Torni Segarra

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124. ¿Podemos decir lo que haremos, si todavía no ha llegado la hora de comprobarlo? Alguien puede decirle a otro: ‘Te amaré toda la vida, siempre estaré a tu lado para ayudarte, etc.’ Pero hay que ser muy estúpido, vivir de la fantasía, la imaginación, para creerse todo eso que se ha dicho.
Las palabras que decimos no tienen ningún valor, son olas mentales, como las olas del mar que llegan a la orilla sin cesar y se deshacen. Lo que cuenta son los hechos. Y los hechos son lo que nos está sucediendo ahora. Todo lo demás, hablar de los sucesos que puedan venir dentro de una hora, un día, un meses o veinte años, eso es absurdo.
Miren como vivimos mintiéndonos con los Reyes Magos, Santa Claus, etc., y lo hacemos con tanta naturalidad como si fueran de verdad, cuando son un invento, una falsedad. ¿Cómo nos podemos fiar de que nos digan que si nos van a querer dentro de unos años, o tan siquiera mañana?
Hemos de cuestionar todo lo que nos llega. Porque todo está corrompido: la familia, el trabajo, los gobiernos, las religiones, lo que creemos que son valores como ser el campeón en fútbol, en tenis, o el mejor cantante, el líder político, espiritual. Toda la sociedad está corrupta. Verlo de verdad, como quien ve algo que le interesa, con intensidad y profundidad, como algo que necesita, como el agua para beber, la comida, es hacer las cosas para que llegue el amor.
 
125. Si nos gusta vivir de las fantasías, de las ilusiones, de los no hechos, eso no es el problema. Pues el problema está en ver lo que no hay, en no ver lo que hay que es nada de lo que nosotros pensamos porque queremos eso. Cuando uno ama a otro y el otro no le corresponde, hay que saberlo para no darnos el gran golpe cuando vemos las pruebas que están delante de nosotros. Podemos amar pero sabiendo lo que hay.
Pues el amor, es irreflexivo, extravagante, no tiene ningún sentido para los demás, ya que no tiene regla, ni ley, ni patrón. Porque el amor siempre es lo nuevo. Y en lo nuevo, no hay referencia que nos indique, mediante la comparación y el cotejo, lo que está bien o lo que está mal.
 
126. Toda creencia nos divide de los demás que tienen otras creencias. Hay quien cree en su equipo favorito, otros en su religión que ha heredado de su ambiente familia, hay quien cree en una idea política, social, hay quien cree en la igualdad de todas las personas. Pero toda creencia, por ser divisiva, no es un hecho. Porque lo que creamos no por eso quiere decir que es lo verdadero, lo bueno, lo mejor.
Hay que descubrir paso a paso lo que tienen de negativo las creencias para que así descartándolo,  lo que quede sea lo positivo. Pues todo lo que hagamos, todo en lo que creamos, si nuestra relación con las personas con las que convivimos no es buena, ¿qué sentido tiene creer en eso que nos enfrenta, nos llena de disputas, nos lleva a destruirnos mutuamente?
 
127. El sentido llega cuando descubrimos la verdad. Porque la verdad nada más tiene un camino, que es el de la verdad misma. Así que cuando la vemos, es como si se abriera el gran telón de un teatro que nos muestra la vida tal y cual es en el escenario. Y eso es sanador, inteligencia, ya que vamos en el ritmo, la corriente de la vida, nos movemos con ella.
 
128. Seguimos con las palabras y las ilusiones. La realidad lo abarca todo, lo une todo. Nada más  hace falta verlo para poder darse cuenta que todos somos iguales, todos somos igualmente importantes, dependientes unos de otros.
 
129. ¿Cuándo hacemos el amor –sexo- es posible no estar desnudos ni del alma ni del corazón en ese momento? Cuando hay unión total es cuando llega el amor. Y, en ese amor, no hay ni barreras ni sitios dónde esconderse.
 
130. Cuando uno habla mal de otro. Es lo mismo que hace el otro, del que hablamos mal. La diferencia está en que el otro que no lo dice lo piensa, no le ha llegado todavía el momento de ponerlo en palabras chismosas. Pero en el momento que algún reto de la vida los desborde y altere, hará como todos: hablar sin parar.
 
131. ¿Las metas, los objetivos, lo que queremos conseguir por respetable que sea, no es el deseo, el devenir? Yo soy esto pero con el tiempo, con mi esfuerzo y su brutalidad, conseguiré eso que quiero y deseo, que creo que me dará la felicidad.
Pero eso no es posible, porque ese deseo de conseguir lo que creemos que es bueno para nosotros, que es una proyección en el tiempo, nos divide del presente del ahora. Y al estar dividido soy insensible e indiferente a los demás, a todo lo que me rodea. Así que, de esa manera nos hacemos egoístas, actuando solamente para nuestro propio beneficio.
Y de ahí toda esta sociedad que esta corrupta, que nos devora con sus infinitas necesidades verdaderas o no. Todo eso es el resultado del desorden, que es la ausencia del amor.
 
132. Prestar algo depende de muchas cosas: que tengamos mucho de eso que nos piden, que tengamos dinero para comprarlo, no darle ninguna importancia ni valor a eso que prestamos, si necesitamos prestar algo como una excusa y motivo para no sentirnos solos, sentirnos queridos. Y finalmente está el cariño, el afecto, la compasión y el amor por los otros que nos piden que les prestemos algo que ellos necesitan o creen necesitar.
Al final siempre es lo mismo: o amamos o no amamos. Y el amor tiene su orden, que va a generar más orden.
 
133. Desafortunadamente, cuando más poderosos somos, también somos más capaces de generar la maldad. Miremos lo que hemos hechos los seres humanos, desde la lanza y el arco, hasta la bomba nuclear.
La evolución la hemos hecho solamente en el ámbito material, en el científico-técnico, pero en el ámbito espiritual, en lo psicológico, no hemos evolucionado ni cambiado en absoluto.