Torni Segarra

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165. Todo eso que pasa en India, es lo mismo que les pasa a todas las civilizaciones, y también a cada generación. Pues la vida es un continuo cambio, la vida siempre se está moviendo. Donde todo lo que es, está sometido a ese cambio, que se puede manifestar en degeneración, en corrupción, que nos obliga o lleva al cambio.
La vida es destrucción, amor y construcción, en un proceso que no tiene principio ni fin. Y en la manera cómo vivamos ese proceso –sin división ni conflicto-, será más o menos doloroso. ¿Eso depende de nosotros, de cada cual? Sí y no. Cada cual ha de descubrir qué es lo fatal y qué es de nuestra propia cosecha, fruto de nuestra acción.
 
166. La explotación es la creencia, el ‘yo’, y su división. Así que, hemos de poder ir más allá de esa división, del ‘yo’. ¿Es eso una creencia también o un hecho real y verdadero, libre de toda explotación y vasallaje?
 
167. Sean las características que sean, con sus peculiaridades originales, extravagantes, o lo llamado sagrado, religioso, etc., todos y cada uno de nosotros pasamos por esa degeneración, que precede a todo cambio, ya sea en lo social, espiritual, psicológico. Y lo mismo sucede con las culturas, filosofías y organización de vivir de las civilizaciones, sean en Occidente como en Oriente.
 
168. Las castas no son solamente cosa de India, también las hay en todas partes a un nivel más bajo o más alto. Aquí en Europa, en los años sesenta del pasado siglo, los ricos se paseaban por una acera de una calle los días festivos y por la otra los pobres. Los trabajos también se heredaban, las parejas se casaban con arreglos de los padres dentro de su nivel social. Las mujeres no podían disponer de las propiedades heredadas, ni tener cuenta corriente en el banco, tampoco podían tener pasaporte ni salir al extranjero sin el permiso del hombre.  
 
169. Sí, todo eso es verdad, en cada lugar se manifiesta de una manera más brutal o no. Es como la violencia: todo lo que nos divide, forma parte ya de la violencia, está dentro de su ámbito, ya sea que se exprese mínimamente o echando bombas. Por tanto quedarnos por las ramas, sin ir a la raíz es una pérdida de tiempo, un entretenimiento.
Cuando queremos matar a un árbol, no lo hacemos quitándole las hojas, ni cortando cada rama, vamos a la raíz y la arrancamos.
 
170. Y al revés: el truco está en serle fiel a tu novio. ¿Es eso posible? Parece ser que no. Aunque digamos que sí. Una cosa es lo queremos y otra lo que somos.
 
171. Si no hay más nos acostumbramos a lo que sea, a lo que hay. Es eso o morir.
 
172. No es el tiempo el que cura las heridas. Porque según la importancia que le demos a eso que nos ha hecho la herida, va a tardar más o no en acabar con ese dolor que es la herida, que es el pasado. Acabar quiere decir terminar con algo totalmente, verlo tan claro como un peligro que es, que  vivir con el pasado nos está destruyendo la vida.
 
173. El feminismo, es como el nacionalismo, el comunismo, como todos los ‘ismos’, que cuando se desbocan nos llevan a los desastres, a hacer toda clase de barbaridades.
 
174. Es fácil de comprender porque lo que a alguien le parece un sacrificio, para otro no lo es. Por eso, carga a gusto no pesa, contigo con pan y cebolla me basta.
 
175. Todo está caro, porque suben los precios pero no los sueldos en la misma proporción. Pero el sentirse y ser pobre, no tiene nada que ver con los precios, si no es que se llega a extremos de la miseria y la hambruna. Pues, hemos de ajustarnos a nuestras capacidad económica. Es algo así como la salud, lo que somos en lo físico: hemos de gestionar nuestra energía, nuestras posibilidades corporales. Es decir, no hay más cera que la que arde, o las habas están contadas. Y es a esa realidad, a lo que nos hemos de atener.  De lo contrario llega eso de quiero pero no puedo, con todo su desorden.
No es que aceptemos sin más la situación desfavorable, si fuera  una fatalidad, sino que no hacemos un problema añadido a eso que somos.
 
176. Todo lo que es, nos guste o no, ha de acabar de una manera o de otra. Precisamente este instante, cuando pasa al siguiente, ya ha acabado, ya es el pasado. Somos nosotros los que queremos darle continuidad.  Y ese deseo es el que abre la puerta a todos los horrores, pues nos divide del hecho que está sucediendo, generando conflicto, crueldad, violencia.
 
177. Si ponemos condiciones, adiós al amor. Podremos decir que el amor está ahí, pero todo eso serán tonterías infantiles, fantasías, la repetición de lo viejo y conocido: vivir con peleas, mentiras, agresiones, hacernos daño, pero diciendo que vivimos con nuestro amor. Y eso es lo que siempre han hecho nuestros padres, abuelos, los antepasados, desde siempre. Nos hemos acostumbrado a eso, a esa manera tan hipócrita de vivir.
Y sabe por qué esa aceptación de algo tan absurdo, porque tenemos miedo de perder esa seguridad, que no lo es en absoluto.
 
178. El fanatismo, la superstición, el folclore, es más importante que los hechos, que lo real. Porque es el bálsamo que suaviza nuestras heridas. Los hechos no los queremos aceptar, ya que nos gusta hacer lo que nos da la gana. Pero luego llegan las consecuencias de esos hechos, que ya no tienen solución alguna, cuando muere alguien cercano a nosotros. Y por eso, que nos sentimos culpables de la desatención de ese hecho, que era atender al que se ha muerto, recurrimos a todas esas tonterías de la superstición, el fanatismo, el folclore. Eso sirve tanto para los parientes, como para los encargados de atenderlo, donde vivía el que se ha muerto.
 
179. Si vale la pena tener, eso mismo va a llegar sin lucha alguna. Pues en la necesidad está la armonía de todo lo que funciona. La lucha, los obstáculos, los contratiempos, son todo el fruto del desorden, de la desarmonía, de la confusión. Por eso, es preciso ver que es lo necesario para cada cual. Y si vemos lo que es necesario para nosotros eso llegará, natural y sencillamente.
La vida sabe dar a cada cual aquello que necesita para vivir, cuida de uno.