7441. En la búsqueda de ese equilibrio, que cada cual tiene el suyo, es donde nos parece que los otros son contradictorios, falsos, hipócritas. Por eso, es que jugar a los demás tiene sus riesgos. Pues lo que hacen los demás, que nos parece algo sin sentido, ahí está la necesidad.
Y eso mismo nos pasa y nos dicen a nosotros. Pero para conocernos de verdad, hemos de pasar por eso: dejar que se manifieste la realidad de nosotros tal cual somos. Así que, tanto el rechazo como la aquiescencia no son adecuadas, porque nos empantanan, bloquean, colapsan.
7442. Si fuéramos respetuosos con los demás, si tuviéramos amor por ellos, tal vez los comprenderíamos. Aunque eso no quiere decir que estemos de acuerdo con ellos, que les hemos de tolerar todo lo deshonesto que hacen.
Pero hay una gran diferencia entre rechazar, ser indiferente a lo que les pasa a los demás, querer destruirlos, y observarlos tal cual son sin querer emitir un juicio de desprecio, de superioridad, de ver esa persona como algo completamente inservible. Pues todo lo que existe tiene su razón de ser.
¿No nos hemos dado cuenta de que cuando emitimos un juicio en el que nosotros nos elevamos a los mejores, los superiores, es en comparación con otros que son igual que nosotros pero a un distinto nivel? El que se considera bueno, es porque se compara con el que decimos que no lo es. Y el malo se siente malo, cuando se compara con el que se dice que es bueno.
7443. La navidad es tiempo de borrachos, tanto físicos, químicos, como psicológicos. Pues las comilonas, el alcohol y las drogas, las emociones, se desbordan hasta llegar a una borrachera colectiva, como una epidemia.
7444. Sólo los tontos son los que se atreven a decir que saben. Ellos dicen que dios existe, o que no existe. Pero todo eso es fruto del pensamiento, de la mente. Cuando la verdad, no puede ser explicada ni por las palabras ni por la mente.
Lo diremos de esta otra manera: podemos negar como afirmar infinitamente que dios no existe, como que sí que existe. Por lo que todo es una especulación, un escape del miedo que tenemos tanto a la vida, como a la muerte.
7445. Cuanto más desprecio e injustica a los árabes, musulmanes, por parte de Estados Unidos, Europa, Israel, todo Occidente, más simpatía ejercerán entre los jóvenes. Porque, cómo se dice en Ferguson, en todos los Estados Unidos: ‘No justicia, no paz’.
Eso Occidente lo sabe. Pero no sabe, no puede o no quiere ponerle el remedio. Y es por eso, que miles y miles de jóvenes Occidentales vayan a luchar con los fundamentalistas islamistas para hacer la guerra a favor de ellos.
7446. Por muchas vueltas que demos a los por qué de dios, todo es el resultado del miedo, de la ignorancia.
Cuando no tenemos miedo, no existe nada más que la percepción de lo que está ocurriendo, todo es una continuidad, sin que el ‘yo’ opere. Y es este ‘yo’, que es el pasado, que recuerda y proyecta el futuro, el que genera el miedo. Porque al necesitar la seguridad, una certidumbre, se agarra al pasado, y a la vez, proyecta ese pasado para que sea en el futuro.
Pero como eso es absurdo, porque el pasado está muerto, ese intento de querer trasladarlo al presente es el que nos divide y fragmenta de lo que está ocurriendo en el presente, en el ahora. Y si hay división, llega la confusión, el desorden, el miedo, las supersticiones, y los inventos, las especulaciones sobre si hay un dios o no. Pero como el miedo, la ignorancia, se impone es por lo que le damos tanta importancia a dios, lo hemos creado, inventado.
Pero ese dios, es de nuestra propia hechura. Es decir, confusión. Porque nada más podemos proyectar lo que nosotros somos. Lo nuevo, lo desconocido al no tener noción de ello, no lo podemos manejar ni manosear por la astuta mente.
Si no hubiera confusión no habrá miedo ni necesidad de ningún dios.
7447. Es verdad que la capacidad de una persona no tiene límite para hacerle mal a otra. Es decir, ese mal a la otra persona, es el mal que él querría hacerse a sí mismo. Pero como actúa en el mismo plano que el animal, no se lo puede hacer. Aunque, como vive entre humanos, es preciso que se haga, y le hagan, mal psicológicamente -ser un asesino repugnante, infame, ir a la cárcel, ajusticiarlo-. Cosa que los animales tampoco hacen.
Por eso cuando siente esa necesidad de hacer mal, daño, si estuviera en el plano humano, al sentir tanto dolor y desesperación, se suicidaría. Pero los animales no se pueden suicidar.
Algunas veces veo una serie que trata de documentales, ‘Informe criminal’, de una cadena de TV canadiense, donde relatan dramáticamente las violaciones, los asesinatos que realizan las personas y sus macabras, astutas y semi dementes maneras. Y está claro, que actúan básicamente como los animales: no sienten el dolor que infringen a sus víctimas.
Ellos, en su desgracia, no tienen una noción exacta del bien y del mal cuando hacen el daño. Sí que tienen ese sentimiento del bien y del mal a la hora de defenderse, esconderse, mentir, huir de las consecuencias que ellos ven que les viene encima. Y ahí, sí que vuelven a ser personas humanas con empatía, con la posibilidad de sentir cierta compasión por los demás.
7448. Cuidado, Pelayo. Cuando dices que el ser humano tiene la necesidad de salir el viernes por la noche y tomarse una copa -beber alcohol- con la gente que quiere, disfrutando además de algo que está pasando allí, en ese momento, no creas que esos seres humanos sean la mayoría. Sino que son una minoría.
Dicho como tú lo has descrito, parece una superficialidad, una banalidad. La expresión ‘todos’ al referirse a los seres humanos, se puede aplicar a la hora de sentir alegría y tristeza, dolor y gozo, que algún día vamos a morir, etc.
7449. Estoy de acuerdo contigo, Leonor, cuando dices: que el objetivo de vuestra música es que no os aburra.
Porque cuando hay aburrimiento, aparece el esfuerzo, la contradicción, el conflicto entre la parte que quiere hacer algo y la otra parte que no quiere. Es decir, desorden y confusión. Y de ahí lo que salga nada tiene que ver con la excelencia que es precisa para que algo sea verdadero, auténtico.