3752. ¿De qué os quejáis? Parece que no os gustan las palabras que dice ese señor. ¿Qué importa si tiene o no tiene muchos votos ni poder, si dice verdades aclaradoras, descubre los velos donde se esconden algunos que sí que van a por el cargo y el dinero que les proporciona?
3754. ¿Creerse diferente de los demás no es una ilusión que nos divide y confunde? ¿Por qué creemos que somos mejor, que somos mejor personas que otras? ¿Es por el condicionamiento de la cultura, la religión, etc., los libros que hemos leído, que nos dicen que existe el bien y el mal, los buenos y los malos? Pero si profundizamos en nosotros, si observamos cómo funciona el pensamiento, la mente, veremos que todos somos básicamente iguales en lo esencial.
Cada uno se ve abocado, por su condicionamiento a hacer eso que él cree que es lo correcto –dividiese de los demás, ser nacionalista, cristiano, musulmán, judío, hindú, de derechas o de izquierdas, pobre o rico-. Por tanto, si uno que se considera bueno, tuviera los retos del que es considerado malo, haría lo mismo que él. Muchos son pacíficos de salón, hablan de la violencia de los demás, de los países que están en guerra, diciendo que son violentos, crueles guerreros. Pero su violencia cotidiana no la ve, cuando se impone a los demás, cuando se divide del que no piensa ni vive como él. Y cuando hay un peligro de perder lo que él tiene, ya quiere la defensa, se organiza para hacer la guerra. Y la hace para defender –que es lo mismo que atacar- su país, sus ideas religiosas o políticas, mata y lo justifica. Pero es igual de malvado asesino que el que él criticaba.
Así que todos somos iguales. Cada uno tiene unos retos a los que tiene que responder, más intensos o dramáticos que otros. Que le hacen actuar de una manera diferente de los otros, de los demás.
3755. No nos olvidemos que las modas ellas mismas se imponen. La moda del tutear muchos no lo aceptan todavía, pero no se puede quitar lo que ya se ha conseguido. La moda de la igualdad racial, donde los negros, los indios pieles rojas, etc., son iguales que los blancos. Ahí está Obama. Aunque tampoco se ha conseguido del todo, pero es imparable. Y todo eso, hace 150 años, era visto como algo abominable, rechazable, ilegal.
3756. Vamos a ponerlo de la siguiente manera. Esta noche cuando todo está calmado, entran en tu casa tres jóvenes a robar. Cuando te levantas de la cama para ver qué pasa, los ves allí delante de ti armados dispuestos a todo con tal de conseguir lo que quieren: dinero –que tú les das-. Luego miran en las habitaciones y ven a tu mujer y a tu hija de veinte años. Y dicen que quieren tener sexo con ellas y empiezan a tocarlas, a forzarlas, etc. ¿Qué harías tú, Adria, cómo responderías ante esa situación? No lo digas, pues no lo sabes. Y esa es la mentira en que vivimos: creemos que somos buenos, santurrones, que somos pacíficos, no violentos. Pero somos igual que todos: somos máquinas, como los ordenadores, preparados y condicionados para responder de una manera determinada a los retos, que es nuestra programación. Ese es nuestro diseño y hemos de vivir con él.
Y verlo, comprenderlo, asumirlo, es lo que hace que no nos dividamos de lo que es, de la realidad. Y al ir más allá de la división, es cuando lo sagrado puede llegar.
3757. Las cosas sencillas pueden dar paso a otras más profundas. Eso depende de cada cual. Si uno no quiere seguir investigando, se retira y ya está, no hay ningún problema.
3758. Pero esa legítima defensa, ya es violencia, ¿no? El problema no es lo que hacemos, sino si lo asumimos o no. Porque si lo asumimos, sin huir ni querer cambiarlo, estamos libres de división. Pues la división interna es el origen de todo el desorden y confusión.
3759. Sí es mejor ser lo que somos: indiferentes, insensible, brutales, crueles, violentos. Pero no huyamos, diciendo que no lo somos. Pues nos dividimos de la realidad y seguimos dentro del ámbito de la generación de problemas al mentir, al ser falsos, al ser hipócritas.
Lo importante es darse cuenta del hoyo del camino, no negarlo. Y así ya sabemos a qué atenernos: que todos somos iguales básicamente. Y en eso consiste la compasión.
3760. Pues, si lo ves así, sigue matando a todos los que te molestan, creyendo que tú no tienes ninguna culpa de la maldad. Pero recuerda que los otros también van a ir a por ti, van a actuar como tú lo haces. Y ese es el juego en el que vivimos: defendiendo nuestra manera corrupta e inmoral de vivir. Y para ello hemos de construir cuarteles para prepararnos para matar y destruir al que consideremos que es nuestro enemigo. Con todo el gasto inmenso que ello conlleva. Cuando si hubiera orden ese dinero para prepararnos para ser guerreros, lo invertiríamos en cosas sociales, escuelas, hospitales, limpieza de las ciudades ajardinándolas, etc.
Pero para ello se necesita libertad para ver realmente quiénes somos, cómo actuamos. De manera que ese ver sea la acción que genera el orden, que no es ni tuyo ni mío ni de nadie.
3761. Si no tenemos dinero, ¿cómo vamos a comer, cómo vamos a tener hospitales sin cucarachas, con las camas limpias, con los médicos, enfermeras, etc., pagados, cómo van a recibir las pensiones, cómo se va a ayudar a los menos afortunados? El honor es una tontería romántica, porque si no se hace lo adecuado ni el dinero ni el orden ni la puntualidad ni la diligencia en el trabajo, van a venir. Por el honor se han hecho las más grandes barbaridades: los fascistas, los nazis, los cristianos, los comunistas, todos hablan de honor, aunque maten a millones de personas para que su honor pueda ser.
¿Dónde hay compasión, amor, que más falta, que más nos puede hacer falta? No nos hace falta nada. Sino estar atentos a todo lo negativo que se interpone para que haya orden y compasión.
3762. Toda defensa, toda valla, nos esclaviza a nosotros mismos. Por eso, cuando uno más tiene, más esclavo es de eso que tiene.
3763. No hay lección más grande, verdadera, que pasar por eso que no le damos importancia, criticamos, no comprendemos. Por eso, tal vez, el dolor es la enseñanza.