupción que él no lo sea, que no quiere robos ni hurtos que él no los haga, que no quiere la anarquía y el desorden, que sea cuidadoso y diligente. Y así con todo. Ya tenemos claro que ningún gobierno, mientras no cambie el paradigma de corrupción e inmoralidad, van a poder solucionar nuestros problema. Entonces, ¿qué hay que hacer? Cada uno que haga la revolución que quisiera que hicieran los otros, los demás. Esto es todo.
También te envío este texto que habla sobre la violencia. Con afecto y con cariño.
Hay algo que creo que estarás de acuerdo: hay infinitas maneras y posibilidades de negar la guerra -la violencia, la brutalidad, la crueldad, etc.-, pero hay también infinitas maneras y posibilidades de aprobar y afirmar la guerra. Por tanto, cada uno que haga lo que quiera, que haga lo que tenga que hacer.
Porque, si yo te impongo mi criterio empezará el conflicto y la contienda, después la violencia y la matanza de la guerra. Y, si tú me impones tu criterio, seguramente pasará lo mismo: habrá división y conflicto, violencia y guerra.
Es un poco como el fuego, cuando empieza se puede apagar y sofocar con facilidad, pero cuando se expande y engrandece no hay nada que lo puede controlar ni apagar. En el caso de los conflictos, la violencia y la guerra, sucede lo mismo: sólo el que vence lo hace porque el otro ya se le ha extinguido su fuerza, su odio y sed de destruir al que cree que es su enemigo. Y aunque pierda tiene el mismo paradigma del vencedor: ganar como sea y a costa de lo que sea.
Por eso, cuando dicen que un bando es muy asesino, también deberían referirse al de ellos que hacen lo mismo. Y si no lo hacen es porque no pueden, alguien más poderoso se lo impide, o el miedo y la vergüenza por sus prejuicios o la moral. Por eso, los nazis, bolcheviques y otros hicieron lo que quisieron, porque no tenían miedo a nadie en el mundo, ni a su propia moral. Pues, ellos habían inventado y adoptado una nueva moral y paradigma. Pero, básicamente son lo mismo que los otros, ya sean perdedores o vencedores.
Por eso, una persona a la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si los nazis hubieran ganado? Contestó: "No hubiera pasado nada, hubiera sido otro imperio" Es decir, hubieran presentado la historia de todo lo que sucedió e hicieron de manera que fuera aceptable, como lo hacen todos los vencedores, por crueles y asesinos que sean.
Por eso, todo el problema es de cada cual. Mi problema es lo que yo hago con mi vida, y tú lo que haces con tu vida. Escudarse y justificarse en los demás, en la autoridad, en la religión organizada, en las opiniones de los demás, es algo tan banal y superficial que no soluciona los problemas, nuestro problema. Porque, todo lo que te diga yo, tú lo tienes que saber porque somos básicamente iguales psicológicamente. Entonces si yo te digo o cuento una mentira o falsedad, tú lo tienes que saber. Y si es en verdad algo negativo, descartarlo radicalmente. Todo lo demás, lo que hagan los otros no tiene importancia, porque nosotros no podemos hacer nada para detenerlos ni cambiarlos. Sólo tenemos una manera para influir en la sociedad, en el mundo, y es la manera cómo vivimos.
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Twitter: Mussol
6090. El problema de la vida, de los hombres, es que te pueden decir a ti eso que tú dices a los demás. Por tanto, como hay unas ‘tablas’ infinita, si no lo entendemos es cuando todo se convierte en una especulación absurda.
Por tanto, ¿qué haremos ante un conflicto entre tú y yo? Podríamos seguir destrozándonos, podríamos comprender al fluir la inteligencia. ¿Por qué no opera la inteligencia en nosotros ante cualquier reto? Porque estamos divididos internamente, en conflicto.
Así que el verdadero reto es estar libre, ir más allá de la división y el conflicto que genera.
6091. ‘¿Hasta qué punto es lícito o justo el derecho a sentir odio por tu prójimo?’
No se trata de puntos, niveles a la hora de odiar a alguien o a algo. Uno odia o no odia.
Como ya hemos dicho el problema es la división interna. Pues si hay división, ahí está el odio. Así que si te tengo odio y lo reprimo, huyo, lo quiero cambiar, al dividirme del hecho del odio, éste proseguirá.
Pero si permanezco con el hecho que odio, sin tocarlo, sin huir, sin querer eliminarlo, entonces al no haber división entre el odio y lo que yo quiero, éste cesa.