Torni Segarra

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1. ‘En la necesidad de ser justos con nosotros, podemos hacer daño a los que queremos.’
Una de las cosas de la vida que más naturalmente sucede es hacernos daño unos a otros. En el momento de nacer, los que ya están aquí a algunos les molesta porque el que nace es un nuevo competidor por las atenciones y necesidades. Eso los animales lo tienen muy claro, todos los que existen saben que son sus competidores y desde el momento mismo de nacer por necesidad de comer, de atención, de espacio, etc., se agreden e intentan destruirse.
Nosotros que tenemos esa parte animal, pues el cuerpo lo es, también necesita su seguridad. Pero además necesitamos la seguridad psicológica, por lo que planificamos el futuro. Pero esos planes para el futuro puede que no les guste ni interese a los que viven con nosotros. Por lo que vamos a generar conflicto, enfrentamientos, que pueden desembocar en crueldad, violencia.
La cuestión es si lo que hacemos, lo que queremos es una necesidad básica, precisa para poder proseguir viviendo. Es decir, es como el comer estando hambriento, que eso tiene su sentido y su orden, ¿estamos de acuerdo? Pero si ya hemos comido, estamos alimentados, ¿qué sentido tiene volver a comer, seguir comiendo?
 
2. Evelyn. El aborto tiene su problema, por el respeto a la vida. Pero, el problema no es solamente la vida del no nacido, el verdadero problema son los que ya están completamente constituidos, enteros, que los tenemos por todas partes. ¿Qué sentido tiene darle tanto valor, hacer tanto ruido, crear una histeria beata, por alguien que aún no es? Y sin embargo los que sí que son, matarlos de hambre, reventarlos trabajando, explotar a las niñas y niños en la prostitución, hacerlos guerreros asesinos.
Hay que ser claros, el aborto se ha convertido en un asunto político, en un problema de las religiones organizadas. Precisamente los más ricos y poderosos, los que más explotan y maltratan a toda la humanidad, son los que más fanáticamente se oponen al aborto. Porque en el fondo se trata de ejercer la libertad y la posibilidad de abortar o no cada mujer. Y ya se sabe que lo que más miedo tienen los ricos, los poderosos, los carcas religiosos, es a la libertad. A ellos les importa un bledo el feto. Porque cuando nazca lo van a echar para que haga la guerra, que es lo que es la vida, la manera de vivir de esta sociedad corrupta e inmoral. Y en la guerra sí que se destruye, se mata y asesina, de una manera organizada, en masa.
 
3. Cada ser humano lleva en sí la belleza. Eso es una evidencia, un hecho, si es que somos afortunados y lo podemos ver. No hace falta el repetirlo sin parar, diciendo que alguien es bello, que tal o cual personas tiene belleza. Pues eso es divisivo, comparativo, contrastar con otros. Por lo que estamos sembrando la división, la envidia, los celos, la vanidad, las malas consecuencias.
La belleza está en todas partes. ¿Se puede decir que una nube es más bella que otra, que un árbol tiene más belleza que los demás, que un pájaro sobresale de belleza, que una estrella tiene más belleza que las que están junto a ella a miles?
 
4. El amor no tiene contrarios. O es o no es.
Cuando somos conscientes de que tanto el pensador y el pensamiento son una misma cosa, ¿dónde caben ahí los dioses?
El cielo es una idea, no un hecho. Y solamente podemos atenernos a los hechos.
Los espíritus también están dentro del mismo ámbito del pensamiento. Es decir, el espíritu que es un pensamiento, es lo mismo que el pensador, del que piensa. Es lo mismo que sucede con la idea, que siempre es un pensamiento, de dios: el pensador y el pensamiento, el observador y lo observado, son lo mismo.
Resumiendo, el único y verdadero problema que tenemos es que estamos divididos internamente. Y esa división interna, entre el observador y lo observado, entre el pensador y el pensamiento, al exteriorizarse es la que va a generar toda esta manera absurda de vivir. Con su corrupción e inmoralidad, su crueldad e indiferencia por los demás, con su violencia y las matanzas de las guerras.
 
5. La palabra, el deseo ‘más’ de algo, ya sea de sabiduría, de belleza, de libertad, poder, ¿no indica que ni somos sabios ni tenemos belleza, ni sabemos lo que es la libertad? Pues ese más de algo, por sagrado que sea, niega eso que parece lo perfecto: libertad, poder sobre nosotros mismos.
Ya que ese deseo de más nos divide de lo que somos. Y lo que somos es más importante que lo que queremos ser. De manera que si asumo lo que soy, sin escapar de eso, entonces sucede lo que llamamos la libertad, la belleza, lo sagrado.
 
6. El querer a alguien, el amor por una persona, se demuestra en todo, no hace falta espera para que nos lo demuestren. Esa demostración sucede ahora, en este instante, no luego, mañana, dentro de unas semanas, meses o años.
Esa es la trampa de la mente, al no poder vérselas con la realidad de que no puede amar,   inventa el tiempo psicológico que dice: ‘Yo amaré, yo respetaré, yo seré no corrupto.’ Pero eso no son los hechos. Y cuando asumimos los hechos sin es capar de ellos, los problemas desaparecen.
 
7. ‘Apagar la luz del pasillo y correr lo más rápido posible para que nadie te asesine.’
¿No hay otra solución posible? ¿No se puede cambiar el lugar dónde se vive?
 
8. La mente es ingobernable, ella es un manantial inagotable por lo que siempre está trayendo cosas indeseadas o no. Pero eso no es el problema porque ella siempre va a seguir a su aire, con sus maneras. El problema está en nuestra acción.
Porque vamos a ponerlo de esta manera: si alguien dice cosas halagüeñas, agradables, respetuosas, demuestra cariño y afecto, pero luego nos agrede, nos quiere destruir, urde y maquina, y nos pone toda clase de piedras y obstáculos en el camino, ese sí que es el problema.
Es decir el problema es lo que yo hago, no lo que mi mente genera, dice, todo lo que le llega a ella.