7387. ¿No sientes un conmoción cuando trabajas con los vestido de boda, con todo el despilfarro de dinero, para un solo día, unas horas, de usarlos?
¿Cuándo ves las noticias sobre la gente que va a la deriva cerca de donde vives; la gente que muere de hambre, que tú no la ves pero que es tan real como tú, no te pone la piel de gallina, los pelos de puntas?
Esas superficiales y banales personas, por las que te calientes la cabeza y entregas tu vida, ¿qué te dan de bueno? Son insensibles, derrochadoras, indolentes delante del sufrimiento y el dolor de las personas menos afortunadas.
Tú también eres responsable, como cómplice de sus maldades, caprichos, la manera de vivir tan cruel, que tanto sufrimiento generan
7388. Ya hemos dicho, David, que no se puede intervenir desde el vacío atemporal. Porque no hay ‘yo’. Y es sólo el ‘yo’ el que se da cuenta, el que piensa, creando el observador. Cuando el observador y lo observado son lo mismo: nada de pensamiento, de recuerdos, de juicios, de valoraciones, de mal ni de bien.
7389. Las supersticiones, las costumbres, los preceptos, las leyes y las normas, todo está en contra del esplendor de la vida. Porque una norma, costumbre, la ley, crea un molde, un camino por el que todos tienen que ir, pasar, circular. De esa manera la libertad no puede ser.
Si no hay libertad no hay inteligencia, ya que no tenemos la capacidad de ver de primera mano ¿qué es la realidad? Y así, no acoplarnos a la realidad que otros han inventado por conveniencia. Para poder sacar beneficios del negocio de sus vidas que han creado. Los negocios, se hacen para ganar, no para perder, ¿verdad?
Así que uno si quiere ser libre, nuevo, de primera mano, tiene que descartar todo lo que se ha dicho, ya sea por la autoridad del maestro que dice que sabe, la autoridad de los filósofos, de los científicos, de los que detentan algún poder. Pues de un negociante, no es adecuado creer ni fiarnos en temas serios y profundos. Porque su deseo de más ganancias, lo hace ser deshonesto, lo obliga a falsear la realidad para inventar otra realidad que más le acomoda y beneficia.
7390. ¡Qué atrevida es la ignorancia! ¡Y, el daño que hacen!
7391. ‘La duda es el primer temor, y el último paso hacia el fracaso’.
Hay quienes dicen, lo contrario: que la duda, dudar, es el principio de la inteligencia. Pues al dudar queda todo descartado de momento, donde se puede observar con libertad la realidad. Es decir, ver lo falso como falso, lo verdadero como verdadero, y ver lo falso también en lo verdadero.
Ahora bien, cuando llega la inteligencia la duda, las vacilaciones, no pueden ser. Porque la inteligencia, es la atención total, la acción directa, donde el ‘yo’, que es el que duda, no puede operar, ser.
7392. La competencia, como lo vemos en la cancha, en las oposiciones para un empleo, en cualquier deporte, es indiferencia, el conflicto institucionalizado. ¿No han visto cuando caen unos corredores de bicicletas, como los otros los dejan en el suelo, doloridos, semiconscientes, sorteándolos, evitándolos, como si fueran piedras? Eso es la competencia, la competitividad: el humanismo, la animalidad más absoluta.
7393. ‘Alguien de la India dijo en ‘Tú eres el mundo", que la charla de Jiddu Krishnamurti es sólo para los ricos y no para los pobres y las personas más bajas del elenco de la India. ¿Es esto cierto?
Aunque eso es cierto, porque las personas pobres de India -como en todas partes- tienen dificultades para entender lo que se dice, si no es de lo que hacen cada día. Y de igual manera también tienen dificultades para leer e interpretar lo que leen. Las enseñanza de JIddu Krishnamurti, que trata de la compasión y el amor, siempre va a favorecer a los menos afortunados, los pobres. Aunque no se pueda apreciar con los hechos que suceden a simple vista.
7394. La inquisición española -la más terrible y cruel- ya hace años que ha revivido. Aunque sus efectos, sus estragos, comienzan a verse ahora.
7395. El buscar, es como la actividad, el trabajo, una vez se tiene lo necesario para subsistir, todo sobra, todo está demás. Y si no nos detenemos, si no comprendemos, es cuando viene el desorden que nosotros generamos.
La pregunta es: ¿Por qué siempre estamos buscando, confiamos en el devenir para que nos traiga eso que creemos que nos falta y nos va a traer la paz, la tranquilidad, la felicidad? Evidentemente, es porque no estamos bien, siempre necesitamos algo, necesitamos un poco de ansiedad para que nos active y así poder estar bien. Pues la sociedad, basada en el logro, el triunfo, en el más y más, en la agresividad del vencer, nos deja fuera, solos.
A nosotros nos molesta la soledad. Pero sin soledad -no el aislamiento- somos superficiales, vulgares como todos los demás. Y para ver la realidad, lo que es, la verdad, es preciso ser profundo en el indagar, inquirir, en el ver. Y es entonces cuando la soledad, ser completo, total, único, tiene su sentido. Pues, de esa soledad e introspección llega la inteligencia, para poder descartar lo negativo. Y si descartamos lo negativo, lo que quede ha de ser lo positivo.