Torni Segarra

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940. Lo realmente importante y conmovedor es que sin la guerra no se puede vivir. Cuando uno camina por el campo está haciendo la guerra contra todo lo que pisa. Cuando hacemos algo y nos imponemos la guerra está ahí. Así que la vida es la guerra, con su violencia y horror. Si lo vemos claramente como el hecho que eso es, entonces sabremos qué hacer con esa guerra que está en nosotros, que somos nosotros, que es precisa para poder sobrevivir.

 

941. ‘Tú y yo podemos ver lo que crea guerras, y si estamos interesados en detener las guerras, entonces podemos empezar a transformarnos a nosotros mismos, que son las causas de la guerra.’

Ese es el trabajo, el verdadero trabajo de la vida. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a renunciar para hacer ese trabajo para transformarnos a nosotros mismos que somos la causa de la guerra?

 

942. Eso que hay que poner en juego, y que le damos tanto valor, a cambio de no hacer la guerra, es el impedimento para que no haya guerra. Pues tenemos miedo de perder lo que somos: las propiedades, los privilegios, la manera cómo vivimos, nuestra religión, política, perder el país, etc. Por lo que ensalzamos el sacrificio de la muerte por salvar todo eso. Y como eso no nos gusta, lo disimulamos, lo justificamos como algo que no va con nosotros –la crueldad y la violencia, la maldad de la guerra-, sino que es sólo cosa de los otros que creemos que son nuestros enemigos.

 

943. La creencia en algo  nos divide de los demás, de lo que está sucediendo. Pues la creencia cuando se enfrenta al hecho del ahora, se convierte en el pasado, que está muerto. Y algo vivo como es la vida no se puede abordar con algo que está muerto.

 

 944. ‘Lo que hace que la guerra es el deseo de poder, posición, prestigio, dinero, también la enfermedad llamada nacionalismo, la adoración de una bandera, y la enfermedad de la religión organizada, la adoración de un dogma.’

Y también la adoración y sumisión a un gurú, un maestro, mesías, un único salvador. Que nos idiotiza y nos divide de la realidad, de la dependencia y la esclavitud que tenemos hacia él.

 

945. El orden perfecto de la realidad, de lo que está pasando,  no se puede alterar por la voluntad o deseo alguno. Ese orden es infinito, eterno.

 

946. ‘Respira hondo y profundo y mándalo todo al carajo.’

¿Eso puede ser mientras tengamos vida y sabemos que todo lo que hacemos tiene su repercusión y transcendencia en los demás, de manera que prosiga o no el desorden y el dolor que nos provoca? Sentarse en un sitio tranquilo y respirar sencillamente, para descansar y aquietarnos del tráfago de la vida, tiene su sentido. Pero quedar atrapado en ello, entorpece la mente y nos hace más estúpidos.

 

947. La indiferencia a la miseria, es la insensibilidad operando. Si uno no siente el dolor de los demás como un cuchillo que nos clavan, nada se puede hacer para que todo cambie, para que no haya guerra.  Pero todo eso de no ser indiferentes, nos resulta tan pesado y aburrido que nos hacemos brutales y crueles, prontos para la guerra.

 

948. La revolución que precisamos para que no haya guerra, es la de la comprensión de lo que es la vida, de la comprensión de cómo funciona y opera el pensamiento, la mente.  Sin comprender la mente, todo es superstición, idolatría, dependencia, imitación. Y todo eso está en la base y raíz de la guerra.

 

949. Lo de dentro, lo interno, es más poderoso que lo externo. Así que ninguna orden, ley, norma, todo lo que se nos diga sobre que la guerra es la peor maldad, si no es comprendido totalmente, eso que tenemos dentro se impondrá. Y lo que tenemos dentro es desorden y confusión que nos lleva a la guerra.

 

450. Sin conocimiento propio somos repetitivos, seguidores, discípulos obedientes. Y todo eso nos fragmenta y nos divide de la verdad, de la realidad. Por lo que la acción también ha de ser fragmentada, desordenada, confusa. De tal manera, que la paz no puede ser.

 

451. Todo lo que concierne a dios nos lleva a la confusión. Porque dios o como sea que se llame, está más allá de lo que nosotros entendemos por el bien y por el mal. Por eso pretender describir a dios, darle tal o cual responsabilidad tanto favorable como desfavorable para nosotros, es cosa de tontos.

 

452. Para poder sobrevivir unos han de morir otros. El pájaro mata con el pico al gusano para alimentarse y alimentar a sus hijos. Y ese gusano se comía las hojas del árbol. La pregunta es: ¿Ese paradigma puede cambiar? No se puede. Nosotros también matamos animales para comer, matamos a los animales que nos molestan y estorban para poder vivir como nos hemos acostumbrado. Y si no los matáramos, ellos nos matarían a nosotros. Con las personas sucede lo mismo, pero a un nivel más disimulado, para así poderlo asumir sin que nos perturbe.

 

453. Jorge. ¿No tenemos el derecho de decir lo que queramos, si es que somos consecuentes en que amamos y necesitamos la libertad?

 

454. Si puedes ver  que la vida es una totalidad, si no hay destrucción –matar- no puede haber vida.

 

455. Eso que dices es como si te dijera a ti: no escribas con el alfabeto latino, que eso te encierra en una caja. Pero tú me respondes que no hay más que el alfabeto latino, que no hay más cera que la que quema. Y que el problema es del otro. ¿Cuándo ves a una persona vestida con jeans le dices que está copiando a los cow boys?